Universos.....
Mientras los científicos se siguen rompiendo los cuernos por saber ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos? y no menos importante... ¿Dónde estamos?, lógicamente como debe de ser.
BZEZINSKI: «Por primera vez en toda la Historia, la Humanidad está despertando»
El co-fundador de la Comisión Trilateral dice que las luchas internas entre los miembros de la elite, combinadas con el despertar de la humanidad en su conjunto, están poniendo en riesgo el movimiento hacia el gobierno mundial único.
En un reciente discurso en Montreal ante el Consejo de Relaciones Exteriores, el cofundador junto con David Rockefeller, de la Trilateral, y asistente regular a las reuniones del Club Bilderberg, alertó sobre que «el despertar político global» en combinación con las luchas intestinas entre los miembros de la elite estaban amenazando desbaratar el movimiento hacia un gobierno mundial.
Brzezinski explicó que el liderazgo político global se había convertido en «mucho más diversificado de lo que era hasta hace relativamente poco», y se notaba el ascenso de China como poder geopolítico y que el liderazgo global en el contexto de la G20 «tenía falta de unidad interna ya que muchos de sus miembros eran antagonistas en distintos frentes». En otras palabras, la elite global se debilita por luchas internas y ello bloquea los esfuerzos para rescatar la agenda de gobierno global, que parece estar fracasando en casi todos los frentes abiertos.
Brzezinski explicó posteriormente otro factor significativo: «Por primera vez en toda la historia la humanidad está despertando políticamente; esto es una realidad completamente nueva, no había ocurrido esto durante la mayor parte de la historia humana».
Objetivos del Club Bilderberg
Según Daniel Estulín, que los ha estado investigando y siguiéndoles la pista por el mundo durante varios años, sirviéndose de fuentes confidenciales, éstos serían los objetivos básicos del Grupo Bilderberg:
¿De dónde venimos? ¿Cómo llegamos a donde estamos hoy?
Durante décadas, las únicas pistas eran los escasos huesos y objetos desperdigados que nuestros ancestros dejaron tras de sí en sus viajes. Sin embargo, en los últimos 20 años, los científicos han encontrado un registro de las antiguas migraciones humanas en el ADN de la gente viva. "Cada gota de sangre humana contiene un libro de historia escrito en el idioma de nuestros genes", dice Spencer Wells, genetista poblacional y explorador residente de National Geographic.
El código genético humano, o genoma, es 99.9% idéntico en todas las personas del mundo. Lo que resta es el ADN responsable de nuestras diferencias individuales —el color de los ojos o el riesgo de padecer ciertas enfermedades, por ejemplo—, así como otros segmentos que en apariencia no tienen función. De vez en cuando, durante el proceso evolutivo puede ocurrir una mutación aleatoria e inofensiva en uno de tales segmentos, y luego es heredada a todos los descendientes de esa persona. Generaciones después, descubrir esa misma mutación, o marcador, en el ADN de dos personas indica que comparten un mismo antepasado. Así, al comparar marcadores en muchas poblaciones diferentes, los científicos pueden rastrear sus conexiones ancestrales.
En la mayor parte del genoma, estos pequeños cambios quedan ocultos por la reorganización genética que ocurre cada vez que el ADN de una madre y un padre se combinan para crear un hijo. Por fortuna, un par de regiones conserva las variaciones reveladoras. Una de ellas, llamada ADN mitocondrial (ADNmt), se transmite íntegra de la madre al hijo. De manera similar, la mayoría de los cromosomas Y, que determinan el sexo masculino, viajan intactos de padre a hijo.
Las mutaciones acumuladas en el ADNmt y en los cromosomas Y (en los hombres) constituyen tan sólo dos filamentos en el enorme tapiz de personas que han contribuido a formar un genoma individual. Sin embargo, al comparar el ADNmt los cromosomas Y en gente de poblaciones diferentes, los genetistas pueden formarse una idea general de dónde y cuándo se separaron estos grupos en las grandes migraciones del planeta.
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A MEDIADOS DE LOS AÑOS 80, el finado Allan Willson y sus colegas de la Universidad de California, en Berkeley, utilizaron ADNmt para ubicar el hogar ancestral de la humanidad. Compararon el ADNmt de mujeres de todo el mundo y encontraron que aquellas de ascendencia africana mostraban el doble de diversidad que sus congéneres. Puesto que, al parecer, las mutaciones reveladoras ocurren a un ritmo estable, los humanos actuales (Homo sapiens) deben haber vivido en África el doble de tiempo de lo que han habitado en cualquier otro lugar. Hoy día, los científicos calculan que todos los humanos estamos emparentados con una mujer en particular, quien vivió hace unos 150 mil años en África, una "Eva mitocondrial". No era la única mujer viva en aquel entonces, pero si los genetistas están en lo correcto, toda la humanidad está ligada a esta Eva mediante una cadena matrilineal continua.
A la Eva mitocondrial pronto se le unió un "Adán cromosoma Y", de manera análoga, nuestro padre, también de África. Los estudios cada vez más precisos sobre el ADN han confirmado este capítulo inicial de nuestra historia una y otra vez: todas las personas de la Tierra en sus variadas formas y colores tienen una filiación ancestral con los cazadores-recolectores africanos.
Es probable que los científicos hayan encontrado rastros de estos fundadores: los marcadores de ADN ancestrales se presentan con mayor frecuencia entre los cazadores san (bosquimanos) del sur de África y los pigmeos de Biaka, asentados en el centro del continente, así como en algunas tribus del este de África. Es prácticamente un hecho que hace quizá unos 50 mil o 70 mil años una pequeña oleada de personas procedentes de África llegó a las costas del oeste de Asia. Todos los no africanos comparten los marcadores que portaban estos primeros emigrantes.
Algunos arqueólogos opinan que los emigrantes que partieron de África marcaron una revolución en la conducta, la cual incluía la fabricación de herramientas más complejas, la creación de redes sociales más amplias y las primeras muestras de arte. Quizá algún tipo de mutación neurológica condujo al desarrollo del lenguaje hablado, convirtiendo a nuestros ancestros en individuos completamente evolucionados, lo que encaminó a un pequeño grupo en la ruta para colonizar el mundo. Sin embargo, otros científicos han encontrado herramientas finamente trabajadas y otros rastros de conducta moderna diseminados en África mucho más antiguos que estos primeros pasos fuera del continente.
Cualesquiera que fueran los utensilios y habilidades cognitivas que los emigrantes hayan cargado consigo, había dos posibles caminos que llevaban a Asia. Uno conducía al valle del Nilo, a través de la península del Sinaí, y al norte hacia el Levante; pero también había otra ruta más atractiva: hace 70 mil años, la Tierra ingresaba en el último periodo glaciar y los niveles del mar descendían mientras las aguas quedaban atrapadas en los glaciares. En su parte más estrecha, la desembocadura del mar Rojo entre el Cuerno de África y Arabia pudo haber tenido sólo unos cuantos kilómetros de ancho. Los humanos modernos pudieron haberlo cruzado utilizando embarcaciones primitivas.
