2009, el año del 40 aniversario de la llegada del hombre a la Luna
La NASA, EEUU y el mundo entero celebrarán la ya mítica frase: "Un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad" pronunciada por Neil Armstrong el 20 de julio de 1969.
2009, el año del 40 aniversario de la llegada del hombre a la Luna. Geological Society of America |
Un poco antes, el hombre comenzaba por primera vez a dejar el planeta y viajar hacia la luna. Entre 1968 y 1972 los astronautas del programa Apollo de la NASA probaron nuevas aeronaves y llegaron a destinos hasta entonces inexplorados.
Todo comenzó en mayo de 1961, cuando el presidente John F. Kennedy anunció su objetivo de mandar astronautas a la Luna antes de que finalizase la década de los 60. Tres semanas después, el astronauta del Mercury Alan Shepard se convirtió en el primer americano en el espacio.
Después de ocho años de trabajo en el que participaron miles de personas, el 20 de julio de 1969 el comandante Armstrong salió del módulo lunar y dio "un pequeño paso" en el enclave conocido como 'Mar de la Tranquilidad', definiendo este gesto como "un salto gigante para la humanidad". Armstrong viajó acompañado Edwin Aldrin Junior, piloto del módulo lunar; y Michael Collins, de 38 años y piloto del módulo de mando. El acontecimiento fue televisado en todo el mundo.
Durante el camino, no faltó la innovación y la improvisación, según reconoce la agencia norteamericana. En diciembre de 1968, antes que dejar que el módulo lunar retrasara el programa, la NASA cambió los planes para poder continuar. La misión Apollo 8 iría todo el camino hacia la luna y orbitaría sin el módulo lunar; fue el primer viaje tripulado del cohete Saturno V.
Seis de estas misiones -los Apollos 11, 12, 14, 15, 16 y 17- alunizaron y estudiaron mecánica sólida, meteoritos, seísmica, campos magnéticos y vientos solares, entre otras materias. Las misiones Apollo 7 y 9 probaron las naves orbitando la Tierra; la Apollo 10 orbitó la luna mientras se ensayaba el primer aterrizaje. Una explosión en el tanque de oxígeno forzó a la misión Apolo 13 a anular su alunizaje.
El nombre del programa se inspiró en los astronautas de la misión Apollo 1 Gus Grissom, Ed White y Roger Chaffee, que perdieron la vida en un incendio durante una prueba en la plataforma de lanzamiento en 1967.
Aquella primera huella de Neil Armstrong en la Luna el 21 de julio de 1969, conmovió nuestros cimientos y representa lo que el astronauta comentó en este histórico momento: "Este es un pequeño paso para un hombre pero uno enorme para la humanidad".
La NASA, artífice de esta gran proeza ya supera los 50 años y este año se celebra el 40 aniversario de la conquista de la Luna. Nada mejor para recordar estos momentos que una visita al Centro espacial Kennedy, donde la historia de la conquista espacial, aunque no tan rápida como todos esperábamos, sigue viva y dando sus pasitos científicos hasta que lleguemos a dar otro gran salto.
El nombre de Kennedy rememora al presidente estadounidense que más fervientemente trabajó por la salida del hombre de la tierra y el centro se encuentra en la llamada "Space Coast" de Florida, a 45 minutos de Orlando, en una zona de reserva ecológica y desde donde se siguen lanzando las naves espaciales.
Los logros espaciales también han derivado en un sin fin de nuevas tecnologías que posteriormente pasaron a la industria privada y han beneficiado enormemente nuestras vidas como las redes satelitales que orbitan la tierra y que hacen posibles las avanzadas telecomunicaciones de las que disfrutamos hoy en día.
Más de millón y medio de personas visitan anualmente este complejo donde enormes naves como la Mercury-Atlas que giró alrededor de la tierra, todavía siguen asombrando a los curiosos.
La experiencia en el Centro trata de ser lo más interactiva posible y aquí podremos tocar una roca procedente de Marte, saber cómo serán los futuros vuelos espaciales y cómo se entrena un astronauta, interactuar con los simuladores de exploración aérea y conocer a los astronautas más famosos.
También se pueden observar a distancia las plataformas de lanzamientos desde el punto de observación. Por supuesto hay cine IMAX con espectaculares proyecciones y el programa ATX (que exige reserva) para experimentar el entrenamiento real de un astronauta tanto para niños y jóvenes como para familias y grupos, privados o de empresa.
Si Armstrong fue el primero en pisar la luna ¿quién tomó la foto?
