Shiva danzando en Ginebra
En el hinduismo, Shiva es una de las deidades más importantes; El Señor Shiva (literalmente: el auspicioso) es la tercera persona de la Trimurti , formada por Brahma, el dios creador ; Vishnú, el conservador del universo, y Shiva, el destructor o transformador de toda la creación. En el hinduismo pueden existir diversas corrientes filosóficas y modos de pensamiento, por lo que la función de estas tres divinidades puede variar y ampliarse. Por ejemplo, para los seguidores de Vishnú, éste es "El todo poderoso", es "El absoluto", es la forma manifestada de la Conciencia Universal creadora, mejor conocida en Occidente como Dios; pero para los adoradores de Shiva, esa cualidad creadora, omnipresente y omnipotente, es una característica de Shiva, también denominado Shankara, Shambo, Ishvara, Pashupati y Nata-raja, entre otros. En realidad, para un estudioso del profundo Vedanta (una de las corrientes filosóficas más importantes de la India) todas esas divinidades no son más que formas, nombres y manifestaciones de una divinidad absoluta, sin forma, omnipotente, omnipresente, denominada Brahman (no Brahma) y que el ser humano ha establecido para explicar el universo.
Entre las variadas historias mitológicas hindúes, encontramos que Shiva participó en un concurso de baile, ante la presencia de su consorte Parvati y una asamblea, certamen en el que, obviamente, él salió vencedor. Esa danza cósmica divina y mítica se llevó a cabo en Chidambaram, al sur de la India. Es precisamente en esta región donde Shiva es principalmente adorado como el Señor de la danza o Nata-raja. Para algunos filósofos hindúes, esta representación de la deidad es la más clara imagen de la actividad de Dios.
La danza de Shiva Nata- raja es un símbolo de la unidad y ritmo de la existencia. El proceso continuo y permanente de la creación y la destrucción del mundo, del universo. Un científico o físico puede señalar que todo objeto y ser está sujeto a un cambio, como lo explicó Albert Einstein, pues la energía se transforma; pero, desde el punto de vista filosófico-religioso hindú, ese cambio cíclico (creación- transformación) es parte del juego o lila creador de la divinidad, en la que ella misma sólo funge como espectadora, ya que es inmutable y absoluta. Esa danza representa las cinco actividades de Shiva: sristi (dominio, creación, evolución), sthiti (preservación o conservación), samhara (destrucción, evolución), tirobhava (velo, ilusión, corporeidad) y anugraha (liberación o salvación y gracia divina). De manera más concisa todo lo anterior significa la creación del universo, su apoyo y presencia en el espacio universal, su disolución al final del ciclo de las cuatro eras o yugas (en el hinduismo el tiempo es cíclico y está dividido en cuatro eras o etapas, a diferencia de la concepción occidental que es lineal), el ocultamiento de la naturaleza de la divinidad y la concesión del verdadero conocimiento al ser humano.
EN SU ASPECTO SRI NATARAJA
El aspecto que está más relacionado con la Trinidad Brahmánica es el aspecto Nataraya (Nata: teatro, danza; Raja: realeza) "El Rey de la Danza Teatral" o más comúnmente llamado "El Señor de la Danza Cósmica"; un epíteto relacionado es el de Pasupati (Pasu: bestias; Pati: protector) el protector paternal de las bestias; o el de Digambara (Dig: vestimenta, Ambara: espacio) Aquél que se viste con el espacio, ya que es la deidad que luce su torso desnudo. El siguiente aspecto es el de MahaYogui (Maha: gran, Yogui: autorrealización) El gran autorrealizado, es el aspecto más conocido y venerado en la festividad de MahaSivaratri En el aspecto de Sri Nataraja se lo observa en postura de danza, ya que el sentido general de esta iconografía es que el Señor Shiva ejecuta la danza cósmica de la continuidad eterna de los ciclos de nacimientos y muertes. Es así, que generalmente detrás de Él y sujeto por siete mechones de cabello se ve el Agni Ananta (Agni: fuego; ananta: círculo) o gran círculo de fuego representando un ciclo completo.
Los relatos Shiva Purana explican cómo Shiva ofrece su cabeza para detener el descenso de la Diosa Gangá convertida en catarata, cuya potencia destruiría la tierra, así lo hizo y el agua separó su abundante y enmarañada cabellera en siete mechones, simbólicamente representan los siete brazos del río Ganges.