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LA EVIDENCIA GENÉTICA sugiere que, una vez en Asia, la población se dividió. Un grupo se estableció temporalmente en Oriente Medio, en tanto que el otro siguió la costa que rodea la península Arábiga, hasta India y más allá.
Al transcurrir los milenios, se sumaron al trayecto unos cuantos pasos al año y algunos viajes en bote. Los nómadas llegaron al sureste de Australia hace unos 45 mil años, según indican los restos de un hombre hallados en un sitio denominado lago Mungo. Las capas de tierra bajo la tumba y los objetos enterrados en ellas podrían tener hasta 50 mil años de antigüedad, la evidencia más remota de humanos actuales lejos de África.
Aunque no se ha encontrado vestigio alguno de estas personas en los 13 mil kilómetros que hay entre África y Australia, los rastros genéticos perduran. Algunas etnias de las islas Andaman cercanas a Myanmar, así como de Malasia y de Papúa Nueva Guinea, y casi todos los aborígenes de Australia, son portadores de las señales de un linaje mitocondrial antiguo.
La gente del resto de Asia y Europa comparte linajes de ADNmt y cromosomas Y diferentes pero igualmente antiguos, que los convierten en descendientes de la otra rama del éxodo africano, la que se asentó. Al principio, el terreno accidentado y el clima del periodo glaciar obstaculizaron su avance. Además, Europa era una fortaleza para los hombres de Neandertal, descendientes de una migración anterior de humanos premodernos procedentes de África.
Finalmente, quizá hace unos 40 mil años, los humanos actuales avanzaron hacia el territorio de los hombres de Neandertal. Las capas superpuestas de objetos de los primeros humanos modernos y de los neandertales en una cueva de Francia sugieren que las dos especies de humanos pudieron haberse conocido. Aún es un misterio la forma en que estos dos grupos interactuaron. ¿Pelearon, socializaron o se excluyeron mutuamente al percibirse como seres extraños?
Todo lo que sabemos es que, conforme los humanos actuales y sus herramientas más complejas se dispersaron por Europa, los alguna vez ubicuos neandertales quedaron replegados en pequeños habitáculos que con el tiempo desaparecieron por completo. Según la evidencia actual, los dos grupos rara vez se mezclaron.
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Los estudios del ADN han confirmado que todos los humanos, en nuestras variadas formas y colores, tenemos una filiación
con los cazadores-recolectores africanos que vivieron hace unos 150 mil años.
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AL MISMO TIEMPO QUE LOS HUMANOS ACTUALES avanzaban hacia Europa, algunos miembros de aquel grupo que se había detenido en Oriente Medio se dispersaron hacia el este, rumbo al centro de Asia. Siguiendo las manadas de animales y bordeando las cadenas montañosas y los desiertos, llegaron al sur de Siberia hace casi 40 mil años. Conforme las poblaciones se separaban y se aislaban, sus linajes genéticos también se dividían en varias ramas, pero el aislamiento nunca fue del todo completo.
El poblamiento de América/Abya Ayala es uno de los capítulos más recientes, así como de los más polémicos de la historia de la humanidad. Al parecer, el tema atrae teorías fantásticas, por ejemplo, que los nativos americanos son los descendientes de antiguos israelitas o de la civilización perdida de la Atlántida.
De hecho, la mayoría de los científicos concuerda en que los nativos americanos actuales descienden de los antiguos asiáticos que cruzaron desde Liberia hacia Alaska durante el último período glaciar, cuando el bajo nivel del mar pudo haber dejado al descubierto un puente de tierra entre los continentes. Sin embargo, existe un gran debate acerca de cuándo llegaron a América y desde qué parte de Asia.
Durante décadas se pensó que los primeros americanos llegaron hace 13 mil años, cuando el periodo glaciar terminó y abrió un camino a través del hielo que cubría a Canadá. No obstante, algunos arqueólogos aseguraban tener evidencias de una llegada anterior, basados en el descubrimiento de dos sitios arqueológicos: Meadowcroft Shelter, en Pensilvania, que ahora se cree data de hace 16 mil años, y Monte Verde, en el sur de Chile, con más de 14 mil años de antigüedad.
El ADN de los indígenas americanos puede ayudar a resolver algunas de las controversias. La mayoría de ellos porta marcadores genéticos que los vinculan claramente con Asia. Los mismos marcadores se agrupan en personas que hoy día habitan en la región de Altay, en el sur de Liberia, lo que sugiere que ese fue el punto de partida de un viaje a través del puente de tierra. Hasta ahora, la evidencia genética no muestra si el norte y el sur de América fueron poblados en una sola migración o en dos o tres oleadas distintas, y tan sólo sugiere una escala aproximada de fechas que fluctúan entre 20 mil y 15 mil años atrás.
Incluso la más cercana de estas fechas es anterior a la apertura de una ruta terrestre a través del hielo en Canadá. ¿Cómo llegaron entonces los primeros americanos? Probablemente viajaron siguiendo la costa; quizá unos cientos pasaron de una extensión de tierra a otra que les ofreciera sustento, entre un océano glacial y una imponente muralla de hielo. "Tal vez la forma más fácil de entrar fue una ruta costera, pero aun así, debió de haber sido un viaje muy difícil", sugiere Wells.
Más allá de los glaciares, había inmensas manadas de bisontes, mamuts y otros animales en un continente ajeno a predadores inteligentes. Desplazados por el crecimiento de la población o atraídos por la caza de animales, los humanos se dispersaron hasta la punta de América del Sur en tan sólo mil años.
Los genes de los indígenas americanos actuales ayudan a revivir la saga de sus ancestros. Sin embargo, una gran parte de la historia sólo puede ser imaginada, explica Jody Hey, genetista poblacional de la Universidad Rutgers.
Al poblar América, los humanos actuales habían conquistado la mayor parte del planeta. Cuando los exploradores europeos se hicieron a la mar hace 700 años, las tierras que "descubrieron" ya estaban llenas de gente. Los encuentros fueron a menudo cautelosos o violentos, pero eran, genéticamente hablando, reuniones de una familia muy unida.
Quizá la historia más maravillosa que oculten nuestros genes sea que, cuando el intrincado nudo de nuestra diversidad genética global se desenrede, nos conducirá de regreso a un ayer reciente, juntos en África.
LA HISTORIA DE UN CROMOSOMA
Las mutaciones genéticas pueden rastrear nuestro pasado. La primera mutación conocida que salió de África es la M168, y surgió hace 50 mil años. El cromosoma Y de un indígena americano con varias mutaciones, incluida la M168, demuestra su ascendencia africana.
Para el estudio de la historia evolutiva humana, la paleontología ha definido al hombre actual y todo su linaje de antecesores directos y paralelos dentro de una misma clasificación, homínido. Un homínido es en términos estrictos, un primate bípedo, con un aparato dental que se reduce en comparación con los grandes simios y que muestra cierta tendencia al crecimiento cerebral en la evolución. Dentro de la gran clasificación biológica, todos los homínidos conforman una sola familia, y el ejemplar más antiguo de la misma, datado por el registro fósil pertencece al género ardipithecus y a la especie ramidus, ardipithecus ramidus, y se le fecha con una antigüedad de 5 millones de años aproximadamente.