Lo cierto es que el metraje del "pequeño paso" de Armstrong fue tomado por una cámara de vídeo montada en el exterior del módulo Eagle. Las fotos del primer paso dejado por Armstrong en la superficie de la luna (véase imagen) son en realidad fotos de Buzz Aldrin descendiendo por la escalera ¡tomadas por el propio Armstrong! Por otro lado, las cámaras remotas dejadas por los astronautas en la superficie de la luna pudieron grabar con facilidad el despegue del módulo lunar desde la superficie de nuestro satélite.
...la llegada del hombre a la luna (un cuento para pensar....)
Publicaba Slashdot un artículo en el que se informaba de que las cintas originales que documentaban el primer viaje tripulado a la luna, almacenadas en The National Archives de Washington, han desaparecido.
De las 700 cajas que supuestamente contenían dichas cintas han desaparecido 698. Según cuentan los técnicos de Honeysuckle Creek, que por encargo de la NASA registraron dichas cintas, estaban grabadas en un sistema de alta calidad, recodificadas para su emisión por televisión. Se trata de un documento que estaba condenado a perderse, de una u otra forma, ya que el único lugar del mundo donde aún pueden ser reproducidas las cintas, ya que conservan los equipos de la época para poder hacerlo, cerrará sus puertas y será desmantelado en el último trimestre de este mismo año. Se trata de The Data Evaluation Lab (DEL) en el Goddard Space Flight Center.
Que curioso, dentro de nada no podrán siquiera verse unas cintas originales que además acaban de desaparecer... la historia, el relato de como planeó la Casa Blanca lo que se difundiría al mundo entero tras la llegada del hombre a la luna. No se trata de teorías de la conspiración, sino de un relato apasionante.
KENNEDY TUVO UNA IDEA Y NIXON TRAZÓ EL PLAN
En 1961, John Fitzgerald Kennedy, en un famoso discurso, hizo del aterrizaje en la luna su prioridad. Un mes antes, el astronauta ruso Yuri Gagarin había sido el primer hombre en el espacio. Los soviéticos habían ganado en Corea, Berlín y Cuba, de forma que solo quedaba la luna y estaban dispuestos a hacer lo que fuera para llegar los primeros.
La tarea de llevar un hombre a la luna se confío al científico alemán, Wernher von Braun, miembro del partido nazi. Los soviéticos aceptaron el reto de Kennedy y buscaron, para comenzar la carrera espacial, a Sergei Korolev, residente en uno de los campos de concentración de Stalin. A finales de 1966 la CIA interceptó unos datos que indicaban que los soviéticos estaban listos para enviar hombres a la luna. Korolev murió a los 58 años en una sencilla extirpación de amígdalas. Los responsables del programa espacial de la NASA siguen negando aún hoy cualquier sospecha de sabotaje. Según afirman, los problemas técnicos son los que pusieron contra las cuerdas a los soviéticos, así que no hacía falta quitarse de en medio a su máximo responsable. En enero de 1967, los tres astronautas del Apollo 1 (Grissom, White y Chafee), murieron abrasados durante un ejercicio de entrenamiento. Tres meses después, el astronauta soviético Vladimir Komarov muere volviendo del espacio al no abrirse su paracaídas. Gagarin, el héroe del espacio, también murió mientras probaba un avión. El 3 de julio de 1967 el cohete soviético que debía volar a la luna explotó mientras llenaban sus depósitos, destruyendo toda la zona de lanzamiento. El sueño de los soviéticos de llevar un hombre a la luna para celebrar el 50 aniversario de la Revolución de Octubre tuvo un repentino final.
La propulsión necesaria en un cohete espacial es prácticamente la misma que en un misil militar. Los EEUU estaban impresionados por los misiles fabricados por los soviéticos. El programa Apollo, en realidad, no había sido concebido para llevar un hombre a la luna o traer muestras de rocas de otros planetas o satélites. Ese programa era la fase final de lo que acabaría siendo la guerra de las galaxias, el escudo de misiles para la defensa de EEUU. Pero hubiera sido imposible conseguir la aprobación del Congreso americano sin un apoyo popular, y la idea de un alunizaje tripulado conseguiría unir a todo el pueblo americano en su favor. El coste económico del programa era enorme, en la URSS habían quedado temblando tras el gasto, y en EEUU el número de personas de compañías aeronáuticas que trabajaban para la NASA había pasado en siete años de 30000 a casi 400000. California, Texas y Florida se repartían el pastel, un regalo divino de varios millones de dólares. No era casual, Lyndon Johnson había sido gobernador de Texas antes de convertirse en presidente. Nixon y Reagan fueron ambos gobernadores de California antes de trasladarse a la Casa Blanca. Y la familia Bush, padre e hijo, acapararon todo Texas y Florida durante años antes de iniciar su carrera presidencial. En recompensa por este inmenso regalo, las compañías aeronáuticas Boeing y General Motors financiaron generosamente las campañas del gobernador en su ascenso hasta el despacho oval.
