HORIZONTES DE REDES NOOSFERICAS

Nada de lo aquí escrito nos pertenece.Si hubiese alguna pertenencia,sería el lazo noetico con el cual se han atado tantas bellas flores de conocimiento que son ofrecidas a la humanidad como un ramillete de noologias...... TOD@ TEXTO/ILUSTRACION ES USAD@ CON FINES DE DIFUNDIR VISIONES SOBRE NUESTRO UNIVERSO Y SUS PENSADORES. SI ALGUIEN SE SIENTE AFECTAD@ POR ELLO, CON SUMA DILIGENCIA RETIRAMOS DE ESTE PORTAL SU APORTE SOBRE EL PARTICULAR EN RAZON DE SU SOLICITUD PERSONAL EN LA EXPLICITUD ESCRITA Y DIRECCIONADA DE SU AFECTACIÓN

jueves, 18 de junio de 2009

solsticiales....

Crepúsculo en Stonehenge, Inglaterra


Los emplazamientos megalíticos son identificados normalmente como sepulturas. Sin embargo, en Stonehenge no se aprecian ni pasillos ni cámaras funerarias. Las piedras con que fueron construidas, a veces traídas desde más de doscientos kilómetros, ponen de manifiesto el interés que tuvieron por la construcción. Fuera obra de los druidas o de poblaciones oriundas del mediterráneo, la simbología del círculo (el Sol) y de la herradura (el menguante de la Luna) abogan en favor de un centro ceremonial -alineado astronómicamente- en el que sus antiguos pobladores realizaban las ofrendas a los dioses. Mucho se ha especulado sobre Stonehenge, pero pocas veces se han descrito los datos que a ciencia cierta se conocen sobre este enigmático lugar. ¿Cuando y como fue construido? ¿Cual era su utilidad? ¿Quienes han investigado su enigmático pasado?

Los emplazamientos megalíticos son numerosos a través de Europa, la península Ibérica, Westfalia, Hesse, la cuenca parisina, Provenza, Bretaña... pero la mayoría son identificados como sepulturas. En Antequerra (España) como en New Grande (Irlanda) o en Castelet (Provenza), túmulos y dólmenes encierran siempre una o varias cámaras funerarias.

Sin embargo, al igual que Carnac, Stonehenge escapa a la regla. Ni pasillos ni cámaras funerarias: el monumento tiene ciertamente otro fin. Fuera de la hipótesis del observatorio astronómico, las explicaciones más diversas han sido propuestas. Desde la consideración de civilizaciones más avanzadas... hasta otras hipótesis, como las que admiten, dentro de la tradición druídica, que Stonehenge podría haber sido un gigantesco generador de energía, un nemetón. Este se formaría mediante la creación de una cadena humana alrededor del monumento en cada solsticio, para captar la energía y cargarse de ella siguiendo ciertas pautas rituales.

El monumento fue construido en cuatro fases con piedras de diferentes orígenes. Algunas provienen de Avenbury, a una treintena de kilómetros al noroeste, otras de los montes Prescelly en el País de Gales, a más de 200 kilómetros de Stonehenge, y de Mildford Haven, a 250 kilómetros. Las piedras azules -riolitos- incorporadas a la construcción a principios de la Edad del Bronce (segundo milenio a C), vendrían de Irlanda. Cada monolito pesa más de 50 toneladas y el conjunto, varios miles de toneladas: ¿Cómo pueblos de fines del Neolítico, de apenas algunos centenares de individuos, pudieron traer tales cargamentos con medios primitivos? ¿Y por qué haber ido tan lejos en busca de bloques de diferentes rocas?

El emplazamiento de Stonehenge fue elaborado según un plan extremadamente preciso. Una zanja circular de 4 m. de ancho por 1,50 m. de profundidad forma un primer anillo de un centenar de metros. Al interior, sobre el talud, un segundo anillo está dibujado por 56 agujeros, conocidos por el nombre de Agujeros de Aubrey, derivado del nombre de uno de los primeros exploradores del emplazamiento (1650).

Siempre concéntricos, otros dos anillos revelan cada uno 30 y 29 agujeros: éstos contienen osamentas humanas quemadas. Luego viene la parte monumental de la obra: dos círculos de piedras erguidas cubiertas de dinteles encerrando otras dos filas dispuestas en forma de herradura. Otras cinco piedras se levantan aisladas: dos, en la zona del anillo de los agujeros de Aubrey (piedras de estación destinadas a ser cambiadas de posición), una exterior, en la galería que conduce al monumento (piedra de talón, llamada así por su forma), una piedra de sacrificio a la entrada y un altar al centro.

El monumento: su ubicación y su forma

En Wiltshire, Inglaterra, se encuentra Stonehenge, el monumento megalítico más extraordinario y enigmático del mundo. Desde la Antigüedad, Stonehenge ha despertado la atención y admiración de los visitantes por su extraña y sorprendente arquitectura. No hay actualmente nada en el mundo que en manera alguna pueda compararse a este misterioso santuario, construido simplemente con grandes bloques rectangulares de piedra.