Su cabeza se ve coronada por una Mitra (corona) en cono truncado representación del Monte Meru o Morada de los Dioses. Luce dos aretes, uno masculino y otro femenino. De su tronco se desprenden cuatro brazos, cuyas manos adoptan diferentes posturas o sujetan algunos elementos simbólicos, dependiendo de la iconografía: una de las manos puede presentar la Simha Murkha Hasta Mudra o en cara de león o la misma sujetar un Damaru (tambor en reloj de arena) aquel que marca el ritmo de la creación. Otra mano en Mukula Hasta Mudra o en capullo, esta mano encenderá a Agni , el fuego de la aniquilación o purificación.
La cuarta mano en Abhaya Pataka (estandarte de protección) o en Ardha Candra Hasta Mudra ( Yo te protegeré por la senda de la devoción). Rodeando la cintura se observa el Yajnopavita o Cordón Sagrado (cordón de iniciación) del cual se ha despojado (ya que el mismo debe ser usado sobre el pecho) para demostrar que no existen las castas.
Una de sus piernas, levantada y con el pie en postura de Ananda Marga, señala la senda de la salvación; apoyado en su otra pierna, postura que denota la destrucción del mal, ya que aplasta las tentaciones, que en este caso están representadas por un ser pequeño, un "monstruo" enano, Mayulaga, sobre el que se halla parado, de esta forma impide que dichas tentaciones obstaculicen el sendero de la bienaventuranza. Sri Parvati es la Sakti (energía femenina), la consorte de Shiva, la cual tiene diferentes aspectos que le acompañan.
Este es el Templo de Estudio de la Historia Cósmica y Terrestre.
Porque quien conoce el pasado, posee las Claves del Futuro.
"No lo crea, pero tampoco lo niegue. Sólo considérelo... e investíguelo usted mismo".
TIAMAT Y EL ORIGEN DE LA TIERRA |
Según la Ciencia Moderna, el Sol apareció hace unos 4.700 millones de años, mientras que la Tierra comenzó a formarse 50 millones de años después. Es decir, hace unos 4.650 millones de años. Sin embargo, según Zecharia Sitchin, uno de los pocos capaces de leer y entender las antiguas Tablillas Mesopotámicas de mas de 12 años de antiguedad , aquella no era la Tierra todavía...
Según su interpretación del Enuma Elish, el más antiguo escrito sobre el origen del mundo, en el principio sólo estaba el Apsu, es decir, el Sol. Antes que la Tierra, antes que todos los demás Planetas, se formó Tiamat, un Planeta acuoso. El segundo planeta en formarse sería el pequeño Mercurio, que pasó a ocupar la primera órbita.
El espacio entre el Sol y Tiamat estaba cubierto con los elementos primordiales de ambos astros. Estos elementos se entremezclaron, dando origen a dos nuevos Planetas: Venus y Marte, que pasaron a ocupar la segunda y tercera órbitas respectivamente, y dejando a Tiamat en el cuarto lugar.
Antes de que la formación de estos se completara, comenzaron a formarse los Planetas Mayores: los gigantescos Júpiter y Saturno, que ocuparon las órbitas quinta y sexta. Saturno, «Hijo» del Sol y Tiamat, «engendró» a su vez a Urano, que ocupó la séptima órbita. Y Urano «engendró» a Neptuno, que ocupó la octava órbita. Después de esto, algunos planetas comenzaron a «forjar» satélites. Entre los satélites de Saturno se contaba Gaga: el actual Plutón.
En aquellos inicios del Sistema Solar, las órbitas planetarias no estaban del todo establecidas, y los Planetas hacían movimientos erráticos.
Este es el escenario que encontró el Planeta Marduk o Nibiru (nombres babilónico y sumerio, respectivamente) a su llegada a nuestro Sistema Solar, hace 3.900 millones de años...Los científicos han determinado que un importante evento cataclísmico sacudió a la Tierra, la Luna, y el Sistema Solar en general hace 3.900 millones de años, pero no se ha podido determinar qué fue lo que ocurrió realmente. Según Sitchin, las Tablillas Mesopotámicas nos dan la respuesta...