Para justificar tan desmesurado gasto había que convencer a la población de que la carrera espacial era pacífica. Tenían que convertirla en un espectáculo. Tras varias reuniones con Walt Disney surgió una idea: solamente Hollywood, la fábrica de sueños, podía transformar el lanzamiento de un cohete en el que nadie habría reparado, en una emocionante superproducción. Pero finalmente sería Stanley Kubrick el indicado para convencer al pueblo americano. El genial director había empezado a rodar 2001: Una odisea del espacio en estrecha colaboración con la NASA, un rodaje que duraría cuatro años y cuyo visionado parcial en el sótano de la agencia espacial supuso un impacto suficiente para convencerles de que un alunizaje enloquecería a la población y, por tanto, esa obra de Kubrick sería vital a la hora de crear el ambiente necesario. La película influyó mucho en el viaje a la luna, según reconoce Farouk Elbaz, director técnico de la NASA:
FAROUK ELBAZ:
No cabe duda de que a los diseñadores e ingenieros del programa espacial les había afectado '2001′ (…).. Era absolutamente fascinante, las naves parecían exactamente iguales, por arriba era puntiaguda, después bajaba y los motores estaban atrás.
Tras ver la película, los técnicos de la NASA modificaron los trajes de los astronautas, añadiendo bastantes toques de color, aunque no fue lo único que copiaron. Pero los responsables del programa espacial estaban pensando seriamente en Hollywood, y aparte del empuje que podría dar la película de Kubrick a sus objetivos, acudieron a Jack Torrance, un joven productor de Paramount.
JACK TORRANCE:
La Casa Blanca y la NASA se dieron cuenta en seguida de que la carrera a la luna era realmente una guerra de imágenes entre los rusos y EEUU, porque nuestras instalaciones eran muy rudimentarias, y el centro espacial ridículo. Así que decidieron que la carrera espacial tenía que convertirse en un auténtico producto de Hollywood, un espectáculo. Vinieron a vernos con un objetivo, tenía que ser absolutamente asombroso. Podíamos hacerlo, todo Hollywood dejó de trabajar en otros proyectos por aquello, nunca se había visto nada igual. 700 técnicos invadieron Cabo Cañaveral (…) Y nos hicieron una promesa, nos dijeron "si hacéis esto bien, muy pronto, en las próximas elecciones, uno de vosotros será presidente, y allí estaba Rony Reagan. Reagan fue presidente de los EEUU y nos dieron carta blanca.
En Hollywood eligieron los nuevos trajes espaciales de los astronautas, cambiaron la forma de los cohetes, rediseñaron toda la iluminación, añadieron cien focos más y cambiaron la plataforma de lanzamiento para que el sol estuviera tras ella en el despegue. La hipocresía llegó hasta el punto de cubrir los motores del cohete con pan de oro, aunque no sirviese absolutamente para nada. Se trataba, sobre todo, de demostrar que todo era muy caro, y todo para una película, pero como dice Torrance: "iba a ser la película más cara de la historia del cine". El 17 de julio de 1969 el presidente de los EEUU, Richard Nixon, autorizó el lanzamiento del Apollo 11 con Neil Armstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins a bordo. 2000 espectadores se preparan para asistir al primer lanzamiento a la luna. Michael Collins nunca superó el haber sido el único de los tripulantes que no caminó por la luna y dejó de vérsele para siempre. Neil Armstrong, totalmente desorientado por su repentina fama se retiró a un monasterio. David Bowman estaba en el centro espacial de Houston aquella famosa tarde de los primeros pasos sobre la luna, en contacto permante por radio con Armstrong y Aldrin. Hoy, medio ciego por un desgraciado accidente, recuerda a Armstrong:
DAVE BOWMAN:
Le dieron el guión el día antes en un sobre sellado. La famosa frase que diría al aterrizar en la luna ("Un pequeño paso para el hombre, un gran paso para la humanidad"), leyó el guión delante de nosotros, nos miró y dijo: "¿Quien ha escrito esta mierda?". Sus bromas antes de despegar eran geniales, nos preguntaba donde estaba el dutty free, si había menús para judíos, que película pondrían en el vuelo, y cosas así.