El género que nos ocupa apareció 2.5 millones de años después, nos referimos al género homo, cuyo primer representante es conocido como homo habilis y se diferencia de todos sus antecesores por ser el primero en hallarse asociado a material de carácter arqueológico, unas pequeñas herramientas llamadas olduvayenses.
Fue hasta hace 200 mil años , cuando aparece la especie que nos interesa, el homo sapiens, también conocido como hombre moderno, género y especie a las cuales pertenecemos todos los humanos actuales.
Como ya hemos dicho, el hombre moderno en realidad constituye una sola especie, ¿pero en qué sentido hablamos cuándo nos referimos a especie? Ya que existen 3 categorías para definir este concepto, es útil fijarnos dentro de qué ámbito estamos estudiando a la especie humana. Existe por una lado el concepto de especie biológica, que hace referencia principal a la característica que manifiesta un grupo de individuos de poder reproducirse entre sí con descendencia fértil; por otro lado tenemos el concepto de especie ecológica que añade al concepto anterior, la característica de que estos individuos habiten en un mismo ecosistema; y por último tenemos el concepto de especie paleontológica, que al no poder corroborar la parte biológica de reproducción, ya que la paleontología se centra en mayor parte en especies ya extintas, hace referencia a individuos que tienden a tener semejanzas morfológicas, es decir constituciones físicas similares.
En el caso del hombre moderno u homo sapiens, este podría definirse como especie biológica en relación a la biodiversidad actual, o bien como especie paleontológica en relación con el resto de los homínidos.
Las teorías de las que hablaremos en párrafos siguientes se centran especialmente en el origen del homo sapiens y los caminos que tuvo que seguir para poblar el mundo. Por lo que por la antigüedad de las fechas a las que nos referiremos y a la certeza de que pudo convivir con otros homínidos durante los años a que nos referiremos, cabría encajar al homo sapiens más bien como una especie paleontológica.
La paleoantropología
Las primeras teorías que describiremos tienen su base en las fuentes paleoantropológicas, mismas en las que se ha apoyado principalmente la Antropología Física para hablar de las rutas evolutivas y expansivas del hombre. Pero antes de comenzar a hablar de estas teorías, cabe hacer una rápida mención de lo que es la Paleoantropología dentro de la construcción epistemológica de las ciencias.
La Paleoantropología, como fusión de la Paleontología y la Antropología, centra su estudio en el origen y evolución de los seres humanos en relación con su evolución cultural, diferenciándose de otra disciplina conocida como Paleontología Humana, que se centra sólo en los orígenes y evolución humana, pero sin tomar en cuenta los factores culturales. Para sus estudios, la Paleoantropología hecha mano del registro fósil, es decir, de las huellas de lo antiguo, las marcas que mediante diversos procesos geológicos se nos presentan hoy día como vestigios de lo muy remoto, situado en el pasado que de la Tierra que por otro modo nos resultaría incognoscible.
Tomando como evidencia material este registro fósil, la Paleoantropología echa mano de diferentes opciones metodológicas, apoyadas en premisas físicas y químico orgánicas, para la fechación de dicho material. Las más conocidas herramientas para fechación empleadas por esta disciplina son: la prueba de Carbono 14, útil únicamente para fechar hasta una antigüedad de 50 000 años, la termoluminicencia, el potasio argón y le toba volcánica, considerada como el método más eficaz para el fechamiento del género homo.
Con base en el citado registro fósil y a raíz de los resultados obtenidos por las técnicas nombradas, han surgido dentro del ámbito paleoantropológico dos tipos de teorías sobre el origen del hombre moderno. Las teorías del origen multirregional, que defienden la posibilidad de que las poblaciones de homo sapiens surgieron en los lugares mismo donde se encuentran hoy día, y las teorías del origen africano, que sitúan la aparición del homo sapiens, una única vez, en el continente africano, hace aproximadamente 200 000 años.
Debido a que es la más aceptada por el ámbito antropológico, además de ser la que contiene mayor lógica y bases científicas, describiremos únicamente la teoría del origen africano, que más adelante nos servirá de punto de comparación con las posturas genetistas respecto del tema.
Teoría del arca de Noé
La teoría del origen africano que propone la Paleoantropología es también conocida como teoría del arca de Noé, en alusión a la narrativa bíblica, esta teoría propone básicamente un origen único, dado una sola vez, del homo sapiens y con base en el registro fósil, dicho origen se situó en un lugar de África conocido como el valle de Ommo. A continuación describimos la evidencia fósil existente que sustenta esta teoría y las posibles rutas que se propone debió seguir el homo sapiens para lograr el doblamiento del mundo.
El fósil de Homo Sapiens más antiguo que se ha encontrado data de unos 195 000 a 200 000 años a. P. y fue encontrado en Etiopía, es conocido como el hombre de Ommo, su fechación fue realizada con el método de termoluminicencia. El siguiente fósil más antiguo encontrado es el Homo Sapiens Idaltu, hallado también en Etiopía, en un lugar llamado Herto y con una antigüedad aproximada de 154 000 años. Siguiendo la cronología del más antiguo al más reciente, se ha encontrado otros restos de homo sapiens en Sudáfrica, a orillas del río Klasiers, con una antigüedad de 120 000 y 100 000 años, en Sudáfrica se han encontrado también unas huellas fosilizadas de homo sapiens con aproximadamente 117 000 años de antigüedad.
Debido a estos primeros datos, que representan los restos más antiguos encontrados hasta la fecha, de homo sapiens y debido también a que han sido todos hallados en África, se sostiene que el hombre moderno apareció en este continente hace 200 000 años, y que es descendiente del Homo Rodesiensis, el cual habitó este continente entre 500 000 y 200 000 años a. P.
Fuera de África los restos más antiguos que se han hallado de esta especie, se encuentran en Israel, con una antigüedad de 100 000 años aproximadamente, en las cuevas del Monte Carmelo. Otros restos han sido hallados en el sur de China con una antigüedad de 60 000 años y en Australia con una antigüedad de 61 000 años, este último conocido como Homo Sapiens de Mungo. En Europa los restos más antiguos que se han encontrado en Rumania y datan de 36 000 años a. P. Por otro lado, en Liberia y el norte de China se han encontrado restos óseos con características mongoloides de unos 20 a 30 mil años de antigüedad.
Para los paleoantropólogos, esta evidencia lo que nos dice es que hubo dos migraciones de homo sapiens fuera de África, la primera (no exitosa) hace 100 000 años, como nos muestran los restos hallados en Israel, y la segunda (sí exitosa, y de la cual se derivaría el resto del doblamiento mundial) que se dio hace aproximadamente 60 000 años. Partiendo en ambos casos del Este de África y pasando por la península arábiga, sin rastro alguno de que estos primeros hombres pasaran a través del mediterráneo.
En cuanto al poblamiento de América, los datos aun son muy dudosos, casos como el hombre de Chimalhuacan y el hombre de Tepexpan han sido controvertidos por su posible mala fechación. Sin embargo se cuentan con al menos 4 datos precisos que nos remiten a los restos más antiguos de homo sapiens hallados en este continente. El primero es un cráneo femenino hallado en Brasil de 11 500 años de antigüedad, llamado Luzia de cariño, En Yucatán se han hallado restos de 11 000 y 8 000 de antigüedad, en el valle de México se ha encontrado el conocido cráneo del metro Balderas, de 11 000 años (medido con el método de la toba volcánica), y en Estados Unidos se encontró el llamada hombre de Kenewick, datado en 9 500 a.P.