LA LLEGADA DE NIBIRU
Nibiru venía desde lo profundo del Espacio: hijo de otro Sol, tal vez más antiguo, se había separado de su familia planetaria «en un arrebato». Atraído por Neptuno, ingresó a nuestro Sistema Solar. Nibiru era también un Planeta recién nacido, que escupía fuego y radiaciones. Pero traía consigo algo nuevo para este Sistema Solar: la «Semilla de Vida».
¿De qué Estrella se habrá escapado Nibiru? Entre las Estrellas más cercanas a nuestro Sistema Solar se encuentran el Sistema Triple de Alfa Centauro (4,3 Años-Luz), la Estrella Barnard (5,9 AL), y el Sistema Triple de Sirio (8,5 AL). Nibiru pudo provenir de cualquiera de estas conocidas estrellas, o de cualquiera de las muchas Estrellas cercanas no tan conocidas, que existen. O incluso, de la hipotética Estrella Némesis, una Enana Marrón que conformaría un Sistema Estelar Binario con nuestro Sol.
Como quiera que haya sido, Nibiru entró moviéndose en el sentido de las manecillas del reloj, en dirección contraria a la de los Planetas del Sistema Solar, levantando emisiones eléctromagneticas y de otros tipos entre ellos. A medida que Nibiru se acercaba, los Planetas lanzaban sobre él impresionantes relámpagos, haciéndolo brillar con fuerza.
Al pasar cerca de Neptuno, el tirón gravitacional de éste provocó una protuberancia en un costado de Nibiru, y modificó su sendero orbital, orientándolo más al interior del Sistema Solar.
Al pasar por Urano, algunos trozos de materia se desprendieron de éste, originando 4 satélites, que se arremolinaron como un torbellino alrededor de Nibiru. De ahí que estos satélites reciban en el Mito Sumerio y Babilónico el nombre de «Vientos»: Viento Norte, Viento Sur, Viento Este y Viento Oeste.
La aproximación de Nibiru pronto comenzó a alterar a los Planetas Interiores: Tiamat, Marte, Venus y Mercurio.
De Tiamat se desprendieron 11 trozos de materia, una horda «rugiente y furiosa» que pasaron a convertirse en sus satélites, siendo Kingu el mayor de ellos.
Al pasar por Saturno, Nibiru expulsó a su satélite Gaga a los confines del Sistema Solar, ocasionándole una extraña órbita elíptica. Gaga o Plutón pasó, entonces, a convertirse en el noveno planeta del Sistema Solar.
Además de esto, Nibiru le arrebató otros tres satélites («Viento del Mal», «Torbellino» y «Viento Incomparable»), que quedaron girando a su alrededor, junto a los cuatro anteriores. Desde entonces, Nibiru posee 7 satélites naturales. Mientras pasaba por los Planetas Mayores Saturno y Júpiter, e influido por el gran tirón gravitacional de estos planetas, el sendero orbital de Nibiru se curvó aún más hacia dentro del Sistema Solar, poniéndolo en ruta de colisión contra Tiamat.
Debido a las influencias gravitacionales de los demás Planetas, el curso de Nibiru se hizo errático, y hasta sus satélites comenzaron a virar fuera de curso, mientras se acercaba a Tiamat. Pero la suerte ya estaba echada. Al pasar junto a Tiamat, ambos planetas se engancharon gravitacionalmente, y «Viento del Mal», fue el primero en golpear a Tiamat por la mitad, atravesándola, y dejando tras de sí una amplia hendidura.
A través de esta fisura, una inmensa descarga eléctrica saltó como una chispa desde el energéticamente cargado Nibiru. Haciéndose camino hasta las «entrañas» de Tiamat, este rayo neutralizó y extinguió sus campos electromagnéticos. En el titánico encuentro, todos los satélites de Tiamat, salvo Kingu, quedaron destrozados, pasando a convertirse en los actuales Cometas del Sistema Solar. Arrastrados por la gravedad de Nibiru, terminaron con extensas órbitas elipsoidales en sentido «retrógrado», es decir, contrario al movimiento de los demás Planetas.
Tras esto, Nibiru prosiguió su viaje, dando la vuelta en torno al Sol, para encontrarse nuevamente con Júpiter, Saturno y los demás Planetas Exteriores, hasta salir del Sistema Solar.