Poco después del triunfal regreso de los tres astronautas a la tierra, y tras el periodo de cuarentena guardado rigurosamente por el presidente Richard Nixon, Edwin E. Aldrin, el segundo hombre en pisar la luna, cayó en una repentina depresión sin ningún motivo aparente. Se convirtió en alcohólico, probablemente fruto de una herencia familiar, aunque todas estas circunstancias no tienen porque tener relación con su papel en la misión espacial, y así se encargaron de señalarlo desde el propio gobierno americano. Hoy, Buzz Aldrin, explica las transformaciones que experimentó su vida, aquello que provocó en buena medida su confusión en aquellos años:
BUZZ ALDRIN:
Ocurrieron ciertas cosas sorprendentes y fuera de lo común, que influyeron en mi vida. Antes de ir a la luna, el presidente Nixon había preparado varias notas para un discurso que daría en caso de que no lográsemos regresar. Cuando te enfrentas a ese reajuste, o cambias o mueres (…) Y decidí retirarme, no solo de la NASA, sino de las Fuerzas Aéreas (…) ¿Fuimos… fue la gente a la luna o no?
Nixon estaba preparado para lo peor. La tarde del lanzamiento del Apollo 11 había grabado en secreto un mensaje televisivo anunciando la muerte de los tres astronautas. La pregunta de Aldrin cobra sentido pensando que si Nixon tuvo la sangre fría de enviar a aquellos tres hombres a morir, que crédito podemos dar a esos primeros pasos en la luna, que tanto emocionaron a toda la humanidad. El rumor ha cobrado fuerza a lo largo de los años. Kruschev planteaba en sus memorias: "¿Se han preguntado alguna vez por qué el presidente de los EEUU no estuvo presente en el lanzamiento del Apolo 11?".
Y MAS ALLA.....DE LA FICCIÓN...
"Este es el Control de Lanzamiento del Apolo 7. Estamos listos para el Apolo XI. La misión Apolo: el vuelo para descender al primer hombre en la Luna. Quince segundos, la guía es interna, doce, once, diez, nueve, la secuencia de ignición comienza, seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno, cero... !!!Todas las máquinas encendidas!!! ¡¡¡Lanzamiento, tenemos un lanzamiento!!! ¡¡¡Treinta y dos minutos después de la hora, el lanzamiento del Apolo XI!!! ¡La torre ya está superada!"
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Dos vistas del momento del despegue del Apollo XI, el 16 de Julio de 1969. El poderoso Saturno V, la creación de Werner Von Braun, alzaba así el histórico vuelo.
Y en este incandescente y estruendoso instante, el incansable esfuerzo de miles durante una década y los sueños de millones a través de los siglos convergían, mientras el majestuoso cohete Saturno V catapultaba al hombre hacia la historia y la humanidad hacia el futuro. El 16 de Julio de 1969, exactamente a las 9:32 AM hora del Este de los Estados Unidos, el corazón del mundo entero se detuvo momentáneamente, mientras tres astronautas estadounidenses: Neil A. Armstrong, Edwin Aldrin Jr., y Michael Collins, dejaban el mundo que probablemente nunca más sería el mismo y surcaban el Cosmos rumbo al primer descenso del hombre en otro cuerpo celestial: La Luna.
El épico viaje del Apolo XI había comenzado. Los siguientes tres días y medio consiguieron al Apolo XI surcando los cielos. Y mientras las hazañas del hombre y la tecnología eran llevadas a cabo sin error alguno, los ojos y corazones del mundo seguían a la nave espacial cuando ésta era disparada hacia la órbita terrestre y de allí lanzada a su trayectoria lunar.
El mundo se maravillaba mientras la tripulación maniobraba delicadamente la separación y el acoplamiento del Módulo de Comando, codificado "Columbia" y el Módulo Lunar, codificado "El Aguila" y después enviaba a la sección remanente del cohete Saturno V a una órbita solar.
La humanidad esperó pacientemente mientras el Apolo XI viajó por dos días, confiadamente acercándose a su objetivo lunar. Al tercer día entró en la órbita lunar y mientras se aprovechaba de la gravedad selenita, permanecía en órbita alrededor de la Luna por las primeras 24 horas. Finalmente, al cuarto día, la dramática separación del "Columbia" y "El Aguila", mientras la misión Apolo XI alcanzaba el umbral del logro más monumental del hombre. Aproximadamente a las 8 PM, hora GMT, con Michael Collins orbitando la Luna en el Columbia, Neil Armstrong y Edwin Aldrin comenzaron el descenso de "El Aguila" hacia la superficie lunar.
El Centro Espacial de Houston seguía muy de cerca todos los acontecimientos y había gran tensión cuando se escuchaba a Armstrong reportando el descenso. Y llegó el momento cuando se oyó: "Houston, aquí Base de la Tranquilidad. El Aguila ha descendido". Todo era alegría en toda la tierra. Solo unos centímetros de metal separaban al hombre de la superficie de otro cuerpo celestial.
