HORIZONTES DE REDES NOOSFERICAS

Nada de lo aquí escrito nos pertenece.Si hubiese alguna pertenencia,sería el lazo noetico con el cual se han atado tantas bellas flores de conocimiento que son ofrecidas a la humanidad como un ramillete de noologias...... TOD@ TEXTO/ILUSTRACION ES USAD@ CON FINES DE DIFUNDIR VISIONES SOBRE NUESTRO UNIVERSO Y SUS PENSADORES. SI ALGUIEN SE SIENTE AFECTAD@ POR ELLO, CON SUMA DILIGENCIA RETIRAMOS DE ESTE PORTAL SU APORTE SOBRE EL PARTICULAR EN RAZON DE SU SOLICITUD PERSONAL EN LA EXPLICITUD ESCRITA Y DIRECCIONADA DE SU AFECTACIÓN

domingo, 19 de abril de 2009

Preguntas sin respuesta.....





Recuerdos del Futuro: La Tecnologí­a de los Dioses

 

Tecnología de los dioses

Analizando las construcciones antiguas nos preguntamos: ¿Fueron realmente primitivas las sociedades que erigieron monumentos como las estatuas de la isla de Pascua, las ciudades de piedra de los Andes y las pirámides de Egipto?

La hazaña técnica que hizo posible la construcción de las estructuras megalíticas europeas resulta admirable; tanto, que se ha querido atribuir repetidamente un origen sobrenatural a esta actividad de nuestros antecesores históricos. Sin embargo, es difícil responder a las cuestiones que suscita el megalitismo; por ejemplo, a la pregunta de René Noorbergen: "¿Será posible que la ciencia antediluviana (o lo que sobrevivía de ella en tiempos de Stonehenge) incluyera un método para vencer la ley de la gravedad?"

Indudablemente, el intento de reconstruir los métodos que usaban los constructores del pasado conlleva muchos riesgos. Existe el peligro de entusiasmarse con una técnica sin hacer verificaciones experimentales rigurosas, o de sacar conclusiones a partir de experimentos en pequeña escala. El explorador noruego Ihor Heyerdahl incurrió en parte en este error cuando intentó reproducir las hazañas de los constructores de estatuas de la isla de Pascua.

La isla de Pascua es un punto remoto en el océano Pacífico, la más oriental de las islas de Polinesia. La isla está cubierta de sus famosas y originales estatuas, con cabezas gigantescas y sin piernas. Se conocen unas 1.000, por lo menos. De ellas, algunas yacen aún en las canteras, de donde no fueron retiradas; otras están estropeadas y mutiladas; pero la mayoría se yerguen sobre la isla rocosa y estéril. Miden entre 4 y 5 metros, y muchas de ellas pesan 20 toneladas. ¿Cómo fueron trasladados estos monstruos pétreos hasta sus actuales emplazamientos?

Heyerdahl se había especializado en demostrar lo "indemostrable": él fue quien, con la expedición de la Kon-Tiki, realizó una travesía del Pacífico desde Perú a Polinesia con medios tecnológicos muy primitivos, y aclaró el posible parentesco entre el arte incaico y el polinesio. Posteriormente (en 1956), en el transcurso de sus trabajos en la isla de Pascua, intentó responder a esta otra pregunta. Organizó a una docena de habitantes de la isla para que trasladaran una estatua y la levantaran. Tardaron 18 días, pero al final lo lograron.

¿Dioses que andaban?

Esta hazaña fue justamente criticada, y se la considera una contribución poco relevante para resolver el enigma de la isla de Pascua. La cabeza que se trasladó era una de las más pequeñas (pesaba menos de 15 toneladas). Fue desplazada sólo unos 100 m. por un terreno liso y arenoso, y con la ayuda de sogas modernas. Esto tiene poco que ver con el viaje de 6,5 km que hizo la mayor de las estatuas de la isla, un gigante de 80 toneladas. Las estatuas tampoco sufrían daños cuando eran levantadas, mientras que el grupo de Heyerdahl estropeó la cabeza de la estatua que transportó.