Los autores británicos John Aubrey y William Stukeley, a fines del siglo XVII y a principios del XVIII, contribuyeron fuertemente a mantener la imagen de Stonehenge como un templo druídico y sitio importante de la cultura celta. Pero, aunque fue sin duda el sitio utilizado por los druidas para sus ceremonias, los pesados megalitos estaban ahí mucho antes de la llegada de los celtas a tierras británicas, y los misterios de Stonehenge no tienen ninguna necesidad de este aporte para seguir siendo apasionantes.

Aunque hoy día se sepa que los celtas no son los constructores, éstos tuvieron en todos los tiempos un gran respeto por Stonehenge. El primer texto que menciona el sitio con exactitud se encuentra en la Historia Regnun Britanniae de Geoffroy de Monmouth (1136), uno de los autores del ciclo arturiano. Entremezclado con la leyenda, Stonehenge aparece como una creación del druida Merlín que, por obra de la magia, habría traído las piedras desde Irlanda. Luego habría utilizado las fuerzas vitales del lugar para despertar al dragón... e, igualmente, lo habría convertido como el lugar en el que los nobles de Inglaterra habrían prestado su juramento al rey Arturo.

En primer lugar, no debe extrañar que el monumento haya sido precisamente erigido en la llanura de Wiltshire, pues, como hacen notar frecuentemente los geógrafos, este región es la más elevada de las planicies del sur de Inglaterra que la rodea. Y fue en esta alta planicie en donde se levantaron los mayores campamentos prehistóricos. Por entonces las tierras bajas de Gran Bretaña eran del todo inhabitables, principalmente a causa de los espesos bosques de robles que las cubrían. Por este motivo, los primitivos agricultores buscaron para el cultivo los altos collados de tierras arcillosas y calcáreas, en donde el blando suelo de escaso grosor podía fácilmente ser trabajado, parcelando el terreno en pequeños prados para cultivar el trigo y otros granos.

Stonehenge está constituido por grandes bloques rectangulares de piedra ordenados en circulo, formando dinteles. Lo hallamos situado en el centro de un terreno rodeado por una zanja bastante profunda. La tierra sacada de esta excavación forma un ligero terraplén hacia el interior del círculo, interrumpido por una entrada bastante ancha en su lado Nordeste.

Esquema de Stonehenge y alineaciones astronómicas.

A continuación de la zanja circular, hacia el interior del circulo de tierra, hay 56 hoyos circulares formando una circunferencia o anillo en torno al monumento. La mitad de estos hoyos o fosas -llamados de Aubrey desde el siglo XVII, en honor de su descubridor- han sido excavados y marcados con cal, destacándose alrededor de Stonehenge como un enorme collar de grandes perlas blancas. Estos hoyos parecen tapar túmulos de enterramientos, sin urnas ni objetos funerarios, pero con señales de cremación, como si se hubiesen utilizado para determinados sacrificios o ceremonias en honor de ignorados dioses. En el Interior de este círculo de hoyos se encuentra enclavado el conjunto arquitectónico de monolitos de Stonehenge, que consta de dos partes: un círculo exterior de unos 34 m. de diámetro y una construcción interior en forma de herradura.

Stonehenge cuenta con diversas estructuras entre las cuales podemos destacar las siguientes:

  • Trilitos o dolmen: consisten en dos pilares de piedra coronados por un dintel elevado a 4,4 metros de altura. Estos "trilitos" son de piedra llamada "gres silicio" o "sarsen", la piedra del dintel llega a pesar siete toneladas, los pilares pesan 25 toneladas. El conjunto de dinteles y pilares tiene un conjunto de espigas y cavidades ("machihembrado") para que embonen perfectamente una piedra con otra.
  • Monolitos o Menhires: son bloques de piedra verticales.
  • Cromlech: consiste de un circulo de menhires.

La sección principal consta de un circulo de treinta columnas rectangulares coronadas con dinteles de las cuales diecisiete sobreviven y solo seis dinteles. Este circulo de piedras tiene un diámetro de 29,6 metros y sus piedras son de gres silicio de un color amarillento.

Tres metros al interior existe un segundo anillo de sesenta menhires de cuando mucho dos metros de altura cada uno. Estos menhires son de un tipo de roca eruptiva llamada "piedra azul", durísima y de reflejos azulosos, procedente de Gales. Tal parece que estos menhires tiempo atrás fueron coronados por dinteles de piedra azul. Solo quedan veinte.

Más al interior se encuentra una formación en herradura con cinco trilitos de gran tamaño. El mayor de todos de 8 metros de altura en la parte central. A cada lado dos trilitos de tamaño decreciente. Todos hechos con piedra gres silicio o sarsen.

Dentro de la formación de cinco trilitos se encuentra una herradura interior de 19 menhires de una altura inferior a los 3 metros y tallados a manera de obeliscos en piedra azul.

Finalmente en el centro se encuentra la "piedra del altar" de 4,8 metros de altura de largo, yace sobre el terreno. Esta es una piedra con un alto contenido de aluminio, lo que le da un brillo muy especial al recibir luz solar. Es de arenisca verde.