EL SEGUNDO ENCUENTRO
Pero el Sol ya había atrapado a Nibiru en su campo gravitatorio, y al cabo de 3600 años , éste volvió al Sistema Solar, siguiendo la misma trayectoria. En esta ocasión, también se produjeron descargas eléctricas de los demás Planetas. Al pasar por Tiamat, Nibiru lo golpeó, partiéndolo en dos, y separando, de este modo, el Hemisferio Norte del Hemisferio Sur del Planeta. Después, otro de los satélites de Nibiru («Viento Norte»), golpeó al Hemisferio Norte, empujándolo hacia el Sol, junto a Kingu, el satélite sobreviviente. Las chorreantes aguas de lo que quedaba de Tiamat, se desparramaron por el Espacio en el proceso.
Acto seguido, Nibiru golpeó el Hemisferio Sur de Tiamat, convirtiéndolo en miles de pedazos, que se esparcieron en una banda que hoy conocemos como el Cinturón de Asteroides, que hasta hoy se mueve en el mismo sentido retrógrado que Nibiru y los Cometas del Sistema Solar. En las Tablillas Mesopotámicas se conoce al Cinturón de Asteroides como «El Brazalete Celestial», «El Brazalete Repujado», «El Firmamento», o «Cinturón de Aguas Congeladas». Desde entonces, este Brazalete o Cinturón separa a los llamados Planetas Interiores de los Exteriores.
No obstante, algo bueno saldría de todo este descalabro cósmico: al golpear a Tiamat, Nibiru le había transmitido la «Semilla de Vida».
El Hemisferio Norte de Tiamat, que aún sobrevivía, se acomodó en una nueva órbita, entre Venus y Marte y, lentamente, fue tomando forma y recuperándose, hasta llegar a convertirse en la Tierra actual. El lugar donde impactó Viento Norte, empujando al Hemisferio Norte de Tiamat, es lo que conocemos hoy como la cuenca del Océano Pacífico. En cuanto al fiel satélite Kingu, continuó girando alrededor de lo que quedaba de la antigua Tiamat, siendo conocido hoy como la Luna terrestre.
Tras este período de caos, las órbitas de todos los Planetas comenzaron a estabilizarse. La órbita terrestre quedó fijada en el período de tiempo, que conocemos como AÑO, mientras que la órbita nibiruana quedó fijada en un SHAR, que corresponde a 3.600 años terrestres.
Desde entonces, han transcurrido unos 3.900 millones de años en la Tierra, y más de un millón de Shars en Nibiru. En la Tierra, emergieron las tierras de las aguas, los rayos solares calentaron y activaron las Moléculas de la Vida depositadas por Nibiru y, en
Desde entonces, han transcurrido unos 3.900 millones de años en la Tierra, y más de un millón de Shars en Nibiru. En la Tierra, emergieron las tierras de las aguas, los rayos solares calentaron y activaron las Moléculas de la Vida depositadas por Nibiru y, en un proceso de miles de millones de años, comenzó a desarrollarse, evolucionar y diversificarse la vida. Lo mismo ocurrió en Nibiru, pero como allá la «Semilla de Vida» era más antigua, la Vida Inteligente surgió mucho antes que en la Tierra.
EXTINCIONES MASIVAS
Hace 65 millones de años, un cometa o asteroide de 10 Kms de ancho cayó sobre Chicxulub, en la Península de Yucatán (México), y dejó un cráter de 175 Kms justo en el centro de lo que un día se convertiría en el dominio maya. Ese impacto, según el físico Luis Álvarez, es lo que provocó la extinción de los dinosaurios y cerca del 70% de las otras especies en el Planeta.
Uno no puede evitar preguntarse si no existe alguna clase de recuerdo transmitido a través de la evolución, o algo similar, que predisponga a los mayas a profetizar cataclismos, algo que tal vez los vuelva más sensibles a los ciclos subyacentes.
Recientemente, un alumno de Álvarez, el físico Richard Muller, junto a Robert Rohde, su estudiante de posgrado, encontraron pruebas sólidas y fiables de que se producen regularmente extinciones masivas, cada 62 ó 65 millones de años. Por desgracia, la última gran extinción masiva, la que arrasó con todos los dinosaurios y compañía, tuvo lugar hace 65 millones de años. Nos ha llegado la hora.