Pero ni las teorías de los sabios cómodamente sentados en sus poltronas, ni los penosos experimentos llevados a cabo in situ por Heyerdahl y otros, logran desvanecer las dudas que emanan del impresionante paisaje de la isla de Pascua, ni la idea de que esos antiguos dioses (si eso es lo que eran) "anduvieron" hasta sus emplazamientos definitivos por medios que no logramos comprender, y allí quedaron petrificados.

 
En 1956 se quiso demostrar que las estatuas de la isla de Pascua, fueron hechas sin problemas por sus antiguos habitantes, pero ademas de romper la estatua usada, no se dieron cuenta que usaron cuerdas modernas para levantarla.

Y hace falta aguzar aún más el ingenio para descubrir la forma en que fueron construidas las ciudades y fortalezas de los Andes. Tiahuanaco se halla a 4.000 m sobre el nivel del mar, una altitud que los visitantes sienten en sus pulmones si no han nacido en aquellas alturas. La ciudad, situada en el territorio actual de Bolivia, no está lejos del lago Titicaca. Nadie sabe con exactitud cuándo fue construida: quizá entre los años 6200 y 1600 antes de nuestra era; quizá antes; quizá después. Sus templos son macizos e impresionantes. Los bloques que los componen son enormes (algunos pesan 100 toneladas). Se han encontrado las canteras de donde provienen, y están a distancias que oscilan entre los 100 y los 200 km.

¿Esclavos y hombres libres?

No existe ninguna representación gráfica de los trabajos de construcción de Tiahuanaco. Parte de las piedras, por lo menos, fueron traídas a través del lago, durante la estación en que sus aguas crecen. Pero otras tienen que haber venido por tierra; quizá se construyeron rampas lubricadas con arcilla húmeda para hacer subir las piedras por las cuestas. La ciencia convencional sostiene que si éste no fue el sistema empleado, tuvo que ser otro parecido. Sabemos tan poco de la sociedad que construyó Tiahuanaco, que es posible suponer que grandes cantidades de esclavos u hombres libres pudieron haber tirado de los bloques.

Pero tampoco podemos criticar a la ligera a los teóricos menos convencionales cuando éstos descartan estas conjeturas y en cambio recuerdan las leyendas que los incas contaron a los españoles en el siglo XVI. Esas leyendas afirmaban que Tiahuanaco fue construida por seres barbados de piel blanca, dirigidos por el dios Tiki Viracocha. Thor Heyerdahl bautizó Kon-Tiki a su balsa porque creía que ese mismo pueblo se había hecho a la mar en dirección al oeste, para fundar la sociedad constructora de estatuas de la isla de Pascua. Así quedan vinculadas las habilidades casi mágicas de los pobladores de Pascua con la supertecnología de la que parecen dar fe las ruinas de Tiahuanaco.

Heyerdahl sostiene que los primeros colonizadores usaban balsas, y no cree en la posibilidad de una intervención extragaláctica. Erich von Daniken, en cambio, afirma que los seres de cuatro dedos que aparecen grabados en algunas piedras de Tiahuanaco son retratos de antepasados de cuatro dedos que llegaron desde el espacio. Para terminar con estas especulaciones, seria necesario que algún arqueólogo demostrara que las explicaciones convencionales son factibles organizando el transporte de un bloque de 100 toneladas por un terreno irregular (bosques y ríos incluidos) en una distancia de 160 km.

La única de las siete maravillas del mundo antiguo que sigue en pie, la gran pirámide de Gizeh, a unos kilómetros al sudoeste de El Cairo, ha sido objeto de especulaciones durante siglos. Fue construida en el siglo XXVI a.C. para el faraón Keops. Mide 137 m de altitud sobre el suelo de roca nivelada, y su base cubre un área de 5,2 ha. Se calcula que la pirámide está compuesta por 2.500.000 bloques de piedra arenisca, que pesan unos 6,5 millones de toneladas. Cuando estaba recién construida, la tumba real resplandecía de blancura, ya que estaba forrada de piedra caliza alisada; este recubrimiento fue objeto de pillaje hace mucho tiempo.