Pero los astronautas sí vivieron un momento realmente dramático durante el descenso y aquí una vez más la sangre fría de Armstrong salió a relucir. Ya sobre la superficie de la Luna , él reporta con una frialdad y tranquilidad increíble lo que pasó durante el descenso.
"Houston, esto puede haberles parecido una fase final muy larga, pero el automático (piloto) nos estaba llevando hacia un cráter del tamaño de un campo de fútbol, rodeado de un número grande de montañas y rocas el doble del diámetro del cráter. Y esto requirió que nosotros volásemos manualmente sobre el campo rocoso para encontrar un área razonablemente buena".
El combustible estaba calculado solo para llegar a la superficie lunar, y en esta maniobra estuvieron los astronautas a punto de consumirlo todo. Las pulsaciones de Armstrong en ese momento llegaron a 156 por minuto. En el increíble momento de pisar la Luna las tenía en 110 por minuto, cifras éstas que para el momento histórico que vivían son bajas. Ya Armstrong había demostrado sus nervios de acero en la misión Géminis 8, cuando él y David Scott iban a acoplarse con un satélite "Agena" y uno de los cohetes de propulsión les falló y perdieron momentáneamente el control de la cápsula. Entonces él tomó el mando, apagando otro de los motores para compensar por el que falló, estabilizó la nave e hizo el acoplamiento haciendo de la misión un éxito. Ese fue el primer acoplamiento de dos vehículos en el espacio.
Así llegó la transmisión a la tierra desde la luna, el 20 de Julio de 1969, a las 10:56 pm, hora del Este de los Estados Unidos.
El 20 de Julio de 1969, a las 10:56 PM, hora del Este de los Estados Unidos, Armstrong pasó a la historia al convertirse en el primer ser humano que pisaba la Luna. Entonces pronunció esas palabras que seguirán haciendo eco a través de la historia del hombre: "Este es un pequeño paso para el hombre, un salto gigantesco para la humanidad".
Aldrin desciende el Módulo Lunar. Foto tomada por Neil Armstrong.
Veinte minutos más tarde, Edwin Aldrin (Buzz) se reunía con Armstrong en la superficie selenita para pasar también a la historia. Todo el mundo observaba por televisión los primeros pasos del hombre en nuestro satélite natural. Irónicamente, quizás el único hombre que no vio esos primeros pasos por TV fue Michael Collins, quien orbitaba la Luna en el "Columbia" y era el ser humano más cercano a Armstrong y Aldrin en ese momento. En aquel instante era un héroe olvidado. Sin duda alguna que Collins tenía que ser un hombre de mucho temple, pues su papel era my difícil. El no solo no veía lo que acontecía en la Luna , sino que, cuando pasaba por la cara oculta de nuestro satélite natural, perdía todo contacto con la Tierra y con el Módulo Lunar. Entonces quedaba en un silencio total y absoluto.
Pocos minutos después de estar Armstrong y Aldrin caminando en la Luna , el Presidente Nixon sostuvo esa histórica conversación telefónica con ellos. El les dijo:
"Hola Neil y Buzz, estoy hablando con ustedes por teléfono desde el Salón Oval de la Casa Blanca y ésta ciertamente tiene que ser la llamada telefónica más histórica jamás hecha. Simplemente no puedo decirles cuan orgullosos estamos todos de lo que ustedes han hecho. Para cada americano, este tiene que ser el día más orgulloso de nuestras vidas y para la gente alrededor de todo el mundo. Estoy seguro de que ellos también se unen con nosotros para reconocer que hazaña tan inmensa es esta.
Por lo que ustedes han hecho, el cielo se ha convertido en parte del mundo del hombre. Y mientras ustedes nos hablan desde el Mar de la Tranquilidad , nos inspiran a redoblar nuestros esfuerzos para traer paz y tranquilidad a la Tierra.
Por un momento invalorable en toda la historia del hombre, toda la gente en esta Tierra es realmente una. Una en su orgullo por lo que ustedes han hecho y una en nuestras oraciones para que ustedes retornen a salvo a la Tierra ".
Armstrong, como Comandante de la misión, fue el encargado de responder a Nixon. Ahora sí demuestra que también tiene emociones y contesta con la voz cortada por el llanto y la emoción.
"Gracias señor Presidente, es un gran honor y privilegio para nosotros estar aquí... representando... no solo a los Estados Unidos, sino... hombres de...paz de todas las naciones... hombres con interés y una curiosidad... y... hombres con una visión para el futuro. Es un gran honor para nosotros poder participar aquí hoy".
Diferentes vistas de Armstrong y Aldrin durante su caminata lunar.