La Hipótesis de las Extinciones Masivas de Muller y Rohde se basa en un análisis de tres años por computadora sobre los registros fósiles de 542 millones de años, dividido en capas separadas por aproximadamente 3 millones de años.
Para su asombro, descubrieron que, con una regularidad cristalina, entre el 50-90% de los géneros zoológicos desaparecían cada 62 a 65 millones de años, el diferencial de tiempo atribuido a la fecha de 3 millones de años existente entre una capa de fósiles y la siguiente.
Muller cree que cada 62-65 millones de años la órbita del Sistema Solar pasa a través de una región de la Vía Láctea que tiene una densidad gravitacional excepcional. Según su hipótesis, ese repentino y extremo tirón gravitacional desencadena lluvias de cometas y/o asteroides que acribillan el Sol y todos los planetas, la Tierra incluida.
La perspectiva de Muller recuerda las Profecías Mayas de que el 21 de Diciembre del 2012 el Sistema eclipsará el Hunab-Ku, que es el Centro Galáctico: un Agujero Negro, el fenómeno gravitacional más denso de Universo conocido, lo que nos llevará al Apocalipsis.
LA HIPÓTESIS SHIVA
Bautizada con el nombre del dios hindú de la destrucción y la reproducción, la Hipótesis Shiva, propuesta en 1996 por M.R. Rampino y B.M. Haggerty, afirma que el Sistema Solar se balancea hacia arriba y hacia abajo mientras traza su órbita por la Galaxia, topándose periódicamente con anomalías de gravedad y energía.
La Hipótesis Shiva encaja bien con la Hipótesis de las Extinciones Masivas de Muller y Rohde, al sostener que estos traqueteos en el camino del Sistema Solar desestabilizan la Nube de Cometas de Oort, desencadenado precipitaciones de cometas asesinos.
La Hipótesis Shiva sostiene que, en los últimos 540 millones de años, cometas procedentes de la Nube de Oort han sido responsables de al menos 5 Extinciones Masivas en la Tierra. Estamos esperando la Sexta.
Las profecías sobre Shiva habían sido anticipadas de una manera bastante inquietante por la Madre Shipton, la legendaria vidente del Siglo 16 que predijo el Gran Incendio de Londres y las turbulencias y asesinatos del reinado de Enrique VIII. La última visión de la Madre Shipton relata cómo la Humanidad se lanza a la guerra y a un caos suicida como resultado de la sexta visita a la Tierra del «Dragón del Cielo»:
Un Dragón de Fuego cruzará el cielo
Seis veces antes de que esta Tierra muera.
La Humanidad temblará y se espantará
Por el Sexto Heraldo de esta profecía.
Durante siete días y siete noches,
El hombre contemplará esta visión imponente.
Las mareas subirán de manera incomprensible
Para arrasar las costas, y luego
Las montañas comenzarán a rugir
Y terremotos partirán la llanura hasta la orilla.
Y las grandes aguas entrarán con fuerza
E inundarán las tierras con tal estrépito
Que los hombres se encogerán de miedo en los pantanos,
Y les gruñirán a sus compañeros.
NUBE DE ENERGÍA
El Dr. Alexey Dmitriev, un geofísico miembro de la Academia Rusa de Ciencias, habla sobre la zona de peligro galáctico que está poniendo en riesgo al Sol, la Tierra y todo nuestro Sistema Solar.
A medida que el Sol traza una órbita en torno al Centro Galáctico, se encuentra con diferentes áreas del Espacio, algunas más energéticas que otras. Según Dmitriev, la Tormenta Eléctrica Interestelar que atravesamos en este mismo momento ha hecho que se encendieran luces rojas de alarma.
En su polémica monografía «Estado Planetofisico de la Tierra y la Vida» (1997), Dmitriev escribió:
«El aumento de la actividad solar es un resultado directo de los crecientes flujos de materia, energía e información que experimentamos a medida que avanzamos hacia la nube de energía interestelar. El Sol sufre nuevas exigencias y nosotros experimentamos el impacto de esas exigencias en nuestro propio planeta. El tiempo transcurrido hasta que las principales perspectivas de catástrofes globales se conviertan en una realidad no pasará de dos o tres docenas de vueltas de la Tierra alrededor del Sol. Esto no es ninguna exageración; de hecho, creemos que esta predicción es más bien "blanda"».