Estos restos sin embargo, son insuficientes para que la Paleoantropología nos hable del proceso de poblamiento americano, sin embargo, se cuenta con el apoyo de los vestigios arqueológicos, en base a los cuales han surgido dos teorías al respecto.
Por un lado tenemos la teoría del poblamiento antiguo, basada en varios sitios (Piedra Furada, Brasil, de 50 000 años de antigüedad; El Cidral, Mésico, 33 000 años; Chile, 14 500 años). Por el otro tenemos la teoría del doblamiento reciente, basada en los vestigios hallados de los primeros cazadores Clovis, hallados en sitios arqueológicos de Estados Unidos y México, con una antigüedad de 13 500 años.
En todo caso, la hipótesis más favorable arrojada por la Paleoantropología nos dice que el hombre moderno habría pasado del norte de China a través de Beringia, hace aproximadamente unos 15 a 30 mil años.
Como podemos ver, el registro fósil, está sometido a la eficacia que pueda tener el método empleado para la fechación de los restos fósiles y arqueológicos y cuyo dato duro simplemente no existe tal cual, por lo que para obtener la confiabilidad absoluta de la teoría del Arca de Noé, se necesita de su corroboración por otra metodología, es por ello que la genética evolutiva ha puesto en marcha el empleo de ciertas metodologías para emprender la misma búsqueda de la que ya hemos hablado, el origen y expansión del homo sapiens.
Ahora veremos la otra cara de la moneda, ¿Qué nos dice la genética al respecto?
EL ADN: NUESTRO ID El ADN: nuestro ID
Todos y cada uno de los seres vivos sobre la tierra somos portadores de nuestro código de identificación personal en nuestra célula. El ADN (ácido desoxirribonucleico), una macromolécula presente en todas las células. En nuestras células podemos encontrar dos sitios de ADN, en el núcleo celular y en la mitocondria.
El ADN está constituido por pares de bases nitrogenadas, ordenadas en secuencias específicas para la conformación de aminoácidos, pero este orden del que hablamos no es único y específico en todos los organismos, cada vez que nuestro ADN se replica para formar copias, sufre una recombinación y en ocasiones los pares de bases originales de una secuencia se ven intercambiados por una base diferente, a este hecho se le conoce como mutación. A la proporción de mutaciones que sufre nuestro ADN se le conoce como tasa mutacional, y las diferencias que se generan a partir de estas mutaciones hacen de cada individuo un ser único, a nivel genético, es decir a nivel de nuestro ADN. Esto ha hecho posible el uso del ADN como herramienta de identificación de individuos en casos forenses, criminalísticos y de paternidad, entre otros, esto debido a la ya citada variabilidad producida por la tasa mutacional. Pero, la mayor tasa de mutación ocurre en el ADN nuclear (el del núcleo celuar), hay sin embargo un ADN que no se recombina al copiarse y que por lo tanto los cambios que puedan presentarse en este tipo de ADN se deben a mutaciones que debieron suscitarse a lo largo de cientos de generaciones.
En el ser humano, tienen que transcurrir aproximadamente 10 000 años, para que surja una mutación en una de las bases del ADN mitocondrial. Esta característica es la que llamó la atención de algunos investigadores y de la que se planteó la posibilidad de poder medir la antigüedad de las poblaciones biológicas a partir de la tasa mutacional de este tipo de ADN. De esta manera se pueden medir las distancias entre poblaciones, es decir, que tanto tiempo tiene de haber divergido una población de otra. A este método se le conoce como reloj molecular.
Reloj Molecular
En 1962, Emile Zuckerkandl y Linus Pauling acuñaron la noción de Reloj Molecular. El objetivo de esta técnica es medir tiempo pasado partiendo de la cantidad de diferencias existentes entre dos secuencias de ADN. Zuckerkandl y Pauling subrayaron que la cantidad de diferencias en los aminoácidos de la hemoglobina entre linajes encaja con a tasa evolutiva de divergencia que se basa en el registro fósil. La afirmación es que la tasa de cambio evolutivo de cualquier proteína específica es aproximadamente constante a lo largo del tiempo y de diferentes linajes.
Esta hipótesis fue retomada por Motoo Kimura en 1968, quien formuló la teoría de la evolución neutra. Kimura observó que los errores espontáneos en la replicación del ADN causan mutaciones que dirigen la evolución molecular, y que la acumulación de estas diferencias evolutivas que calificó de neutrales, entre dos secuencias podía usarse para medir el tiempo, si pudiera calibrarse la tasa de error de la replicación del ADN.
A pesar que la evidencia molecular no marca una tasa de error en replicación de ADN que sea constante, esta técnica sigue siendo recurrida y es de importancia para facilitar el establecimiento de fechas de eventos filogenéticos no perceptibles por el registro fósil.
La Eva negra
La Eva negra o la Eva mitocondrial es el nombre con el que se ha bautizado a la primera gran teoría genética que defiende el origen africano del hombre moderno. La base de esta propuesta se centra en al ADN que se encuentra en las mitocondrias, los únicos orgánulos de la célula animal que poseen su propio material genético.
El ADN mitocondrial es ideal para los estudios evolutivos por dos razones: en primer lugar, porque toda su variabilidad se debe en exclusiva a las mutaciones, ya que no sufre el proceso de recombinación; y en segundo término porque los orgánulos de la célula huevo proceden únicamente dl óvulo materno y se transmiten de manera matrilineal (en el proceso de fecundación el espermatozoide sólo aporta sus cromosomas nucleares, por lo que la célula huevo es el propio óvulo más los cromosomas nucleares del espermatozoide)3 .
El hecho de que el ADN mitocondrial sea herencia únicamente de las mujeres, nos permite seguir la ascendencia de un cromosoma mitocondrial, de mujer en mujer, a través de las generaciones. Es por ello que al antecesor más antiguo del hombre moderno, propuesto por esta teoría, es mujer y de origen africano, bautizada de cariño como la Eva africana, Eva negra o bien, Eva mitocondrial.
Finalmente, como resultado de estudios realizados en muestras poblacionales procedentes de cinco regiones del mundo, se legó a una conclusión: El ADNmt tomado de los grupos de origen africano son los que mostraron más diversidad entre sí que la existente dentro de los grupos que incluían al resto del ADN, por lo tanto el grupo africano es el más antiguo de todos. La base de esta lógica es que cuanto más antiguo sea un grupo más tiempo habrá tenido para acumular mutaciones, dando lugar a tipos diferentes de ADNmt.
Así fue como Rebecca Cann, Mark Stoneking y Allan Wilson, autores de esta teoría, ubicaron la separación de todas las líneas de ADN mitocondrial en alrededor de 200 000 años, momento en el que vivió en África la mujer hasta la que podían remontarse dichas líneas, la Eva africana.