¿Cómo se levantó esa estructura? Escritores como René Noorbergen y Erich von Daniken afirman que 2 millones y medio de bloques, con un peso promedio de 2,5 toneladas, no pudieron ser transportados y manipulados por 100.000 hombres (cifra que proporciona el historiador griego Herodoto) durante los 22 años que duró el reinado de Keops. Siguiendo con las estadísticas, Noorbergen llega a la conclusión de que estamos hablando de un proyecto que requirió por lo menos un millón de personas, es decir, un tercio a la mitad de la población estimada de todo Egipto alrededor del año 2700 a.C.

Noorbergen también habla mucho de la cantidad de madera necesaria para construir las barcazas que traían los bloques por el Nilo desde lugares tan lejanos como Asuán (960 km), y para los deslizadores o rodillos con los que eran colocados en su posición. Asegura que "los matemáticos nos dicen que se hubiesen necesitado 26 millones de árboles para fabricar la cantidad necesaria de balsas y rodillos."

Sin embargo, no hay que perder de vista el hecho de que la mayor parte del núcleo de piedra arenisca de la gran pirámide fue extraído de canteras locales, de modo que no fue necesario traerlo desde tan lejos.

Aunque sumamente interesantes, los argumentos de Noorbergen no confirman en absoluto que las pirámides fueran anteriores al diluvio, ni que fueran construidas con una supertecnología actualmente perdida. De hecho, el desarrollo de las técnicas de construcción egipcias puede ser seguido a lo largo de los siglos.

Las hazañas de los antiguos maestros de obras pueden hacernos pensar que disponían de fuerzas enormes, de las que no sabemos nada: los talentos característicos de la raza humana (fuerza de voluntad, inteligencia, destreza y experiencia) no bastan para justificar ciertos hechos, como la existencia de baterías eléctricas de 1.500 años de antigüedad, o el hallazgo de artefactos de metal en lo más profundo de rocas antiguas. No hay duda que la tecnología antigua permanece en gran parte inexplicada.

Según la Biblia, y tal como se enseña en el catecismo y en las escuelas dominicales cristianas de todo el mundo, somos descendientes de la primera pareja humana, Adán y Eva. Aunque en la actualidad son muy pocos los que creerían en esta historia al pie de la letra, es así como nos imaginamos el mito bíblico. Pero éste cuenta con un curiosa modificación textual, que normalmente no se comenta. El Génesis establece, de manera totalmente explícita,que fue agregada una segunda raza a la fusión de los genes humanos, un linaje que no era de este mundo, sino de "origen celestial". Inmediatamente antes de la descripción del Diluvio, en el capítulo 6 del Génesis, puede leerse: Y habiendo comenzado los hombres a multiplicarse sobre la Tierra, y engendrado hijas. Viendo los hijos de Dios las hijas de los hombres que eran hermosas, tomaron mujeres las que escogieron entre todas... Y había gigantes sobre la Tierra en aquellos días: porque después que los hijos de Dios entraron a las hijas de los hombres, y ellas tuvieron (los Nephilim, los "caídos"), éstos son los poderosos desde la antigüedad varones de fama.

Estos versos bíblicos difieren de modo sorprendente del resto de la narrativa en torno a la creación, y han planteado más de un problema a traductores y teólogos. Pero, ¿por qué estos "hijos de Dios" se entrometen en los asuntos terrestres, cuando se dice que Dios creó a Adán a su imagen y semejanza, como representante suyo en la tierra?