Es decir, no pasaría del 2020 ó 2030, según los cálculos más prudentes y hasta optimistas...
Para visualizar lo que ocurre a nuestro Sistema Solar, debemos imaginar una gran esfera luminosa, conocida como la Heliósfera. La luz de esta esfera es más fuerte en el centro, donde se encuentra el Sol, y va atenuándose cuanto más se aleja uno. Los distintos planetas, lunas, asteroides, cometas y restos hacen lo de siempre, giran, trazan órbitas y andan zumbando dentro de esa enorme bola luminosa. La Heliósfera, a su vez, se desplaza por el Espacio, posada en un brazo de nuestra Galaxia, y ésta también gira y vuela.
Durante mucho tiempo nos hemos limitado a suponer que siempre sería una navegación tranquila y sin problemas. Dmitriev explica que ahora la Heliósfera se ha topado con un terreno difícil, específicamente con cintas y estrías magnetizadas que contienen Hidrógeno, Helio, Hidróxilo (un Átomo de Hidrógeno unido por un solo nexo a un Átomo de Oxígeno) y otros elementos, combinaciones y compuestos: desechos espaciales, tal vez resultado de la explosión de una estrella.
Como cualquier otro objeto que viaja a través de cualquier otro medio (un bote que avanza por el agua, por ejemplo), la Heliósfera ha creado una Onda de Choque delante de ella, a medida que empuja partículas de Espacio Interestelar. Esa Onda de Choque se ha vuelto más grande y gruesa desde el momento en que la Heliósfera entró en esa región más densa del Espacio, donde es necesario apartar más partículas del camino. Dmitriev explica que la Onda de Choque de la Heliósfera se ha multiplicado por 10: de 4 a 40 Unidades Astronómicas (una Unidad Astronómica [UA] es la distancia entre la Tierra y el Sol: unos 150 millones de Kms).
Dmitriev escribió:
«El crecimiento del grosor de esta onda de choque ha causado la formación de un plasma colusivo en la capa parietal, que ha provocado un exceso de plasma en torno al Sistema Solar y, luego, su penetración en los campos interplanetarios [...]. Esta penetración constituye una donación de materia y energía que el espacio interplanetario hace a nuestro sistema solar».
En otras palabras, la Onda de Choque está envolviendo el borde anterior de la Heliósfera, de la misma manera en que las llamas envuelven la parte delantera y los lados de un Transbordador Espacial cuando éste entra en la atmósfera, salvo que los Transbordadores Espaciales poseen escudos diseñados para protegerlos y evitar que se achicharren.
Según Dmitriev, la onda de choque está presionando nuestra Heliósfera, inyectando grandes cantidades de energía en los campos interplanetarios, que sacuden el Sol y hacen que se comporte de manera errática, alteran el Campo Magnético Terrestre y, muy probablemente, exacerban el Calentamiento Global que está experimentando nuestro Planeta.
Dmitriev y sus colegas descubrieron la Onda de Choque cuando analizaban datos obtenidos por el Voyager sobre los límites más alejados de nuestro Sistema Solar. La misión comprendía dos satélites y se lanzó en 1977. Durante más de una década los satélites Voyager I y II transmitieron información detallada sobre las lunas, los anillos y los ambientes magnéticos de los Planetas más lejanos. Luego, en 1988, pusieron rumbo a la Heliopausa, la línea divisoria entre el Sistema Solar y el Espacio Interestelar, a unas 106 UA del Sol.
Usando los datos del Voyager como base, Dmitriev y sus colegas los compararon con datos e investigaciones más recientes y hallaron evidencias asombrosas y coherentes de que, desde las más diminutas y frías lunas que giran en torno a los planetas más lejanos hasta el centro del Sol, la Heliósfera exhibe un comportamiento más excitado y turbulento que hace 20 años, fecha de las primeras mediciones del Voyager.
Los científicos rusos han estudiado exhaustivamente la Nube de Energía Interestelar, en especial Vladimir B. Baranov. La obra de Baranov sobre la Hidrodinámica del Plasma Interplanetario y la desaceleración del Viento Solar producida por el medio interestelar se ha publicado ampliamente en ruso. Baranov ha desarrollado un modelo matemático de la Heliósfera basado en datos del Voyager.