Al exterior del conjunto circular de piedras hasta ahora descrito se encuentra un conjunto de dos círculos con treinta agujeros cada uno, excavados en roca calcárea, llamados "agujeros Y" y "agujeros Z". En un circulo más exterior se localizan 56 huecos que dan la vuelta al conjunto y que reciben el nombre de Círculos de Aubrey (en honor a su descubridor Sir John Aubrey, siglo XVIII). Este anillo es circundado por un foso circular de 97,5 metros de diámetro, hecho con los restos calcáreos.

Entre los círculos de Aubrey y el foso circular se encuentran cuatro marcas denominadas "cuatro estaciones". Son dos monolitos de 2,74 y 1,22 m respectivamente, y dos montículos de tierra compactada, dispuestos alternadamente.

A 37 metros hacia el noroeste del pórtico de Stonehenge, por el camino de acceso, nos encontramos la "piedra talón" con 6,10 metros de alto, 2,74 de ancho y 2,10 de espesor y un peso superior a las 35 toneladas rodeado de un parapeto y foso circular de 4,87 metros. Las "cuatro estaciones" forman un rectángulo perfecto cuyas caras más cortas resulta paralelas al alineamiento de la "piedra talón" y el camino de acceso que desde el noreste llega a Stonehenge.

Al principio, cuando el monumento no había sido deteriorado por el paso del tiempo y por los continuos saqueos de los habitantes de la zona que acudían a ese santuario para llevarse las piedras, el círculo estaba formado por 30 columnas unidas por un dintel continuo de bloques cortos, los cuales montaban encima de las columnas o monolitos de tal manera que cada uno se apoyaba en dos columnas consecutivas. Todas estas columnas o menhires son de sarsen, una clase de piedra arenisca que se encuentra en los Marlborough Downs, a unos 30 km. al norte de Stonehenge, y cada uno de ellos pesa alrededor de 25 toneladas. Los bloques colocados encima, formando el dintel, también son de sarsen y pesan alrededor de 7 toneladas cada uno. La construcción interior, en forma de herradura, es un conjunto de cinco trilitos de sarsen. Cada una de ellos consiste en dos menhires de unas 45 toneladas, coronados por un enorme bloque que forma el dintel.

Como puede comprenderse, ese peristilo de monolitos y la herradura interior causan admiración no sólo por su grandeza sino por la precisión y finura del trabajo que ejecutaron sus misteriosos constructores. Producen también grata impresión a la vista por su coloración gris y la erosión producida por la acción del agua y el viento en el transcurso de los siglos.

Las Piedras Azules

El conjunto formado por el circulo exterior y la herradura interior que hemos descrito, está repetido a una escala mucho más pequeña con piedras azules, de las cuales quedan muy pocas hoy día. Estas piedras, o bloques, son bastante menores que las de sarsen y no tienen la finura del trabajo de las mismas.

Lo que llama más la atención en estas piedras azules es que son rocas -principalmente doleritas y riolitas volcánicas- que solamente se encuentran en cantidad en los montes de Presely, en el extremo oeste del país de Gales. Esto da idea del esfuerzo físico y las dificultades que tuvieron que vencer los constructores de Stonehenge para trasladarlas hasta Wiltshire. Al mismo, tiempo es una muestra de la importancia y veneración que debían sentir aquellos hombres prehistóricos por esas piedras azules, cuyo significado ha escapado a los estudios más profundos de los sabios de todos los tiempos.

Por su parte, los grandes bloques de piedra sarsen también reflejan el colosal trabajo y esfuerzos que debieron desplegar sus constructores, tanto para elevarlas como para pulirlas y recortarlos, pues era una época en la que el hombre sólo contaba con la fuerza de sus manos y su joven astucia para realizar tan colosales construcciones. Es por eso que, al ver Stonehenge, uno piensa que esto no puede ser de nuestro mundo.

¿Obra de Los Hiperbóreos?

Las piedras de Stonehenge son tan grandes que se diría que fueron levantadas por una raza de gigantes desaparecidos después de los primeros tiempos. Una tradición relaciona estos gigantes míticos a otro pueblo igualmente legendario: los hiperbóreos.

En la mitología griega, los hiperbóreos, que adoraban al dios Apolo, habitaban en el extremo norte de Europa. El historiador Diodoro de Sicilia (siglo I a.C.) evoca incluso un sitio que podría ser Stonehenge: Hay en la isla un recinto de Apolo y un templo ilustre, (...) los encargados son llamados boreades (...). El dios visita la isla cada 19 años, período durante el cual las estrellas vuelven a estar en el mismo lugar en el cielo.

De hecho, los hiperbóreos son probablemente los iberos, ya que es en Portugal donde se encuentran las primeras alineaciones megalíticas. Una migración diseminó a este pueblo a lo largo de las costas (golfo de Gascuña, Bretaña) hasta Irlanda e Inglaterra, donde erigieron por primera vez un fantástico círculo de piedras.

¿Quién construyó Stonehenge?

