HORIZONTES DE REDES NOOSFERICAS

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viernes, 4 de julio de 2008

ARQUITECTOS...


Hoy, como cada 4 de julio, se celebra el Dia del Arquitecto en Venezuela, en honor a Carlos Raul Villanueva, el mas importante arquitecto venezolano, maestro de la arquitectura latinoamericana, que murió tal dia como hoy en 1974 : Cuando entres a tu casa, a un templo, a tu oficina o a un restaurante, la emoción que experimentes es en gran parte culpa de los profesionales de la arquitectura. Por dónde entras a tu casa, cuál es la altura del techo, de que material es el piso y hasta cómo entra la luz por la ventana, es una decisión de diseño del arquitecto. Asi que si te sientes a gusto en un lugar urbano construído por el ser humano, o si te sientes incómodo y ahogado, eso es responsabilidad de la mano de algaún arquiteto .
Fue para muchos 1900, la fecha de partida de un nuevo siglo, de un nuevo ideal, lleno de un renovado y universal espíritu modernizador. Para Venezuela, fue un año de profundas transformaciones en lo político y lo social, que terminó por implantar las bases que rigieron al Estado Venezolano por más de tres décadas; bien que para Caracas significó el estremecimiento de un terremoto, que junto con el nacimiento – a distancia – de Carlos Raúl Villanueva, marcarían el advenimiento de una nueva arquitectura.
El tan anhelado año 2000, por el cúmulo de bondades tecnológicas y de progreso que significaría para el escenario de la vida del Hombre, es hoy más bien aceptado por la mayoría como la fecha de partida de otro nuevo siglo, pero sin un ideal definido ni espíritu renovador. Para esta "Tierra de Gracia" nuevamente se repite su historia con profundos cambios políticos y sociales que amenazan con luenga permanencia, mientras que para la capital y su antiguo puerto de La Guaira es ocasión para la reflexión urbanística y arquitectónica, después del trágico deslave, sufrido en diciembre de 1999 y que precediera la conmemoración de los cien años del natalicio de su arquitecto por antonomasia.
El curso de la historia del genoma humano y su mundo ésta lleno de estos paralelismos y ciclos recurrentes, que hacen justificar, cada cien años, más que una celebración, la invitación para una profunda reflexión de análisis sobre una biografía y un legado que como el del Maestro Villanueva, si algo tiene de formidable, es su prodigiosa humanidad, su capacidad para mostrar la posibilidad de construir sus sueños y visiones para el ser humano, siempre concebidos, al igual que la vida misma, como una constante acción de alegría, pues, al fin y al cabo, tal como la entendía Villanueva, la creación es justamente una acción de alegría.
El recuerdo de Carlos Raúl Villanueva , como el de ningún otro arquitecto venezolano, es motivo de máxima celebración y honda reflexión -incluso debe serlo para generaciones futuras- porque hablar de Villanueva, es hablar de una de las contribuciones más valiosas para la arquitectura y su docencia, el urbanismo y sus transformaciones, las tendencias artísticas y su integración; todo en el marco de aquella Venezuela moderna y posible. A él se debe la introducción de nuevos cánones y conceptos de creación, que basados en las soluciones tradicionales para el clima y la geografía tropical, aportaron un nuevo y moderno lenguaje arquitectónico. Numerosos elementos introducidos en su arquitectura: patios, corredores, pórticos, terraza con pérgolas, brise-soleil, columnas panzudas, marquesinas, celosías y la exuberante vegetación, entre muchos otros, garantizan la íntima relación que siempre ha existido entre su "espacio interior" y su acondicionamiento ambiental.
Fue por la coyuntura política y social que vivía el país y gracias a la preferencia que siempre profesó tener hacia las instituciones del Estado, lo que favoreció la participación de Villanueva en el desarrollo de proyectos arquitectónicos y urbanísticos de dimensiones mayúsculas, transformando con ellos el perfil de la ciudad, al introducir por vez primera espacios emblemáticos, signos y símbolos de la modernidad en Venezuela.
Al postularse para el proyecto modernista de las vanguardias europeas, desde las peculiares antítesis del escenario venezolano, Villanueva tiene que desprenderse, y lo consigue pausadamente, del rígido academicismo francés de su formación y del eclecticismo reinante en la arquitectura venezolana, para llegar a dominar su propio lenguaje arquitectónico.
Y es por esta configuración en un lenguaje moderno, que las obras de Villanueva deben entenderse "como afirmaciones experimentales", sin dogmas y sin fórmulas preestablecidas que intentaron brindar soluciones a las exigencias de una sociedad asumida sin distinción de clases, aproximándola a la era tecnológica sin el menoscabo de sus ascendientes culturales, sociales, económicos y estéticos que le dan forma propia. Su extenso acervo arquitectónico logró demostrar que es posible la universalidad desde la valoración de lo local. Y es con este acontecimiento conmovedor del hecho arquitectónico, que Villanueva brindar su mejor aporte a la arquitectura moderna venezolana, incorporándola así al corpus de la arquitectura internacional del siglo XX.

Todo un legado arquitectónico asumido como acto social que va madurando con los nuevos tiempos y las influencias nacionales y extranjeras. Siempre experimentando con materiales nobles y sencillos, con el volumen y el color, con el dominio de la luz y la penumbra, con espacios fluidos y hápticos; elementos todos fundamentales de la tropicalidad de Villanueva y que le consignan la clave de su reinterpretación espacial latinoamericana. Expresada de manera magistral en su exposición de la "Síntesis de las Artes Mayores", la concepción y visión del espacio interno como elemento plástico, fue su propuesta mejor lograda, producto de la estrecha relación y afinada sensibilidad que mantuvo hacia las tendencias artísticas abstractas, especialmente las cinéticas.
Su evolución profesional, más que la de cualquier otro arquitecto latinoamericano, señala el proceso ininterrumpido de la arquitectura y la transformación de las tradiciones bajo el impacto de los cambios sociológicos, tecnológicos y estéticos de la primera mitad del siglo XX. Cada uno de sus momentos creativos, desde un ecleticismo-historicista, con las edificaciones museísticas; pasando por un primer entendimiento de lo moderno con la Casa Los Manolos, la Escuela Gran Colombia y la Reurbanización de El Silencio; su pleno dominio dentro del Centro Directivo- Cultural de la Ciudad Universitaria de Caracas, caracterizada por su obsesión por una fusión entre las artes; así como sus experiencias con la vivienda obrera multifamiliar; para llegar felizmente al termino de la decantación de su propio estilo con la búsqueda de un minimalismo en los Cubos de Montreal, son paralelos y definen a su vez, el desarrollo de la modernidad arquitectónica en Venezuela, a lo largo de cuatro décadas (1930-70).
El énfasis en la estructura como un laboratorio de construcción que se perpetúa en la forma arquitectónica, la utilización descarnada del vacío, la penumbra y el color, la transformación de la concepción contemplativa a una concepción háptica, como experiencia espacio-temporal de la arquitectura son principios fundamentales que definen su extenso trabajo y cuya concreción le valió a Carlos Raúl Villanueva su inscripción en el restringido grupo de los Maestros, hito en la historia arquitectónica continental, junto a figuras de la talla de Lucio Costa, Oscar Niemeyer, Luis Barragán, e incluso, de Luis Kahn y Alvar Aalto.
Es por todo ello que la invitación para el recuerdo del Maestro Villanueva, es una profunda reflexión sobre la vigencia de sus aportes, propuestas y soluciones, que aceptaron el desafío del futuro universal, pero sin rechazar nunca la sabiduría del pasado local.

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