El episodio de los "hijos de Dios" tiene la apariencia de un resto fósil de paganismo, que se había pasado por alto en las cuidadosas ediciones de generaciones enteras de devotos escribas judíos. Si se tratara de un ejemplo aislado, podría tranquilamente presentarse como un problema de exégesis bíblica. Pero no sólo en este oscuro versículo de la Biblia puede hallarse constancia de la misma extraña creencia en un período pasado, en el que seres provenientes del "cielo" habrían descendido a escoger sus esposas de entre los humanos. También está presente, por ejemplo, en los mitos griegos que relatan las aventuras amorosas de sus dioses; en la época clásica, cualquier noble griego que se preciara trataba de hacer remontar su ascendencia hasta uno u otro de los dioses del Olimpo.

Este tipo de aventuras amorosas entre mortales y seres de otros mundos aparecen con frecuencia en el folklore de los indios norteamericanos. Los indios thompson de la Columbia Británica cuentan cómo una vez una mujer casada fue capturada por "gente del cielo". Furiosas, todas las criaturas de la tierra emprendieron una guerra en vano contra los poderosos "hombres del cielo". Para llegar al cielo, la "gente de la tierra" construyó un endeble armazón que se desmoronó en cuanto "los del cielo" comenzaron a tomar represalias. Muchos murieron en la empresa, y se extinguieron enormes cantidades de especies animales. La versión de los indios quinalt de Washington refiere que los agresores llegaron del "país del cielo, donde están las estrellas".

Este sello neo-asirio (950-612ac) representa a tres criaturas sobrenaturales de hombre, pez y pájaro.

No siempre tales uniones concluían en tragedia. Los maoríes atribuyen indirectamente el origen de su civilización a un asunto amoroso ilícito entre la hija de un jefe y un príncipe del "país del cielo". El intruso fue atrapado por el jefe maorí, pero luego aceptado como yerno. Una delegación maorí obtuvo permiso para visitar el "país del cielo", donde fueron instruidos en valiosas artes por los seres superiores que allí habitaban. Relatos similares acerca de los tiempos en que se establecían relaciones íntimas entre seres del cielo y seres humanos figuran también en culturas muy distantes entre si. Los indios machiguenga de la jungla peruana narran que "gente de los cielos bajó a la tierra por un camino resplandeciente en el firmamento". Un mito japonés afirma que el acceso a la Tierra lo proporcionaba entonces una especie de puente, que permitía a los dioses hacer frecuentes visitas.

Preguntas sin respuesta

¿Cómo, entonces, hemos de interpretar estas curiosas -y a veces ridículas- leyendas? La antropología ortodoxa no ofrece una respuesta standard para tales historias, en las que salta a la vista el nexo con lo que actualmente se denomina "fenómenos paranormales". Algunas de las leyendas traen a la mente las historias de secuestros (o abducciones) efectuados por OVNIS en nuestros días. Y debería subrayarse que una parte de los llamados "encuentros con OVNIS" incluyen algún tipo de trato sexual con los extraterrestres.

¿No se tratará, tal vez, de alguna misteriosa cualidad de la psiquis humana, que fuerza a pueblos muy distantes a desarrollar fantasías similares alrededor de una creencia en seres inteligentes superiores al hombre? La respuesta alternativa -que estos relatos sean vestigios de algún tipo de contacto histórico entre el hombre y seres extraterrestres- resulta difícil de aceptar. Sin embargo, esta posibilidad ha sido discutida por un gran número de teóricos, cuyos razonamientos no deben ser descartados tan a la ligera.