Es indiscutible que, inmediatamente después de la conquista de Inglaterra por los normandos, Stonehenge era ya conocido y venerado como una de las maravillas de Bretaña. El famoso historiador del siglo XII, Geoffrey de Monmouth, obispo de San Asaph, indicó que las famosas piedras habían sido llevadas a las llanuras de Wiltshire desde Irlanda, por el mago Merlín, en los días de Ambrosio, tío del rey Arturo. Posteriormente, según el historiador, los círculos de menhires sirvieron de lugar de enterramiento para Ambrosio y su hermano Pendragón, padre del Rey Arturo.

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Esta leyenda fue desvaneciéndose con el paso del tiempo para, en el siglo XVIII, quedar completamente desacreditada. Pero en cambio, increíblemente, se atribuyó a los druidas, sacerdotes celtas, la fundación del singular monumento, que debieron utilizarlo para rendir culto al Sol y señalar las estaciones. Más tarde se atribuyó a los romanos, a los fenicios, a los daneses... Hoy en día, gracias a los análisis del carbono C-14, se ha podido datar su antigüedad en el 1845 a C, por lo que todas esas leyendas y teorías han tenido que desaparecer, dejando paso a lo que parece ser la verdadera historia de Stonehenge.

Hacia el año 1800 a C, el sur de Inglaterra estaba poblado por pueblos neolíticos secundarios, los cuales han dejado algunos rastros de sus probables campamentos en las cercanías de Stonehenge. Se supone que debieron iniciar la construcción del monumento como santuario religioso, excavando la zanja circular y los hoyos de Aubrey por medio de astas de ciervos y huesos de animales. Por huesos humanos calcinados en esos hoyos, se cree que se utilizaban como tumbas o, quizás, como lugares de sacrificio y ofrendas a sus dioses.

Un siglo más tarde, alrededor del 1700 a C, Inglaterra fue invadida desde Holanda y la comarca del Rin por los llamados pueblos de la cerámica campaniforme. Estos pueblos, procedentes de la Península Ibérica, se hablan extendido por casi toda Europa. Conocían el metal, principalmente el cobre, el oro y el bronce, por lo que no tuvieron muchas dificultades para imponerse a los naturales, a quienes inculcaron su religión y costumbres. Fue entonces cuando, al prestar atención al iniciado santuario de Stonehenge, decidieron crear un monumento a sus dioses en aquel lugar sagrado, por lo que procedieron a traer las piedras azules desde las costas de Pembrokeshire, en Gales.

Secuencia del procedimiento para erigir los trilitos de Stonehenge.

Por aquella época se colocaron unas 80 piedras azules en el centro del monumento, formando dos círculos, en los que había una entrada al Nordeste, en dirección al punto de solsticio de verano, o sea el punto por donde salía el Sol el 21 de junio. Por causas que se desconocen, la construcción de estos círculos de piedras azules quedó interrumpida, quedando por colocar las piedras de la entrada, cuyos hoyos ya estaban excavados. Lo más probable es que alguna guerra con los pueblos que a finales del Neolítico ya poblaban las Islas Británicas, obligara a dejar abandonado el templo. Posteriormente, Stonehenge pasó por diversas fases de renovación y construcción, cuyas fechas son imposibles de precisar. No obstante, se cree que unos 1500 años a C quedó terminado en la forma que se ha conservado hasta nuestros días. Primeramente se deslizó el circulo exterior de piedras azules y, en su lugar, se colocaron los menhires y dinteles de sarsen. Dentro de este círculo se erigió la herradura de trilitos.

¿Un Santuario Astronómico?

La utilidad astronómica de Stonehenge para sus constructores sigue siendo un misterio. Se ha considerado, no obstante, que se usaba como un observatorio práctico, es decir, que sus piedras y dinteles estaban colocados de manera que se pudiera seguir el curso del Sol en el cielo y, por tanto, marcar el principio de las correspondientes estaciones. Algunos autores han creído incluso que gracias a Stonehenge se podían conocer las fases de la Luna y los eclipses de Sol.

Lo cierto es que si uno se coloca en el centro del monumento y mira en dirección a una piedra denominada Heel Stone, ve enseguida que la cima de esta piedra coincide con el horizonte, y si para ello se escoge el día del solsticio de verano, 21 de junio, el Sol sale casi justo por encima de la piedra. ¿Una casualidad? ¿Una prueba del uso del santuario?

El problema fue determinar si la Piedra del Tacón había sido emplazada en aquel lugar precisamente para que su cúspide coincidiese con el Sol naciente en determinado momento del año. Después de laboriosos cálculos astronómicos se llegó a la conclusión de que el Sol debía aparecer por la avenida central y exactamente en lo alto de la piedra en el año 1840 a C, fecha que coincide con la de la fundación de Stonehenge, por lo que debe darse por cierto que este santuario estaba estrechamente ligado a la observación del Sol. Quizás el futuro nos reserve la revelación de nuevos detalles y misterios.

Tampoco falta quien niegue rotundamente que los pueblos de la cerámica campaniforme fueran los constructores de Stonehenge, principalmente porque carecían de la suficiente imaginación para crear una cosa de tal naturaleza. Lo más probable, entonces, es que esos pueblos encontraran el monumento ya levantado y lo aprovecharan para el culto a sus dioses, igual a lo que hicieron posteriormente los druidas. Pero si aceptamos esta teoría nos quedamos con el gran misterio: ¿quién construyó Stonehenge?