Luego de que los astronautas colocaron los experimentos y equipos programados sobre la superficie de la Luna , subieron de nuevo al módulo lunar. La sección de ascenso de "El Aguila" subió para acoplarse con el Columbia. El Módulo de Servicio impulsó a los astronautas hacia la Tierra luego de que la sección de ascenso de "El Aguila" fue dejada caer sobre la Luna. El día 24 de Julio amarizaron al sudoeste de Hawai. El mundo entero les dio un recibimiento apoteósico. El sueño de Julio Verne se había hecho realidad, la proposición de Kennedy había sido ejecutada.
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Arriba a la izquierda, Armstrong dentro del módulo lunar luego de la caminata espacial. En la foto superior a la derecha, el módulo de Servicio y el de Comando con Michael Collins mientras se aproxima al Módulo Lunar. Esta era la vista que tenían Armstrong y Aldrin. En la foto inferior a la izquierda, la vista que tiene Collins desde el Módulo de Comando del Módulo Lunar en donde vienen Armstrong y Aldrin, luego de convertirse en los primeros seres humanos en caminar sobre la superficie selenita. En la foto inferior derecha, los tres atronautas desfilan por la famosa avenida Broadway de Nueva York, catalogada como las más multitudinaria concentración en dicha vía en toda su historia.
Razón tenía Tsiolkovski cuando decía: "El imposible de hoy se convertirá en el posible del mañana". La novela de Verne, tomada en su tiempo como una fantasía, como un imposible, se hizo realidad 104 años más tarde. Y es que son impresionantes las similitudes entre lo que escribió este francés y lo que ocurrió. El cilindro-cono descrito en la novela tenía 4,57 metros de altura y 2,74 metros de diámetro. Bastante parecido a los 3,9 metros de base y 3,6 metros de altura del Columbia. Verne escogió como sitio de lanzamiento un punto en la Florida a solo 225 kms al oeste de Cabo Kennedy. La velocidad de la nave de Verne era de 11.000 metros/segundo y la del Apolo, tras el encendido de la Sección SIVB , era de 10.830 metros por segundo. También describió con gran precisión el fenómeno de ingravidez al cual son sometidos los viajeros del espacio.
La exploración espacial no ha terminado, apenas está comenzando. El SER HUMANO nunca dejará de hacerse preguntas acerca del Cosmos que lo rodea. Siempre la mente del ser humano estará hambrienta de sabiduría y buscará seguir haciendo ciencia. Si LA HUMANIDAD nunca se destruye a sí mismo, no hay duda, de que un día viajará a las estrellas. El hombre es parte del Cosmos y el hacer ciencia es una manera del Cosmos conocerse a sí mismo.
En 1971 un ingeniero eléctrico llamado Leon Chua que tenía cierta inclinación por las matemáticas, se dio cuenta de que la electrónica carecía de fundamentos matemáticos rigurosos, por lo que se propuso derivarlos. Creía que en el conjunto de componentes básicos para circuitos (compuesto por el clásico trío: resistor, capacitor e inductor) había algo que faltaba. Para comprobarlo Chua examinó las cuatro magnitudes básicas que definen un circuito eléctrico: carga eléctrica, corriente, flujo magnético y voltaje. Las matemáticas indicaban que con cuatro magnitudes interrelacionadas, deberían aparecer seis clases de relaciones.
La carga eléctrica y la corriente se relacionan entre si por definición, puesto que la segunda es la variación que se da en la primera a lo largo del tiempo.Lo mismo sucedía con el flujo magnético y el voltaje. Por definición, el voltaje es la variación en el tiempo que experimenta el flujo magnético. Chua ya tenía dos de las 6 asociaciones posibles, y sabía que otras 3 correspondían a los tres elementos básicos de los circuitos tradicionales:
Un resistor (o resistencia) es un dispositivo que crea un voltaje cuando la corriente pasa a su través.
Un capacitor (o condensador) es un dispositivo que para cierto voltaje dado almacena cierta cantidad de carga.
Un inductor (o bobina) es un dispositivo que crea un flujo magnético cuando es atravesado por una corriente.
La sexta (y desconocida) relación sugería entonces que debería existir un cuarto tipo de dispositivo que relacionase la carga y el flujo magnético. ¿Pero dónde estaba ese dispositivo? No se sabía. Lo único que pudo hacer Chua entonces fue ponerle nombre (lo bautizó memristor, un cruce entre los términos memory y resistor que podríamos definir como "resistencia con memoria") y determinar la clase de cosas que este dispositivo podría hacer.
Según él, el memristor debería generar un voltaje a partir de una corriente al igual que hacen las resistencias pero de un modo mucho más complejo y dinámico. Chua imaginó que este eslabón perdido de la electrónica podría "recordar" la corriente que había fluido a su través en instantes pasados.