Uno de los intentos serios de penetrar esta maraña de mito y creencias sobre los "hijos de los Dioses" fue efectuado por Tom Lethbridge, uno de los personajes más pintorescos de la arqueología inglesa hasta su muerte en 1971. En 1957 había renunciado indignado a su puesto de conservador de antigüedades anglosajonas en el Museo Arqueológico de Cambridge. Durante años había vivido malhumorado por la falta de imaginación de la mayoría de los arqueólogos, y la gota que colmó el vaso llegó cuando muchos de sus colegas rechazaron de plano su afirmación de que había gigantescas figuras de tiza que representaban dioses y símbolos astrales enterradas bajo el césped de Wandlebury Camp, en Cambridgeshire. Se renovó en Lethbridge un viejo interés por la rabdomancia, para el cual hubo de desarrollar técnicas refinadas, que aplicó luego con éxito a su investigación arqueológica. Sus estudios y escritos se ampliaron hasta incluir fenómenos extrasensoriales (PEs) y otros problemas parapsicológicos, y culminó sus trabajos con un polémico ensayo, The legend of the Sons of God (La leyenda de los hijos de Dios).

Según los aborígenes australianos, unos seres conocidos como Wondjina visitaron la tierra a bordo de Ovnis.

Lethbridge supo apreciar la dimensión del problema, que a su vez afecta a cuestiones fundamentales: ¿qué eran los dioses? ¿Por qué desde siempre la mayor parte de la humanidad ha creído que existían seres semejantes? por cierto, sus colegas académicos supieron darle abundantes explicaciones en los términos de sus propias teorías favoritas, pero la "leyenda de los hijos de Dios" parecía desafiar todo análisis: "¿Cómo encuadrar estas leyendas en cualquiera de los ismos conocidos? -preguntaba Lethbridge-. No se trata de totemismo, ni de antropomorfismo ni de nada por el estilo. Hay que aceptar como una realidad definitiva el hecho de que una raza conocida como los hijos de Dios emparentó con otra conocida como las hijas de los hombres."

"Asombrosas máquinas voladoras"

Lethbridge se basó en otras evidencias mitológicas acerca de los vehículos empleados por los antiguos "dioses". Elías había sido remolcado hasta el cielo en un carro de fuego; los dioses griegos del Olimpo viajaban en vehículos aéreos. Lethbridge aclaró que no se trataba solamente de un producto de la imaginación griega, "pues existían también leyendas hindúes sobre personajes divinos poseedores de asombrosas máquinas voladoras y armas destructivas. Para Lethbridge resultaba obvia la semejanza entre tales vehículos y los OVNIS de los tiempos modernos, y eso le condujo a una inevitable conclusión con respecto a la naturaleza de los "hijos de Dios". Con cierta perplejidad se atrevió a sugerir que esos mitos eran recuerdos de visitas extraterrestres y que, posiblemente, "hace cinco mil años o más" llegaron a la Tierra seres de otro mundo y elevaron a la humanidad uno o dos peldaños en la escala de la civilización mediante contactos y entrecruzamiento racial.

Tales ideas no eran nuevas, por supuesto, aunque Lethbridge llegara a ellas de manera independiente. En 1968, cuando estaba a punto de completar su manuscrito, apareció "Chariots of the gods" (Recuerdos del futuro), del suizo Erich von Daniken. Varios escritos habían abordado el tema de los "antiguos astronautas" mucho antes de que el libro de Von Daniken inteligentemente autopromocionado, le hiciera aparecer como un descubridor. Ya en el siglo XIX la ocultista Helena Blavatsky había afirmado que la civilización, y acaso la humanidad misma, se había originado en otro planeta. Y las pruebas antropológicas y mitológicas utilizadas por Von Dániken habían sido cuidadosamente coleccionadas por un gran número de investigadores, especialmente por los franceses Louis Pauwels y Jacques Bergier, los ingleses Raymond Drake, John Michelí y Brinsley Le Poer Trench (lord Clancarty, que hizo celebrar un debate sobre el tema OVNIS en la Cámara de los Lores en 1979) y el español Andreas Faber-Kaiser, autor de Sacerdotes o cosmonautas (Barcelona, Plaza y Janés, 1974).