Los numerosos restos humanos encontrados en el lugar indican que el sitio sirvió a menudo, a lo largo de los siglos, como lugar de sepultura. Sin embargo, todo muestra que esa no fue su primera finalidad. En efecto, después de 1961, el plano del monumento fue estudiado por el científico Gerald Hawkins, profesor de astronomía de Cambridge, y Fred Hoyle, especialista en astrofísica del Californian Institute of Technology. Su tesis es que, para un observatorio ubicado en el centro de la construcción, los megalitos se observan en líneas de mira para realzar fenómenos astronómicos. Los círculos de agujeros corresponderían al sistema simple de una máquina calculadora gigantesca y primitiva pero de una precisión sorprendente.

El anillo de los agujeros de Aubrey se relaciona con el ciclo de los eclipses lunares: Hawkins muestra incluso que corriendo cada año seis piedras de un agujero se pueden prever todos los eventos lunares para períodos muy largos. Finalmente, distintos ángulos entre las piedras solitarias definirían los solsticios y los equinoccios, las salidas y las puestas del Sol y de la Luna. Los razonamientos de Hawkins y Hoyle, incontestables en el plano astronómico, son sin embargo criticados por los arqueólogos. La multiplicidad de épocas de construcción parece contradecir la teoría de un observatorio construido con conocimiento de causa.

¿Pero por qué el mismo objetivo no habría podido ser perseguido durante varios siglos, con un perfeccionamiento progresivo del sistema? Además, la simbología del círculo (el Sol) y la de la herradura (el menguante de la Luna) abogan en favor de los astrónomos. Parece que hoy día no existirían contradicciones entre las constataciones de los arqueólogos y los astrónomos y, en todo caso, muchos concuerdan en reconocer que la precisión en los emplazamientos de los megalitos es demasiado grande para ser solo fruto del azar.

Realmente, aunque no queramos, hemos de reconocer que ese monumento es tan extraordinario por la época y lugar de su aparición, que no podemos dejar de relacionarlo con civilizaciones más avanzadas que los pueblos de la cerámica campaniforme. ¿Pero qué civilizaciones? Éste es el gran enigma: no encontramos ninguna a la cual atribuirle ese monumento. Y la conclusión final es todavía más sorprendente: ¿seres de otro mundo? Podría ser una explicación, sobretodo por la utilidad astronómica que parece tener, utilidad que no ha sido nunca bien explicada, quizá porque siempre se ha buscado en él las creencias de los pueblos de la cerámica campaniforme y no las posibilidades de otras civilizaciones superiores.

Otro hecho intrigante es que todos los monumentos y construcciones enigmáticos de las civilizaciones desaparecidas de Europa y América estén dedicados al Sol. ¿Hay algo en común entre la misteriosa civilización que construyó Stonehenge y la que parece haber dejado su sabiduría a los antiguos egipcios, aztecas y mayas? ¿Sirven sus monumentos más como un observatorio guía para extraños viajes, quizá siderales, que para templos de adoración? Esperemos que las modernas investigaciones echen un poco de luz sobre tantos misterios.

Hoy en día, este enigmático monumento megalítico está bajo la protección especial del Estado, que se ha encargado de restaurar sus partes más importantes, en un notable esfuerzo para impedir que desaparezca ese santuario que nos habla de las civilizaciones que nos han precedido y han desaparecido, dejándonos decenas de misterios sin resolver...

Stonehenge es la máxima obra de una antigua sociedad interesada en la observación de los astros y su asociación a sus creencias. Pero no es la única construcción megalítica. Por toda Irlanda, Inglaterra, España, Portugal y Francia existen diversos conjuntos de piedra con funciones astronómicas y/o rituales. Estos conjuntos en ocasiones han sido posteriormente heredados por otras civilizaciones para sus rituales propios o heredados como fueron el caso de los celtas, los druidas, los galos e incluso los cristianos, puesto que muchas iglesias han sido construidas encima de antiguos dólmenes o menhires. Este hecho, lejos de revelarse como la tendencia de la religión hacia el paganismo, es la confirmación de como nuestra relación con la naturaleza ("relación = religare = religión") no se ha perdido, y que la herencia de sitios sagrados que se ha presentado de la época neolítica a la actual es una prueba más del sincretismo religioso que mantiene unido a los seres humanos en su inquietud respecto al universo y su historia.