Su trabajo era teóricamente muy elegante pero indemostrable. ¿Cómo es posible que nadie hubiera visto algo así nunca? No es de extrañar que poco después del nacimiento ideológico del memristor, Chua abándonase el concepto.
Y así permaneció 29 años hasta que Stan Williams (de los Laboratorios Hewlewtt-Packard en Palo Alto, California) creó accidentalmente en el año 2000 el primer dispositivo resistencia-con-memoria. Williams y su equipo se preguntaban si podría crearse un interruptor rápido de de baja potencia conectando entre si dos diminutas resistencias de dióxido de titanio, de modo que la corriente de una pudiera usarse para – de algún modo – conmutar la resistencia en la otra en forma de encendido y apagado.
Y Williams descubrió que en efecto podía, pero que la resistencia en esta clase de interruptores se comportaba de un modo tan errático que resultaba imposible de predecir empleando modelos convencionales. Durante tres años Williams no pudo explicar lo que sucedía, y entonces – gracias al chivatazo de un colega – descubrió el trabajo de Leon Chua en 1971. ¡Aquello fue una revelación! Las ecuaciones que Williams había creado para tratar de describir el funcionamiento de sus resistencias interconectadas se parecían muchísimo a las derivadas por Chua en su trabajo teórico.
Además Williams pudo explicar por qué nunca se había visto un memristor con anterioridad. Su efecto depende de movimientos a escala atómica, por lo que solo pude apreciarse cuando se trabaja con dispositivos a nanoescala. En escalas milimétricas, los memristores son esencialmente invisibles. ¿Pero qué es lo que sucedía en las resistencias interconectadas de Williams?
En su estado puro de unidades de repetición compuestas por un átomo de titanio y dos de oxígeno, el dióxido de titanio es semiconductor. Pero si calentamos el material, algunos átomos de oxígeno se van dejando burbujas cargadas eléctricamente que hacen que este comience a comportarse como un metal.
En los interruptores de Williams, la resistencia superior está hecha con un semiconductor puro, y la inferior de un metal deficiente en oxígeno. Cuando se aplica un voltaje al dispositivo, este empuja a las burbujas con carga del metal hacia arriba, lo cual reduce radicalmente la resistencia del semiconductor, convirtiéndole en un verdadero conductor. Cuando se aplica un voltaje en la otra dirección el tiovivo gira en sentido contrario; las burbujas descienden de nuevo a la capa inferior y la resistencia superior vuelve a su estado de semiconductor.
Lo increíble es que cada vez que se desconecta el voltaje, el tiovivo se detiene y la resistencia permanece congelada. Cuando se vuelve a conectar el voltaje, el sistema es capaz de "recordar" en qué punto se encontraba "despertando" en el mismo nivel de resistencia que mostraba antes del apagado.
No hace falta que se diga el potencial de esta tecnología. Imaginaos que podamos remplazar las memorias flash por otras mucho más pequeñas, densas y rápidas (se podría grabar información en unos pocos nanosegundos, empleando apenas unos picojulios de energía) que careciesen de transistores, y que una vez escritas conservaran los datos incluso aunque se les privase de energía. Una nueva treta para que siga cumpliéndose la ley de Moore.
¿Es este el fin de la historia? Si solo hablásemos de un gran avance en componentes electrónicos así sería. Pero es que los memristores parecen tener también la respuesta al modo en que funciona nuestro cerebro.
Existe un ser monocelular (un extraño moho baboso llamado Physarum polycephalum) que es capaz de recordar cosas a pesar – lógicamente – de carecer de neuronas. Y por supuesto, también hya que explicar las sinapsis en nuestros cerebros y de cómo el flujo de los iones de sodio y potasio a través de las membranas de nuestras neuronas recuerda tremendamente al funcionamiento de los memristores.
Veamos la historia del memristor basándo en los datos del estupendo artículo que Justin Mullins ha publicado en New Scientist, con el papel que estas "resistencias con memoria" parecen tener en el mundo natural. Además de enumerar sus potenciales futuras aplicaciones en inteligencia artificial.
El año pasado el científico Tetsu Saisuga y sus colegas de la Universidad Hokkaido en Saporo, Japón, descubrieron algo asombroso. Estos científicos trabajaban con un extraño moho baboso llamado Physarum polycephalum, al que sometían a corrientes de aire cálido y húmedo (lo cual aceleraba su movimiento) seguidas de corrientes de aire frío y seco (lo cual ralentizaba su "reptar").
Expusieron a uno de estos seres unicelulares a 10 minutos de aire frío y luego dejaron que se calentase a temperatura ambiente durante un tiempo dado. Repitieron 3 veces esta misma secuencia y observaron como el moho retardaba su movimiento y lo aceleraba con los cambios de temperatura.