Este grupo de escritores ha acumulado tal cantidad de pruebas (de calidad irregular), extraídas de tradiciones y creencias de todo el mundo, que su conjunto constituye un intrigante cuadro para afirmar la intervención extraterrestre en la historia del hombre. Las más convincentes de todas estas pruebas son las que hacen referencia a los omnipresentes mitos de los "héroes culturales", de misterioso origen, quienes al parecer enseñaron al hombre todas las artes de la civilización.

Muchas de estas leyendas sobre un "héroe cultural" parecen confirmar sorprendentemente la teoría de los "astronautas antiguos". Los pueblos de Babilonia conservaban historias acerca de una raza de seres con cola de pez que cada día salían del golfo Pérsico para enseñar a sus antepasados todas las artes y ciencias. Tales leyendas tienen un paralelo en el mito griego de los dioses anfibios llamados Telquinos, difusores de las técnicas metalúrgicas. La tribu de los Dogon, en Africa occidental, refiere que una parecida especie de seres-pez descendió de los cielos en un vehículo que, al girar, producía un ruido atronador. Los Dogon atribuyen el origen de su civilización a estos seres, llamados Nommos, y las tradiciones que se refieren a la estrella invisible Sirio B (cuna de los Nommo) presentan una exactitud alarmante, con lo que el "enigma de Sirio" se ha convertido en uno de los argumentos de más peso para la existencia de contactos extraterrestres en el pasado. Los aborígenes australianos atribuyen la creación y el ordenamiento del mundo a unos seres conocidos por el nombre de Wondjina. Se conservan pinturas rupestres de los Wondjina, y los indígenas australianos creen que habitan en misteriosos puntos luminosos del cielo -a los que los australianos blancos llaman OVNIS.

La más antigua moneda hebrea, que data del siglo IV ac. muestra a Jehová sentado en un carro alado.

Los portadores de cultura que protagonizan estos mitos aparecen como muy posibles "extraterrestres", especialmente cuando se les asocia con vehículos volantes. Al igual que los primitivos galeses, los griegos creían que la agricultura fue enseñada al hombre, y no descubierta por él. La diosa Deméter envió a su protegido Triptolemo alrededor del mundo en un carro volador con ruedas aladas, tirado por dragones, para que distribuyera el grano y enseñara la agricultura y la fabricación del pan a todos los hombres. Algunas pinturas en vasos lo presentan sentado en un carro de dos ruedas, adornado con alas y serpientes. Automáticamente, uno se siente inclinado a recordar la famosa visión del profeta Ezequiel, esa "visión de Dios" que ocupa un lugar privilegiado en los textos sobre "astronautas antiguos". Sentado junto al río Chebar en Babilonia, Ezequiel vio a lo lejos un "torbellino" que se aproximaba; el torbellino se convirtió en una nube de fuego que luego aterrizó con gran estruendo. Así se vio frente a un vehículo deslumbrante que le parecía estar compuesto de ruedas, alas y criaturas vivientes. También llevaba un trono, sobre el cual iba sentada una "forma de aspecto humano". La semejanza con el carro alado de Triptolemo no puede ser puramente accidental (una moneda judía que data del siglo IV a.C. muestra a Jehová sentado sobre un vehículo parecido al del mito griego).

Pero la mitología hindú es seguramente la más apropiada para todos los que creen en la intervención extraterrestre. Sus pintorescos relatos incluyen casi todos los elementos esenciales de las otras leyendas sobre "los hijos de Dios". Dioses y semidioses descienden del cielo, difunden el conocimiento y toman mujeres mortales por esposas. Estos seres vuelan sobre extraños animales o en magníficos vehículos que superan la velocidad del viento. Las epopeyas de la India describen batallas aéreas con "misiles" semejantes al rayo, capaces de destruir los sembrados y convertirlos en tierra yerma. Una de tales armas contiene el Poder del Universo y desprende "un humo más brillante que diez mil soles". según ciertos escritores como Raymond Drake y Erich von Daniken, todo lo que hay que hacer es leer "extraterrestres" cada vez que aparece la palabra "dioses", y las leyendas hindúes se nos revelarán como un verdadero relato de las andanzas de antiguos astronautas al estilo de La guerra de las galaxias.