Igual de inquietante es la existencia de conjuntos megalíticos en otras zonas alejadas del occidente de Europa. En abril de 1998 se dio a conocer la existencia de un milenario observatorio astronómico al estilo de Stonehenge en Nabta, Egipto. En el norte de la costa este de los Estados Unidos encontramos diversos dólmenes en estados como Nueva Inglaterra, Massachusetts, Pennsylvania, Virginia y Vermont. ¿Serian estos conjuntos también productos de esa civilización pre-celta? Es una pregunta que aún resulta incomoda a arqueólogos e historiadores. El pensar que una civilización europea anterior a los vikingos y a Colón haya podido cruzar el Océano Atlántico causa mucha polémica, aunque ciertas leyendas irlandesas lo insinúan. Por el momento no hay mucho material para llegar a una contestación. Por si fuera poco un conjunto de piedras con ciertos aires megalíticos y hasta arqueoastronómicos han sido ubicados recientemente en una zona bastante alejada de los conjuntos de la costa este de los Estados Unidos. Una especie de "Stonehenge" ha sido localizado para nuestro asombro y provecho en México. Se encuentra en un lugar conocido como "las Aguilas", en las proximidades de Cuautla de la Paz, en el estado de Jalisco. Este sitio fue dado a conocer en su momento por los reporteros del equipo de "México Desconocido" y al igual que en "Stonehenge" en el solsticio de verano un rayo de luz logra colarse entre dos monolitos e ilumina con una "espiga de luz" una piedra ubicada a 15 metros de distancia. Tal parece que este conjunto megalítico desempeñaba funciones tanto ceremoniales como astronómicas, lamentablemente hace falta mucha investigación y divulgación respecto a este sitio. Por lo mismo lo mejor será no ampliarse mucho respecto a este "desconocido descubrimiento". Quien sabe, tal vez pronto hay una oportunidad para dedicarle una monografía completa.

"Ha sido creado como un arma; ha embestido como la muerte…
A los Annunaki, que eran cincuenta, los ha destruido…
El Orbitador Supremo, que vuela como un ave ha sido herido en el pecho".

Antiguo Texto Sumerio

Uno de los manuscritos más largos y completos, perteneciente al extraordinario hallazgo del Mar Muerto en 1947, habla de una guerra entre "Los Hijos de la Luz y los Hijos de las Tinieblas". Lo intrigante es que el manuscrito no sólo anticipa una guerra de humanos —y que a la luz del panorama mundial actual no resulta del todo descabellada—, sino que seres divinos se involucrarán en un enfrentamiento contra la mismísima oscuridad:

"Los Hijos de la Luz lucharán contra los Hijos de las Tinieblas con una demostración de poderío divino, en medio de un estrepitoso tumulto, en medio de los gritos de dioses y hombres".


Según el Mahabharata, un texto antiguo de la India, hubo una feroz batalla en el cielo. El vencedor fue el poderoso Indra, que combatió desde su vehículo aéreo a los asuras, que se ocultaban en sus "nubes fortalezas". Los himnos del Rig Veda describen así a la "deidad":

"Tú avanzas de combate en combate intrépidamente, destruyendo castillo tras castillo con tu fuerza. Tú Indra, con tu amigo, que hace que el enemigo se doblegue, redujiste desde lejos al astuto Namuchi.

Tú que diste muerte a Naranja, Parnaya... Tú que has destruido las cien ciudades de Vangrida.

Las crestas del noble cielo sacudiste cuando tú, atrevido, por ti mismo heriste a Sambara"

Por otra parte, en los archivos reales de la cultura hitita, se habla del dios Teshub —"Divino Tormentador"—, y de sus pretensiones por controlar las regiones superiores de la Tierra; se menciona además las batallas que el dios Kumarbi había lanzado contra él y contra sus descendientes. Al igual que el relato que ofrecen otras culturas del mundo, el vengador Kumarbi se apoya en otros "dioses" aliados para dar la batalla final.

El hilo conductor está en que los hititas, aunque pronunciaban los nombres de sus deidades en su propia lengua, los escribían utilizando la escritura sumeria… Para pensar un poco más, el término "divino" que empleaban, "DIN.GIR", es sumerio, y significa: "Los Justos de las Naves Voladoras".

Pero no todos fueron tan "justos".......Todas las referencias que disponemos, ya sean largos relatos épicos o proverbios de dos líneas, señalan a los dioses en medio de terribles batallas estelares. La epopeya hitita, con claras connotaciones sumerias, recuerda también el relato sánscrito de la batalla final entre Indra y el "demonio" Vritra:

"Y entonces se pudo contemplar una terrorífica visión, cuando dios y demonio entablaron combate. Vritra disparó sus agudos proyectiles, sus incandescentes rayos y relámpagos…

Después, los relámpagos se pusieron a centellear, los estremecedores rayos a restallar, lanzados orgullosamente por Indra…

Y de pronto el toque de difuntos de la perdición de Vritra estuvo sonando con los chasquidos y estampidos de la lluvia de hierro de Indra; perforado, clavado, aplastado, con un horrible alarido el agonizante demonio cayó de cabeza…

E Indra le dio muerte con un rayo entre los hombros…"

Los textos antiguos de la India están llenos de estas desconcertantes referencias a batallas en el cielo y vehículos voladores.

Volviendo al Mahabharata —palabra sánscrito que no en vano significa "gran guerra"— se puede leer que Maia, otra curiosa "deidad" hindú, construyó un gran habitáculo de metal, que fue trasladado al cielo… Cada una de las divinidades, como Indra, Yama, Varuna, Kuvera y Brama, disponía de uno de estos aparatos metálicos y voladores llamados "vimanas". Estos vehículos cósmicos tenían la forma de una esfera, y navegaban por los cielos por el efecto del mercurio que provocaba un gran viento propulsor. Los hombres alojados al interior de las vimanas podían recorrer grandes distancias en un instante.