Proyecto genográfico
Ya que el punto débil de esta teoría es que sólo considera la herencia femenina del código genético, suena lógico que deba contrastarse con un estudio de la variabilidad de una parte del ADN nuclear que se transmita por vía paterna y que, como en el caso del cromosoma de la mitocondria, no experimente recombinación. El único cromosoma nuclear con tales características es el cromosoma Y.
Ciertos polimorfismos detectados en el cromosoma Y tienen la característica de que se variabilidad puede resumirse en unos pocos tipos (haplotipos) entre los que es posible determinar cuál es el primitivo. De forma tal que los resultados apuntan a una misma dirección, la humanidad moderna tuvo un antepasado varón que vivió en África hace entre 100 y 200 mil años.
Estos estudios han sido retomados en los últimos años por la National Geographic©, quien ha emprendido un tremendo proyecto conocido como el Proyecto Genográfico, encabezada por el genetista Spencer Wells. Éste proyecto ya ha arrojado resultados muy valiosos y continúa en pie, a continuación presentamos las rutas del origen y dispersión del hombre moderno según los ya citados estudios genéticos.
De la Eva y el Adán africano hasta hoy
La teoría del origen y poblamiento del mundo por parte del homo sapiens más aceptada hasta el momento por el mundo de la genética propone lo siguiente:
La siguiente parada de los humanos antiguos fue en Australia, el ADN de los aborígenes australianos puede rastrearse en 50 mil años, los hombres que poblaron esta parte del mundo necesariamente tuvieron que pasar por la India, y esto también lo corrobora el material genético.
De este grupo original que partió de África, hubo una sección que se dirigió a lo que hoy es China, sin evidencia de que volviesen a tener de nuevo contacto con otros humanos, de ahí que desarrollan tras generaciones, la apariencia física que los caracteriza.
Los primeros hombres que llegaron a Europa debieron provenir de Asia Central hace aproximadamente 35 mil años. La separación por "razas" entre las poblaciones mundiales debió ocurrir hace apenas 20 mil años, tiempo insuficiente para generar una variabilidad significante a nivel genotípico que sustente este término de raza.
De Asia central, partió también un grupo que llegó hasta Siberia, habitando el círculo ártico hasta pasar hace aproximadamente 13 mil años al continente americano.
Las investigaciones del proyecto genográfico han demostrado que el grupo de viajeros que cruzó de Asia a América debió contar con tan sólo dos o tres hombres.
De esta forma podemos asegurar que tanto registro fósil como evidencia genética coinciden en un punto, todos los hombres actuales descendemos de un ancestro africano.
Las propuestas de dispersión emitidas por ambas disciplinas (paleoantropología y genética evolutiva) coinciden en los punto más importantes y en fechas aproximadas, siendo el caso de que la genética sin duda aporta mucha más luz en los vacíos que nos puede dejar el registro fósil. Es digno de mención que los resultados de la investigación genética apoyan en todo sentido la teoría del poblamiento reciente de América.
Tanto el Arca de Noé como la Eva Negra, son teorías similares, basadas en diferentes registros, pero con resultados afines. Lo importante de esto es comprender que toda la diversidad humana actual tiene un punto de origen común relativamente reciente, en un mismo lugar y que las variables adaptativas regionales de nuestra especie no nos hacen diferentes más que en lo superficial, lo bello es que podemos afirmar que dentro de nuestra humanidad no existen razas, ahora sólo queda trabajar para lograr que dentro de nuestra cultura tampoco exista cosa alguna como el racismo.
La procedencia ya no es un misterio
Científicos locales han obtenido resultados preliminares de investigaciones genográficas en Panamá.
En cada una de las regiones que se visitaron para la investigación, la participación de los locales fue masiva.1331733 |
La búsqueda de una respuesta a la pregunta de dónde venimos, ha sido objeto de estudios científicos durante décadas. Sin embargo, al descifrarse la secuencia completa del genoma humano, en 2003, esta búsqueda se intensificó.
A pesar de todo, la pregunta sobre quiénes fueron el Adán y la Eva de la humanidad se mantenía sin respuesta.
Descubrimientos científicos han revelado que todos los seres humanos tienen 46 cromosomas agrupados en 23 pares; el par 23 es el que determina el sexo del individuo en base a la combinación de los cromosomas X y Y: XX define el sexo femenino y XY el masculino.
Estos cromosomas se encuentran en el núcleo de cada una de las células del ser humano. En adición, en el citoplasma de dichas células aparece una organela conocida como mitocondria, que contiene ácido desoxirribonucleico (ADN) mitocondrial (mt), que desencadena una herencia de línea materna exclusiva.
Cuando el óvulo de la mujer es fecundado, el ADN mt proveniente del padre se pierde. Por lo tanto, esa unión va a tener solamente ADN mt de la madre, lo que constituye un marcador de linaje materno exclusivamente; al igual que el cromosoma Y, que es transmitido únicamente por sus padres a los hijos varones.
Pequeñas mutaciones que se dan en la secuencia ininterrumpida del ADN mt, originan un ADN mt que da inicio a nuevas familias que se denominan haplogrupos.
Si estos cambios son los suficientemente adaptables al medio ambiente, los nuevos rasgos de estas familias prevalecerán en las futuras generaciones. Sin embargo, casos fortuitos como climas extremos, enfermedades o situaciones de hambruna acabarían con el nuevo haplogrupo.
Así se comprueba una vez más la teoría de Darwin, en la que solo el ser más adaptable y fuerte es el que sobrevive.
EL MOVIMIENTO
En 2005, la revista National Geographic, en colaboración con el biólogo Spencer Wells, comenzó un estudio dirigido a obtener una respuesta a las interrogantes sobre el origen del ser humano.
Según los estudios realizados en los últimos años, se ha descifrado que el ADN mt o la "Eva de la Humanidad" nace en el continente africano hace aproximadamente 150 mil años.
Cuando grupos de homo sapiens –hombre moderno– abandonan África y llegan al Medio Oriente, hace unos 80 mil ó 100 mil años, comienza una evolución de nuevos haplogrupos, explica el arqueólogo Richard Cooke, del Instituto de Investigaciones Tropicales Smithsonian (STRI).
El primer grupo se desplaza y coloniza lo que hoy es Europa, diversificándose: unos hacia Europa del este y otros hacia Australia, por la costa, hace aproximadamente 35 mil años. Un grupo eligió la ruta del norte de Eurasia hasta llegar al estrecho de Bering, hace unos 20 mil años.
Esta migración fue portadora de cuatro haplogrupos denominados: A, B, C y D, que se desplazaron por todo el continente americano, dispersándose y asentándose en varios sitios en un período de aproximadamente 5 mil años.
Actualmente se debate si la migración de estos grupos en América fue de manera terrestre –bordeando las costas– o una combinación de ambas, explica Cooke.
¿CÓMO LO DESCUBRIERON?
Hay pocos sitios arqueológicos en América Latina que han brindado evidencia de las primeras migraciones costeras, ya que la elevación de los niveles del mar después de la última Era del Hielo, ha dejado en las profundidades los restos que demuestran presencia humana en estos sectores.
"Al derretirse los glaciares, los océanos en todo el mundo se elevaron hasta alcanzar, desde hace unos 7 mil años, un nivel cercano al actual, trayendo como consecuencia una escasez de muestreo y poca cobertura arqueológica", aclara el científico.