En una conferencia celebrada en 1999 en Moscú, científicos planetarios de Rusia, Europa y Estados Unidos examinaron el modelo de Baranov, que implica una correspondencia del 96% entre los datos del Voyager, la información más reciente de la NASA y la ESA, y las evaluaciones básicas de energía y espacio realizadas por Dmitriev, quien cree que nuestra Heliósfera permanecerá dentro de la Onda de Choque durante los próximos 3.000 años.
La Onda de Choque es más intensa en el borde anterior de la Heliósfera a medida que ésta avanza a través del Espacio Interestelar, así como la estela de un barco es más picada en la parte delantera, en el punto donde el casco corta el agua. Por lo tanto, la Onda de Choque impacta con más fuerza en las Atmósferas, climas y campos magnéticos de los Planetas Exteriores: Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno.
Tanto en Urano como en Neptuno se han producido desplazamientos de los Polos Magnéticos, de una manera muy similar a lo que está empezando a ocurrir en la Tierra, según creen los científicos. Y las Atmósferas de ambos Planetas brillan con más luz y parecen estar calentándose, lo que ocurriría en el caso de nuevas aportaciones de energía.
Las Auroras Boreales, esos espectaculares fenómenos luminosos producidos por repentinas inyecciones de radiación en una Atmósfera, han empezado a aparecer en Saturno, que a fines de Enero del 2006 regaló a los astrónomos una tormenta eléctrica del tamaño de Marte, con relámpagos mil veces más fuertes que los que suelen darse en la Tierra. Por primera vez se han visto géiseres similares a los de Yellowstone en Enceladus, la luna de Saturno.
Júpiter está exhibiendo algunos de los efectos más pronunciados de la Onda de Choque. Su Campo Magnético ha duplicado su tamaño y en la actualidad se extiende hasta Saturno. Los Campos Magnéticos son, literalmente, Campos de Energía; para duplicar su tamaño, hace falta el doble de la cantidad de energía que los sostiene.
Desde la Tierra, el Campo Magnético de Júpiter, si fuera visible, parecería más grande que el Sol a simple vista. Se han producido Auroras Boreales entre Júpiter e Ío, su luna, que también ha exhibido una actividad volcánica sin precedentes. Pero el hallazgo más impresionante de todos tuvo lugar en Marzo del 2006, cuando se descubrió que Júpiter está generando una nueva Mancha Roja, en esencia, una tormenta electromagnética interminable, casi tan grande como la Tierra.
Los astrónomos le vienen siguiendo la pista a esta nueva Mancha Roja, conocida oficialmente como Óvalo BA, desde el año 2000, cuando tres manchas más pequeñas chocaron y se fusionaron, formando una nueva conflagración. El Óvalo BA ha crecido hasta alcanzar alrededor de la mitad del tamaño de la Gran Mancha Roja original de Júpiter, la tormenta más poderosa del Sistema Solar, que ruge desde al menos 300 años.
«Llevamos años monitorizando Júpiter para ver si el Óvalo BA se volverá rojo... y finalmente, parece que si», informa el astrónomo Glenn Orton, miembro del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de Pasadena, California. Orton explica que la profundización del color rojo del Óvalo BA indica que está creciendo e intensificándose como tormenta. ¿De donde surge la energía que alimenta esta tormenta? El JPL no da ninguna respuesta a esta pregunta. Dmitriev y Baranov apuntan a la Onda de Choque, que lanza energía a la Atmósfera de Júpiter, lo que estimula tormentas eléctricas y la erupción de volcanes en sus satélites.
Los efectos de la Onda de Choque también empiezan a detectarse en los Planetas Interiores. La Atmósfera de Marte está volviéndose más densa y, por lo tanto, potencialmente más apta para la vida, puesto que una Atmósfera más densa ofrece mayor protección contra las radiaciones cósmicas y solares. La composición química y la calidad óptica de la Atmósfera de Venus está cambiando, volviéndose más luminosa, un buen indicio de un incremento de su contenido de energía.