Otra referencia intrigante la aporta Narada —el gran sabio de la antigua tradición— quien menciona a una "ciudad volante" perteneciente a Indra, "estacionada" interrumpidamente en el cielo; por si ello fuera poco, ese portento estaba rodeado de una "pared" blanca, que producía destellos de luz en el firmamento. "Barrera electronica de defensa" (???).....

En el Ramayana, otra antigua obra hindú, también se habla de esos misteriosos objetos volantes. Según se dice, las personas que se montaban en aquellos vehículos divinos podían viajar hacia los cielos y dirigirse inclusive a las estrellas y a mundos lejanos, para luego retornar a la Tierra.

Esta y otras epopeyas hindúes, describen batallas aéreas con "misiles" semejantes al rayo, capaces de destruir los sembrados y convertirlos en tierra yerma. Una de tales armas, desprendía "un humo más brillante que diez mil soles". La desaparición de la ciudad de Mohenjo-Daro en la India, hace unos 3.500 años, podría estar relacionada con estos relatos. Según hoy sabemos, sobre esa ciudad se produjo un resplandor deslumbrante, una gigantesca explosión con una luz totalmente cegadora y que hizo hervir los mares cercanos a este enclave costero. Si hay duda ante aquel cinematográfico efecto destructivo de las vimanas, echemos un vistazo al siguiente párrafo del "Bhisma Parva":


"Es un rayo desconocido, gigantesco, mensajero de la muerte que redujo a cenizas a los Vrishnis y a los Andhakas. Los cadáveres quemados no eran reconocibles. A los muertos se les caía el cabello y las uñas... Cukra, volando en una vimana de gran poder, lanzó sobre la triple ciudad un objeto único cargado con la fuerza del Universo. Una humareda incandescente, parecida a diez mil soles, se elevó esplendoroso. Cuando la vimana descendió del cielo, se vio como un reluciente bloque de metal posado en el suelo".

Aquellas "guerras del cielo", también son mencionadas en el Apocalipsis de San Juan (Capítulo XII), donde Miguel y sus ángeles se enfrentan al Dragón. Por otra parte, la mitología griega menciona la sublevación de los dioses ante la suprema divinidad: Zeus. Resultado de ello fue una verdadera batalla que tuvo como escenario las blancas paredes del Olimpo. Además, las culturas americanas también hablan de una guerra en los cielos que ocurrió "antes del diluvio". ¿Acaso la guerra de los dioses provocó la legendaria "inundación" del planeta? ¿Con ello no nos estaremos acercando a la historia de la Atlántida?

Como fuere, hubo un "nuevo comienzo" en el mundo luego de una catástrofe de proporciones inimaginables. El tiempo y las leyendas han ocultado el misterio. Un misterio que señala un comportamiento bélico y destructivo de los dioses o, para llamar las cosas por su nombre, de los seres extraterrestres que visitaban en aquellos tiempos nuestro planeta.

Aquellas contiendas estelares no encuentran una explicación satisfactoria únicamente en la cuarentena de protección planetaria. La sensación que dejan los relatos antiguos es que aquellos seres, los "dioses", se "conocían", y que se habían jurado batalla en la Tierra. Por alguna razón —estimo poderosa— quienes estaban en nuestro mundo cumpliendo una misión, se separaron tomando rumbos y posturas distintas. Y de un conflicto de ideas se desencadenó el accionar bélico. ...... ¿Fuimos nosotros la causa?

La leyenda , Origen de la Humanidad: Los deportados de Orión

Una de las civilizaciones extraterrestres más poderosas se encuentra diseminada en lo que llamamos Orión, la constelación del "cazador" en la mitología griega. De acuerdo a nuestra experiencia de contacto, en Orión se produjo una batalla estelar encabezada por un ser denominado Satanael. Aquella entidad, cuyo nombre se asemeja sospechosamente al "Satán" bíblico —nombre hebreo que significa "el adversario"—, dirigió una rebelión que propugnaba un cambio en la dinámica del Plan Cósmico.

Satanael no estaba de acuerdo en que la humanidad sea la civilización que debía "salvar a las otras" a través de un proyecto que no había tenido en cuenta a las propias civilizaciones de Orión. La insurrección de Satanael —y he aquí la pieza clave de aquel drama cósmico— en realidad no había germinado en Orión.

Era una postura generada por otra entidad, no extraterrestre, sino procedente del mismísimo Universo Mental. Los seres que viven allí son de energía pura, y actúan como co-creadores en el Universo Material. Por tanto nos hallamos ante un ser poderoso e impensable. Un Helell o "resplandeciente".

Fue en el Universo Mental donde se delineó los pasos del Plan Cósmico; ...ello se dio a través de un "Concilio de los Helell". No obstante, una de las entidades no estuvo de acuerdo en que el proyecto sea aplicado a una nueva humanidad, proponiendo que sean las civilizaciones extraterrestres ya existentes —como la de Orión— las depositarias de los cambios para corregir el estancamiento evolutivo en que el Universo Material se hallaba sumido.