Sin embargo, hay sitios que han proporcionado valiosos datos. Uno de los más puntuales ha sido Monte Verde, en Chile. "Hay evidencia de hace unos 14 mil 500 años sobre un grupo de humanos que recogía frutas silvestres, algas marinas, plantas medicinales, y que cazaba animales ahora extintos", comenta.
Otros sitios de esta época son Paisley Cave, en Oregón, Estados unidos, y Taima-Taima al noroeste de Venezuela. Taima Taima es una cueva ubicada en el estado de Falcón, en Venezuela. Su principal estudioso es Alan Bryan de la Universidad de Alberta (Canada) y tiene una antigüedad fechado de
13 000 años a.C. Los hombres de Taima Taima subsistieron con la cacería de enormes mamíferos y la recolección de frutos silvestres, habitaban en cuevas o en campamentos no permanentes y sus instrumentos eran de hueso y piedra. En el sitio arqueológico se han hallado puntas de proyectil lanceoladas, artefactos cortantes o lascas obtenidas al golpear trozos de cuarcita, raspadores, hojas bifaciales usadas como hachas y hojas con pedúnculo.Estos restos fueron ubicados junto a osamentas de mastodontes y megaterios de finales del Pleistoceno.
En Panamá hay muy poca evidencia de presencia humana. La que se ha podido obtener data de hace 13 mil años y son unos cuantos utensilios de piedra. "Sin embargo, se supone que los antecesores de los grupos que se asentaron en Chile (Monte Verde) habrían pasado por las costas panameñas", añade Cooke.
A pesar de que todos descendemos de una población que vivió en África, las personas que entraron a América no tenían rasgos físicos similares, ya que habían experimentado 50 mil u 80 mil años de evolución. Lógicamente hay cambios, comentan los especialistas.
EN PANAMÁ...
De los grupos indígenas que llegaron del norte a lo que es hoy en día Panamá, una parte continuó hacia el sur. Aquellos que se asentaron en esta zona fueron los mismos que continuaron hasta los tiempos de la conquista, e inclusive hasta nuestros días.
Por eso, al hablar de la población en la zona istmeña se debe destacar como una de las principales características, la continuidad. Los indígenas actuales que habitan en el istmo, comenta el arqueólogo del STRI Richard Cooke, pertenecen a un grupo con características genéticas y lingüísticas particulares que han permanecido en Baja Centroamérica y el norte de Suramérica.
Los movimientos locales de estos indígenas también son una demostración de la continuidad. "No han sido traídos de otras regiones", añade.
Entonces, los indígenas que conocemos hoy son descendientes directos de aquellos que llegaron desde el norte y, quizás por esto, hay una gran similitud física entre ellos. Sin embargo, existen características genéticas microevolutivas que los van diferenciando a lo largo del tiempo, produciendo separación y nuevos grupos.
ADÁN Y EVA PANAMEÑOS
En 2007 fueron encontrados, en un sitio precolombino que yace bajo las ruinas coloniales de Panamá Viejo, los restos óseos de tres personas. Estos restos tienen entre 800 y mil años de antigüedad. Bajo la iniciativa del doctor Jorge Motta y el Instituto Conmemorativo Gorgas de Estudios de la Salud (ECGES) –donde se desempeñaba como director general–, se desarrolló la logística necesaria para recolectar las muestras panameñas que más tarde se enviarían a analizar.
Con un diente y otras pocas piezas óseas de los restos hallados, la Fundación de Genealogía Molecular de Sorenson, ubicada en Utah, Estados Unidos, se mostró interesada en darle seguimiento y profundizar los estudios en Panamá. Esta fundación tiene como finalidad estructurar la genealogía mundial.
Además, el interés y la colaboración de los científicos en biología molecular Alessandro Achilli y Ugo Perego, de las Universidades de Perugia y de Pavía –ambas en Italia–, respectivamente, hicieron posible esta investigación. La Universidad de Firenze (Italia) y sus investigadores del departamento de Biología Evolutiva, también colaboraron.
Panamá, al tener una migración alta y variada, es una muestra representativa de América Latina, explica el doctor Juan Miguel Pascale, director de Genómica del ICGES. Motta explica que las secuencias del ADN mt de las mujeres que migraron al Istmo, definieron la composición racial en la línea materna de América. Agrega que "existe un concepto de raza humana. Sin embargo, es biológicamente ilógico hablar de una raza blanca, negra o amarilla, ya que se estaría hablando de fenotipos, culturas, religión, etc.".
Fue entonces cuando en enero de 2008, un grupo multidisciplinario perteneciente al ICGES decidió comenzar la investigación local que determinara cuáles habían sido los ancestros panameños. La doctora Maribel Tribaldos de Suárez, investigadora del ICGES, recorrió todo el país tomando muestras de casi mil 800 hombres y mujeres de las nueve provincias y todas las comarcas indígenas.
El estudio exigía tomar una muestra de células vivas de cada persona, a través de un método no invasivo. Este consistía en darle al participante un envase con una solución, semejante a un enjuague bucal, la cual debían mantener por un tiempo en la boca y luego depositar ese líquido en el recipiente.
Durante este proceso, las células de la mucosa bucal se desprenden y se mantienen en el líquido. Luego las muestras fueron trasladadas hasta Sorenson, explica Pascale.
Además, el participante debía llenar el gráfico de un pequeño árbol genealógico con, al menos, tres generaciones con sus nombres, sitios y respectivas fechas de nacimiento.
Los resultados arrojaron todas las mutaciones a nivel cromosómico que tuvo cada participante, logrando determinar los haplogrupos a los que pertenecen, tal como ya se ha mencionado antes en relación a que en América existen cuatro principales haplogrupos que se extendieron desde el norte del continente hasta el sur, A, B, C y D.
Dichas letras se asignan a grupos con un significado regional, racial y geográfico determinado.
Primeros RESULTADOS
El estudio buscaba determinar las mutaciones en el cromosoma Y y en el ADN mt, ambos determinantes del componente étnico de cada persona.
Los resultados preliminares de los estudios son muy claros, explican los doctores Motta y Tribaldos de Suárez: los haplogrupos que llegaron a estas tierras pertenecen en un 78% a mujeres indígenas americanas. Es decir, que más del 70% de las mujeres panameñas lleva consigo uno de estos marcadores genéticos que pertenecen a indios del norte, añade Motta.
Estudios similares se han llevado a cabo en sitios cercanos como Medellín, Colombia, arrojado resultados muy parecidos.
Pero no solo se han hecho estudios de la línea materna; también se quiso averiguar cuál había sido el Adán panameño, y los resultados indicaron que los ancestros masculinos provienen en un 81% de Eurasia, en un 8% de África, 6% de Medio Oriente y 5% de América como indica el gráfico.
La explicación dada por los investigadores a este hallazgo, es que hubo un movimiento invasivo de hombres provenientes de estos sectores, que llegaron a tierras americanas, acabaron con los hombres locales, y procrearon con las indígenas norteamericanas.