Aunque el Sol se encuentra en el centro de la Heliósfera y, por lo tanto, es el punto más lejano de los efectos de la Onda de Choque, es mucho más susceptible a las infusiones de energía que los Planetas. Así como el agua no puede absorber agua y la tierra no puede absorber tierra, la masa derretida de energía del Sol no puede disipar y disolver energía con la misma eficiencia que los cuerpos materiales fríos y duros de los Planetas. Por lo tanto, incluso las primeras aportaciones relativamente pequeñas de la Onda de Choque ya están produciendo impactos significativos en el Sol.
Todo lo que perturba al Sol nos perturba a nosotros. Ese es el mensaje. Desde la perspectiva de Dmitriev, todos los Planetas, incluida la Tierra, se encuentran en un doble aprieto, puesto que reciben precipitaciones radiactivas tanto directa como indirectamente a través de los trastornos que éstas crean en Sol.
REACCIÓN DE LA BIÓSFERA
Sobre los efectos del paso hacia la Nube de Energía, escribe Dmitriev:
«Los efectos en la Tierra se encuentran en la aceleración del desplazamiento de los polos magnéticos, en la distribución vertical y horizontal del contenido de ozono, y en el aumento de la frecuencia y la magnitud de significativos acontecimientos climáticos catastróficos. Las respuestas adaptativas de la biósfera, y de la humanidad, a estas nuevas condiciones pueden generar una revisión total y global de la gama de especies y de la vida en la Tierra».
El concepto de una biósfera autorregulada recuerda la Hipótesis Gaia, de James Lovelock, que sostiene que la Tierra se comporta de manera muy similar a un organismo vivo. Si, por ejemplo, la Biósfera se calentara repentinamente como resultado de la entrada en una Nube de Energía Interestelar, encontraría la manera de enfriarse, de la misma manera inconsciente y automática en que nuestros cuerpos se enfrían a través del sudor.
El mecanismo adaptativo de la biósfera ante un incremento de la temperatura podría ir de un aumento de la cobertura protectora de nubes para dar sombra a la Tierra frente a un Sol demasiado poderoso, hasta la detonación de un supervolcán, como la erupción del Lago Toba hace 74.000 años, que llevó al planeta a una Edad de Hielo.
Hay límites, desde luego, a la capacidad de la Biósfera para ajustarse con el objeto de mantener un cómodo statu quo. Y esa capacidad de compensar decrece a medida que se inhabilitan ciertos componentes clave de la biósfera, aquellos a los que Lovelock se refiere como «órganos vitales».
Utilizando sus conocimientos de minería, Dmitriev ha identificado un nuevo «órgano vital» de la Biósfera:
«Puesto que la Tierra es un organismo grande y muy organizado, cada una de sus unidades estructurales o territorios, tales como los sistemas montañosos, los ríos, las fallas tectónicas, los depósitos minerales, los yacimientos petrolíferos, etc., juegan un determinado papel funcional en su vida, y en sus conexiones con el mundo exterior. Por ejemplo, los depósitos de mineral de oro sostienen la estabilidad climática porque efectúan la conexión entre la actividad eléctrica de la atmósfera y la actividad eléctrica bajo la superficie de la Tierra».
El hecho de que la capacidad del mineral de oro y otros metales de conducir calor y electricidad termine siendo vital para la ecología global es una de esas observaciones que nos hacen llevarnos la mano a la frente, es decir, retrospectivamente obvias. ¿Qué otra manera sería más natural para eliminar el exceso de energía de la atmósfera y la superficie de la Tierra que conducirla a través de la corteza hacia el manto del planeta?
El hecho más urgente es que se han extraído esos minerales de manera agresiva desde el comienzo de la revolución industrial, hace 150 años, que justamente también es la época en que tuvo comienzo la fase actual del Calentamiento Global. Dmitriev sostiene que, al quitar esos metales, hemos disminuido la capacidad de la Tierra de absorber el exceso de energía de la atmósfera. Ello, sin duda, podría ayudar a explicar parte del aumento de la severidad de las tormentas, puestos que están sobrecargadas por la energía proveniente de la Onda de Choque.
Entrevistado por Lawrence Joseph en Noviembre del 2005, Dmitriev dijo que la Catástrofe Global —que incluye huracanes, terremotos y erupciones volcánicas que se sincronizarán y amplificarán mutuamente— probablemente tenga lugar en unos pocos años, no en unas décadas.
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