Pero luego los científicos decidieron cambiaron las reglas. En lugar de darle al moho una cuarta ráfaga de aire frío, no hicieron nada. Y para su sorpresa el P. plucephalum retardó su movimiento de nuevo anticipándose a una ráfaga de aire que nunca llegó. ¡De algún modo este diminuto ser memorizó los patrones de sucesos a los que se había enfrentado!
El trabajo de los japoneses apareció publicado en la revista Physical Review Letters, lo cual llamó la atención de Max Di Ventra, un físico de la Universidad de California en San Diego (UCSD) que era uno de los pocos que había oído hablar del trabajo teórico de Chua con los memristores. Di Ventra se dio cuenta en seguida que el moho se comportaba igual que el cuarto componente electrónico anticipado por Chua, por lo que el físico especuló que el gel viscoso que el moho utilizaba como medio motor era en realidad un análogo mecánico de los memristores.
De hecho el propio Chua había anticipado ya la idea de que los organismos biológicos podían estar empleando memristores en sus procesos de aprendizaje. En 1971, cuando Chua escribía sus primeros trabajos teóricos sobre memristores, quedó fascinado por el proceso de la sinapsis. Chua se dio cuenta de que el modo en que los iones de sodio y potasio fluyen a través de las membranas de nuestras neuronas cerebrales recordaba tremendamente al funcionamiento que deberían tener los memristores. El mismo afirmó que "los canales de iones eran el elemento de circuitos perdido que yo andaba buscando, y que ya existía en la naturaleza".
A finales del año pasado, Hewlet Packard anunció la creación del primer microchip realizado con memristores, de modo que la pregunta ahora es si nos encontramos en el umbral de una nueva era en inteligencia artificial. La conocida agencia de conceptos avanzados del ejército estadounidense DARPA así lo cree.
El año pasado DARPA anunció el nacimiento del proyecto SyNAPSE (Systems of Neuromorphic Adaptive Plastic Scalable Electronics), proyecto en el que está involucrado el equipo de nuestro viejo amigo Williams y cuyo fin es ni más ni menos que crear tecnología para máquinas neuromórficas electrónicas que resulten escalables a niveles biológicos. En pocas palabras, la gente del DARPA busca crear "el cerebro en un chip".
Según explica el colega de Williams en Hewlett Packard, Greg Snider, en el córtex cerebral de los humanos la densidad de sinapsis es de 1.010 por centímetro cuadrado, mientras que hasta el momento nuestros microprocesadores más avanzados solo alcanzan densidades 10 veces menores. Esta es la razón por la que aún no hemos visto máquinas inteligentes caminando a nuestro lado por la calle.
Snider, Williams y otros expertos como Gail Carmenter y Stephen Grossberg de la Universidad de Boston son pioneros en el complejo fin de reducir los comportamientos neurológicos biológicos a sistemas de ecuaciones diferenciales, de modo que sea posible diseñar chips híbridos (compuestos por transistores y memristores) capaces de reproducir algunos procesos del pensamiento. ¡Casi nada!
En las primeras pruebas se dieron cuenta de la dificultad de la tarea, y es que esta nueva clase de chips simplemente parece "demasiado inteligente". En lugar de dar como resultado un pulso digital estándar, estos chips híbridos producen resultados analógicos que lograban desconcertar al software típico empleado en los análisis. Esto ha obligado a los científicos a desarrollar un nuevo software de pruebas. "Todo lleva su tiempo" afirma Williams.
Por otro lado, el profesor Di Ventra y su colega Yuriy Pershin han ido más lejos y han construido una sinapsis memristiva que, según afirman, se comporta como la real. Y mientras tanto el hombre que lo inició todo, Leon Chua, no se ha dormido en los laureles sino que ha estado ocupado expandiendo su teoría de elementos fundamentales de circuitos. Para ello se ha ido preguntando qué sucedería si se combinasen las propiedades de los memristores con las de los condensadores e inductores para producir nuevos dispositivos llamados memcondensadores y meminductores; y qué pasaría luego si estos nuevos dispositivos se combinasen entre si, etc. etc.
En su opinión "los memcondensadores podrían ser más útiles incluso que los memristores, ya que carecen de resistencia". Al menos teóricamente, un memcondensador podría almacenar datos sin disipar nada de energía. Williams está de acuerdo con esta afirmación y ya ha empezado a crear el primer prototipo. Se espera que en breve publique sus primeras impresiones.
¿Asistimos al nacimiento de la tecnología que producirá los primeros seres mecánicos conscientes? Pudiera ser…
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