Con la poligamia como parte de la cultura general, los hombres procreaban con varias mujeres, aumentando la población. "Cuando se tomaron las muestras en las diversas provincias, la diferencia en los rasgos físicos era notoria entre unas poblaciones y otras", comenta Tribaldos de Suárez. "Esto se debe a que el fenotipo (rasgos físicos) es diferente al genotipo (constitución del ADN)", explica la investigadora.
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Reportaje al doctor Spencer Wells: especialista en genética de poblaciones
El hombre que rastreó 2000 generaciones
Wells, de 33 años, recorrió los 5 continentes siguiendo las huellas genéticas de las primeras migraciones que poblaron el planeta
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Los antepasados de estos aborígenes australianos fueron los primeros en salir de África hace 60.000 años. | |
| Aborigen bosquimano |
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Familia de chukchis, descendientes de los primeros pobladores de Siberia FOTOS: National Geographic Channel |
Tomó miles de muestras de sangre de aborígenes
Su estudio traza una línea de descendencia de 2000 generaciones
Esta se remonta 60.000 años atrás, a los hombres que salieron de Africa
Cuesta creer que los casi 6000 millones de personas que actualmente se encuentran diseminadas por todos los continentes sean los descendientes directos de tan sólo 10.000 individuos que hace 60.000 años vivían recluidos en Africa. Más increíble aún suena el hecho de que la población nativa de América descienda de un grupo de tan sólo 10 o 20 personas que se animó a cruzar el estrecho de Bering poco antes del final de la era glacial.
Quien recientemente logró armar el rompecabezas de las migraciones que permitieron al hombre poblar el planeta es Spencer Wells. Este biólogo molecular de tan sólo 33 años, egresado de las universidades de Stanford y Oxford, recorrió durante un año el globo en busca de poblaciones indígenas remotas, como los bosquimanos del Kalahari o los chukchis de Siberia, que aún hoy conservan en su sangre las huellas de esa travesía.
En diálogo telefónico con LA NACION, desde algún lugar de la India, Wells describió las caminos recorridos por el hombre primitivo desde su partida de Africa hace 60.000 años.
-¿Que lo llevó a realizar esta investigación tan ambiciosa?
-Como científico, mi trabajo se centra en el estudio de la diversidad humana: si bien en su superficie los hombres se ven distintos, a mí lo que siempre me ha interesado es buscar el origen común, tema de estudio donde se conjuga mi interés por la historia, por la biología y por la evolución del hombre.
-¿Cómo puede el estudio de la genética aportar conocimiento sobre las migraciones humanas?
-Lo que nosotros estudiamos es la genealogía, y lo hicimos a partir de los seres que viven hoy en día. Para eso extrajimos miles de muestras de sangre de personas de todo el mundo, y luego buscamos en ellas marcadores genéticos que pudieran servir como "señales en tránsito" que nos remontaran a genomas anteriores.
Los primeros marcadores que utilizamos eran ciertos cambios en el ADN. Por lo general, el genoma que se transmite a través de distintas generaciones es en gran medida inmutable. Aun así, es posible detectar algunos errores que son muy poco frecuentes; estos cambios o mutaciones se heredan, lo que nos permite establecer una línea de descendencia de abuelos, padres e hijos.
-¿En qué parte del genoma centraron el análisis?
-Nos dimos cuenta de que los cambios más importantes eran los que aparecían en el cromosoma Y (que lo transmite el padre a su hijo varón); éstos eran los que revelaban una gran cantidad de información, que nos llevó a trazar una línea de descendencia del hombre. Los datos que recabamos a través de su estudio también nos permitieron establecer un mapa que ilustra cómo el hombre pobló todo el planeta.
-¿Y cómo fue ese viaje?
Registros de una travesía Fueron 40.000 años, aproximadamente, los que transcurrieron desde que el hombre primitivo salió de Africa y llegó a América, luego de haber poblado Asia, Europa y Oceanía. Al doctor Spencer Wells, seguir el rastro genético dejado por las primeras migraciones humanas le llevó tan sólo un año. Su viaje a través de desiertos, océanos y tundras fue registrado por las cámaras de National Geographic Channel. El documental resultante -titulado "La travesía del hombre"- será emitido por esa señal el domingo 15 de diciembre (2002), a las 22. Un segundo registro de esta aventura, esta vez en papel, fue publicado a fines de octubre por la editorial británica Penguin, con el título "The Journey of Man - A Genetic Odyssey". |
-El hombre primitivo partió de Africa en dos oleadas. La primera comenzó entre 50 mil y 60 mil años atrás, y recorrió la costa sur de Asia para llegar finalmente al norte de Australia. Este viaje fue motivado por una intensa sequía que azotaba al continente africano, como resultado del período glacial, que concentró el agua en los polos. Los animales lo abandonaron buscando agua y pasturas; y los cazadores los siguieron.
La segunda salida se produjo hace 45.000 años. Esos hombres partieron a lo que hoy es Medio Oriente; un grupo siguió luego hasta India, mientras que otro llegó hasta China. Diez mil años después, de Asia central partieron grupos de viajeros hacia Europa, atravesando cubiertas de hielo habitadas por mamuts y bisontes; también de Asia central habrían de partir, 15.000 años más tarde, hacia Siberia.
Finalmente, hace 20 mil o 15 mil años atrás, un grupo de 10 a 20 personas que habitaban el Artico logró cruzar al continente americano, a través del estrecho de Bering. A medida que la era glacial retrocedía y los casquetes polares se derretían, aumentaba el nivel del mar, aislando a los pobladores americanos, que comenzaron a desplazarse hacia el Sur.
-¿El hombre primitivo que salió de Africa era un Homo sapiens o alcanzó este estadio evolutivo a lo largo del viaje?
-Ya había completado en Africa la evolución que dio como resultado el Homo sapiens.
-¿Cuáles fueron los cambios que experimentó a lo largo del viaje?
-Nuestros ancestros africanos eran hombres altos, flacos, tenían la piel oscura y el pelo enrulado, como los que uno puede encontrar hoy en países como Namibia.
A medida que se desplazaban hacia el Norte, la exposición al sol cada vez era menor, por lo que la piel se aclaró para poder sintetizar la vitamina D a partir de una menor cantidad de rayos ultravioletas. Aquellos que partieron a Siberia, por ejemplo, debieron minimizar su superficie corporal para evitar la pérdida de calor, en un intento por adaptarse al frío extremo; por eso, desarrollaron troncos robustos, dedos regordetes y piernas y brazos más cortos.
Por otro lado, entre aquellos que llegaron a Australia o, más tarde, a América, la subida del nivel del mar como resultado del fin de la era glacial les cerró el contacto con el continente asiático; ese aislamiento los llevó a desarrollar rasgos distintivos de los de sus antepasados. Algo similar ocurrió con aquellos que se desplazaron a China, que quedaron atrapados entre montañas al Norte y océanos al Sur, sin contacto con el resto de Asia.
-¿Su cronología de las migraciones surge sólo del estudio genético de sus descendientes?
-Es resultado de la combinación de nuestros hallazgos con otro cuerpo de evidencia arqueológica y climatológica previa, que nos brinda el contexto para emprender mejor el estudio de los marcadores genéticos.
-¿Cómo afecta esta idea del origen común al concepto de raza?