Mientras los escritores especializados en el tema de los antiguos astronautas acumulan historia sobre historia acerca de dioses celestiales, héroes culturales, carros voladores y cosas semejantes, la idea de que los extraterrestres estuvieron presentes en la historia del hombre comienza a parecer como una explicación casi natural. El tema es lo suficientemente intrigante como para originar una demanda de pruebas "más convincentes"; o, en todo caso, una refutación definitiva. Debemos ir con cuidado al tratar de explicar un misterio (la leyenda de los "hijos de los dioses") mediante otro misterio (la vida extraterrestre). El elemento mitológico por sí solo es meramente sugestivo, una posible señal para abordar una zona inexplorada de la historia de la humanidad. Las leyendas de Homero encontraron su justificación muchos siglos después, cuando el arqueólogo Schliemann descubrió las ruinas de Troya y de Micenas; pero, ¿han encontrado los "dioses del espacio" a su Schliemann?

Existen intrigantes señales de que la tierra fue visitada hace miles de años por vida extraterrestre inteligente. ¿Somos descendientes de los Dioses?

Imagínese la escena: un gigantesco ovni sobre el desierto, rayos láser salen de su parte inferior, desplazando grandes bloques de piedra bajo los asombrados ojos de los nómadas. Cuando la nave se ha marchado, quedan sobre la arena tres grandes pirámides. Durante generaciones, los maravillados hombres tribales contarán el acontecimiento en sus leyendas y libros sagrados describiendo a la nave como un mensajero de los dioses, y a sus pilotos como ángeles sobre carros dorados.

Según algunos, esta escena pudo ocurrir realmente hace unos 6.000 años en Gizeh, el enclave de la Gran Pirámide de Egipto, y en diferentes épocas, en otros lugares: en Stonehenge (Inglaterra), en el este de Islandia y en América del Sur. Pero, ¿por qué una civilización avanzada tendría interés en ayudar a los indígenas a construir estas enormes estructuras? Las teorías van desde afirmar que eran transmisores cósmicos a decir que fueron puertas hacia las estrellas.

Algunos partidarios de la teoría de los antiguos astronautas llegan a sugerir que la propia especie humana fue "sembrada" por alienígenas. Según dicen, estos visitantes llegaron hace 450.000  años y le dieron un empujoncito a la evolución, tal como está descrito en la novela de Arthur C. Clarke, 2001: Una odisea del espacio.

Ancestros alienigenas

Estas ideas no son nuevas. El concepto de que avanzadas civilizaciones de las estrellas influyeron en el progreso humano, ha estado presente por lo menos desde la época victoriana, cuando la Sociedad Teosófica imaginó una historia alternativa para el hombre. Pero el concepto no llegó a ser conocido hasta los años setenta, a través de los libros del suizo Erich Von Daniken. Von Daniken ha escrito una serie de libros que han obtenido un gran éxito, empezando por Chariots of the Gods (1969), en el que presenta pruebas de visitas alienígenas en tiempos antiguos.

Imágenes uniformes

A pesar de que buena parte del trabajo de Von Daniken ha caído en el descrédito, algunos ufólogos creen que en el fondo de sus hallazgos hay algo de verdad: seres civilizados visitaron la Tierra y dejaron su huella en los albores de la civilización Pero, ¿donde est la prueba?

La teoría de Von Daniken y las ideas de los defensores de los antiguos astronautas se fundamentan en la notable consistencia de las imágenes y los iconos de los pueblos antiguos. Existe también una uniformidad en sus leyendas y en las características de sus dioses que no puede deberse solo a la casualidad. Se refieren a la similitud de relatos de origen tan disperso como el antiguo Egipto, el imperio Maya y la antigua China, ninguno de los cuales tuvo contacto con los otros. Una de las mejores descripciones de lo que resultarían ser visitantes alienígenas se encuentra en uno de los más antiguos textos de la India: el Mahabhrarata.