Pero las cosas no se podían hacer así. Introducir cambios tan gravitantes en las antiguas civilizaciones extraterrestres resultaba peligroso; todas ellas habían venido experimentando un orden mental, un patrón heredado de los propio Helell, y cambiar drásticamente de enfoque podría generar el colapso. Se tenía que empezar de cero. Empezar con una nueva humanidad en donde se puedan medir, gradualmente, los cambios, y en consecuencia las respuestas que brindaría este proyecto para todo el Universo.

Lug —uno de los más poderosos Helell del Universo Mental— al ver que el proyecto se desarrolla ajeno a sus expectativas, empezará a influir en los más poderosos seres del Universo Material para boicotear la ejecución del Plan Cósmico. Lug recuerda inevitablemente a "Lucifer", palabra de origen latín que significa "el que porta la luz". Por tanto, Lucifer y Satán son dos entidades diferentes. El primero un ser ultraterrestre —como los ángeles— y el segundo un ser extraterrestre de Orión.

Satanael, por alguna razón desconocida, se había convertido en el leal seguidor de la postura de Lug. Por ello su insurrección en Orión.

Una batalla cósmica había estallado en aquellas lejanas estrellas. Empero, la Confederación de Mundos de la Galaxia logró controlar la disidencia, atrapando a Satanael y a sus principales guerreros. Posteriormente, todos ellos serían enviados a la Tierra en calidad de deportados. ¿Por qué? Su presencia en nuestro mundo procuraba que ayudasen a la humanidad, identificándose de una vez con el propósito superior del Plan Cósmico y resarciendo así el error cometido en Orión.

De allí en más, el relato de los Guías extraterrestres menciona que los oriones deportados envejecieron prematuramente en la Tierra, quizá por las condiciones diferentes de nuestro planeta —en sus mundos pueden vivir cientos o miles de años—; al perder la corporeidad, sus esencias o espíritus debían volver a Orión, a su lugar de origen.

Sin embargo, un grupo de Guardianes y Vigilantes extraterrestres sembraron en el planeta unos poderosos cristales verdes brillantes —de aspecto piramidal— para retener en nuestro mundo a los espíritus de los oriones deportados, como si la Tierra fuese un planeta-prisión. Quedarían aquí, hasta el final de los tiempos. Una historia muy similar a la de "los ángeles caídos", que menciona más de una religión.

Desde luego, aquellos seres "atrapados" en nuestro mundo han intentado liberarse. Tarea nada sencilla ya que para poder escapar de su "prisión", los espíritus de Orión necesitan tomar un cuerpo físico. Y no puede ser cualquier cuerpo. Por ello sedujeron, con un poder asombroso como maligno, a un grupo de Vigilantes extraterrestres de las Pléyades, para que se unieran a las hijas de los hombres y engendraran hijos mestizos, ideales como "envase" a tomar para luego fugar del planeta. Todo esto explica el insólito episodio que menciona el Libro de Enoch.

Los hijos mestizos serían trasladados por los Vigilantes a un grupo de islas, en el océano Atlántico, dando con ello inicio a lo que sería más tarde el reino fabuloso de Atlántida. Un reino que, penosamente, no encontró el equilibrio necesario entre la ciencia que adquirió y su improvisada aparición. Fueron poderosos, pero sus guerras y ambición —en gran medida una influencia de los oriones atrapados— generarían su propia destrucción al atraer un desastre cósmico. Hace 12.500 años esa civilización mestiza se hundió en las aguas.

Más tarde, los denodados esfuerzos de la Confederación de Mundos procuraron que no se perdiera el rumbo del proyecto en la Tierra, alentando la inserción de conocimientos para la formación de nuevas culturas post-diluvianas (o más bien, post-Atlántida­). Consecuencia de este nuevo acercamiento de instructores extraterrestres —y también de algunos sabios supervivientes del desastre atlante— nació Sumeria, Egipto, India y otras grandes culturas.

El avance fue significativo. Sin embargo, los hombres de aquel entonces crearon peligrosos lazos de dependencia con los visitantes. Finalmente, aquellos "dioses" —los instructores extraterrestres— resolvieron marcharse, hasta que la humanidad creciera lo suficiente como para comprender. Detrás de su partida nos dejaron leyendas y singulares representaciones rupestres, desconcertantes escritos religiosos, símbolos e ideogramas misteriosos, anomalías arqueológicas, entre otras piezas de este gran rompecabezas que la ciencia actual ha tildado en llamar "curiosidades" del pasado.

No nos quedaría otra alternativa que reflexionar hasta qué punto algunas religiones —muchas de ellas— puedan haber surgido del contacto con estos seres, o por lo menos, que los conocían y que ellos formaban parte importante de nuestro propio proceso como criaturas humanas......Aceptar que estuvieron aquí antes que nosotros bajo un propósito, es inquietante. Y ese es el punto: la misión que pesa sobre la humanidad.

Los "dioses" se marcharon. Pero prometieron volver. ¿Qué es lo que viene para estos tiempos?





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