-En mi opinión, el término raza no tiene ningún significado. En vez de hablar de razas deberías referirnos a parentescos, pues todos tenemos un ancestro africano. Es posible establecer una línea de aproximadamente 2000 generaciones desde ese ancestro hasta el hombre de hoy; obviamente, es posible encontrar diferencias, pero para referirnos a ellas el concepto de raza resulta trivial.
Observan por primera vez a alta resolución cómo se despliega el ADN
De izquierda a derecha y de arriba a abajo, movimientos de la estructura del ADN que permiten hacerse una idea del mecanismo por el cual el ADN empieza a desplegarse. (© A. Pérez) |
Este es un proceso clave para entender la actividad de los genes y la replicación del ADN y, en un futuro, diseñar fármacos para modularlas.
La separación de las dos hebras del ADN es un proceso que ocurre en millonésimas de segundo, lo que dificulta enormemente su estudio experimental, haciendo necesaria la simulación computacional. Tras cuatro años de puesta a punto de un modelo físico efectivo y el uso masivo del supercomputador Mare Nostrum, investigadores del Instituto de Investigación Biomédica (IRB Barcelona) y el Centro de Supercomputación de Barcelona (BSC) han logrado realizar la primera simulación realista de la apertura del ADN a alta resolución. Los investigadores Modesto Orozco, jefe del grupo de Modelización y bioinformática del IRB Barcelona, Catedrático de Bioquímica de la UB y director del Departamento de Ciencias de la Vida del BSC, y Alberto Pérez, investigador Juan de la Cierva en el BSC, actualmente en la Universidad de California San Francisco (Estados Unidos), publican los resultados en la revista líder mundial en química, Angewandte Chemie.
Alberto Pérez explica que "gran parte de las funciones del ADN se dan al separarse sus dos cadenas cuando, por ejemplo, se tiene que replicar durante la división celular o en procesos de reparación. Con este estudio proponemos un mecanismo para este proceso, que a su vez, guiará a nuevos experimentos para su corroboración final".
Los investigadores han estudiado un fragmento pequeño de ADN, de 12 pares de bases (el genoma humano tiene unos 3000 millones de pares de bases), y han obtenido 10 millones de fotos estructurales que muestran la película de cómo se despliega. En este proceso han revelado dos rutas principales que llevan del estado de su estructura natural plegada a la forma desplegada. "Este proyecto", explica Orozco, "es parte de un objetivo mayor del laboratorio: intentar comprender los cambios que sufre la estructura del ADN según los procesos biológicos que ocurren dentro de la célula, como la expresión y represión de genes o la replicación o transcripción del ADN".
El ADN contiene la información genética de los seres vivos y su estructura de doble hélice fue descubierta hace ya más de 50 años por Watson y Crick. El ADN y las proteínas que lo modifican son las dianas terapéuticas más importantes en diversas patologías y de manera especial en cáncer. El trabajo del IRB Barcelona proporciona una visión detallada del mecanismo por el cual tiene lugar uno de los procesos más importante en el ADN y abre nuevas expectativas sobre la conexión entre propiedades físicas, funcionalidad y efecto farmacológico. El objetivo último es que la suma de nuevos avances conviertan al ADN en una diana farmacológica universal.
La epigenética y la morfogénesis espiritual
Bien pues está pasando lo mismo con los llamados "temas espirituales". Los espiritualistas afirman que él espíritu y el periespíritu son manifestaciones energéticas de nuestra consciencia dentro de nuestra realidad. También creemos que nuestra realidad de de naturaleza mental, y es Dios quien la soporta. Desde un punto de vista científico, más concretamente en la física cuántica, la realidad es todo energía fluctuando de diferentes formas (muchas de ellas inexplicables, como en el caso del indeterminismo cuántico), en base a probabilidades que se representan mediante campanas de gauss.
Dentro de los temas que hasta ahora eran exclusivamente espirituales y la ciencia dejaba de lado está la morfogénesis. La morfogénesis explica entre otras cosas, el porqué una célula que se duplica a si misma se puede llegar a convertir en un feto humano y posteriormente en un ser humano. También porqué dos gemelos monocigóticos (con el mismo ADN) pueden llegar a ser diferentes, tener diferentes enfermedades genéticas (como el cáncer) o tener rasgos diferentes.
La novedad es que dentro de la ciencia, acaba de nacer una nueva rama de la genética, llamada "Epigenética" que estudia entre otras cosas, aquellas que el espiritualismo lleva afirmando muchos años dentro de las teorías morfogenéticas:
La epigenética (del griego epi, en o sobre) hace referencia, en un sentido amplio, al estudio de todos aquellos factores no genéticos que intervienen en la determinación de la ontogenia. El término fue acuñado por C. H. Waddington en 1953 para referirse al estudio de las interacciones entre genes y entorno que producen los organismos. Dependiendo de la disciplina biológica, el término epigenética tiene diversos significados:
- En genética del desarrollo, la epigenética hace referencia a los mecanismos de regulación genética que no implican cambios en la secuencias de ADN
- En biología del desarrollo, el término epigenética hace referencia a la dependencia contextual de los procesos embriológicos. El contexto incluye factores epigenéticos tanto internos (materiales maternos, propiedades genéricas físicas y auto organizativas de las células y los tejidos, procesos de regulación genética, dinámica celular y tisular) como externos (temperatura, humedad, luz, radiación...)
- En biología evolutiva, el término herencia epigenética engloba a los mecanismos de herencia no genéticos.
- En genética de poblaciones se emplea la expresión variación epigenética para denominar a la variación fenotípica que resulta de diferentes condiciones ambientales (norma de reacción). Los cambios epigenéticos son cambios reversibles de ADN que hace que unos genes se expresen o no dependiendo de condiciones exteriores (polifenismo).
Asimismo el espiritualismo lleva afirmando muchos años que nuestro periespíritu actúa directamente sobre nuestro citoplasma celular a través de nuestro ADN, que funciona como antena receptora de nuestros campos energéticos espirituales. Hoy por hoy la ciencia está estudiando el comportamiento del ADN ante factores "externos" al mismo, entre otras cosas, el cómo reacciona ante estímulos de nuestra mente, pensamientos y sentimientos.
El espiritualismo y la ciencia no están llamados al confrontamiento, sino a la colaboración y el apoyo permanente, pues el destino de ambos, a medida que el ser humano evoluciona, es sin duda la unificación en la gran obra del conocimiento la realidad (el conocimiento de Dios). Un día el conocimiento científico absorberá todos aquellos campos de lo espiritual, y el conocimiento espiritual se alimentará del conocimiento científico, convirtiéndose en uno solo como lo era en la epoca prediluviana de la humanidad.
La ciencia viene a mostrar el porqué de lo espiritual, que no a desmentirlo. Animaría a todo aquel científico racionalista o materialista que antes de afirmar que no tiene alma o que lo espiritual no existe (por qué no puede verlo o medirlo), que lo investigue. ¿Acaso existía para los primeros científicos partículas más pequeñas que el átomo? No. ¿Acaso existía para ellos los grandes avances de la ciencia actual? No. ¿Existe para los científicos actuales el alma? Para algunos si, para el resto, existirá, seguro.
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