En diversas partes del texto, los autores describen a lo que llaman Virmana, una palabra que significa "maquina voladora". En el texto, las Virmanas se describen a veces como vehículos voladores utilizados con fines militares y son a menudo pilotados por dioses indios. Una de esas armas es llamada Agneya y aparece en un pasaje particularmente impactante: Fue disparado un flamígero proyectil dominado por el resplandor del fuego sin humo. De repente, una espesa niebla envolvió las huestes. Todos los puntos del horizonte se oscurecieron repentinamente. Empezaron a soplar vientos portadores del mal. Las nubes se agolparon en lo más alto del aire y llovió sangre. El sol parecía girar sobre sí mismo. El mundo, abrasado por el calor de tal arma, parecía tener fiebre.

A primera vista, esto podría parecer un arma nuclear haciendo explosión, lo cual, dado que conocemos estas armas desde hace poco tiempo, indujo a los entusiastas a pensar que la Virmana tenía que ser de origen extraterrestre.

Pruebas adicionales

Sin embargo, este pasaje como muchos que apoyan las teorías de los antiguos astronautas está completamente abierto a diversas interpretaciones. Es posible que este relato describiese originalmente un fenómeno natural como una erupción volcánica, y que el cuento fuese adulterado por numerosas reinterpretaciones. Pero, aseguran los entusiastas, que existen más pruebas.

Según los defensores de la teoría de los antiguos astronautas, los hombres primitivos estaban obsesionados con figuras con trajes espaciales. Dibujos de lo que parecen ser astronautas se encuentran en cavernas de América, Europa, Africa, Extremo Oriente y Australia.

Para apoyar esta prueba, los defensores han investigado lo que ellos creen que son antiguas zonas de aterrizaje para los ovnis. La más conocida es la llanura de Nazca, en Perú, que sólo puede ser identificada como una estructura global por medio de fotografías aéreas.

Los arqueólogos insisten en que las señales de Nazca son caminos incas, pero se hace difícil aceptar el hecho de que no conduzcan a ninguna parte. Las señales incluyen algunas configuraciones muy extrañas que los más entusiastas identifican como zonas de aparcamiento para naves o vehículos espaciales.

El mayor problema en relación con las visitas de alienígenas reside en como pudieron recorrer las enormes distancias interestelares para llegar hasta aquí. Incluso los partidarios de la teoría de las visitas alienígenas aceptan que el hogar más cercano para otra civilización estaría a 4,2 años luz de distancia (la estrella más próxima a nuestro Sol).

Puzzle científico

Tales distancias significan que aunque una civilización hubiera descubiertos el modo de viajar a la velocidad de la luz necesitaría más de 8 años para realizar un viaje de ida y vuelta. Demasiado tiempo para una visita de cortesía. Otros sugieren que estos seres han desarrollado sistemas para soslayar las leyes físicas que imponen un límite de velocidad en los viajes interestelares, como la fisica de los agujeros "gusanos" o extrapolación "taquionica".

Otra teoría sostiene que, hace miles de años, una civilización avanzada pasó por aquí cuando se dirigía a colonizar otros mundos. Los alienígenas que visitaron a los faraones o los mayas lo hicieron abandonando su nave nodriza durante poco tiempo y dejaron algunas señales indelebles en la historia de la humanidad.


 

Relieve de una losa sepulcral de un templo maya de Palenque, Mexico, que muestra una figura humana sentada en lo que parece una cápsula espacial. La figura esta comprimida en un pequeño espacio con palancas y lo que parece ser un panel de control.

Símbolos jeroglíficos en techo del antiguo templo de Abydos, en Egipto. Muestran claramente lo que algunos creen que es un ejemplo de sofisticada tecnología de los dioses. Se puede apreciar, un helicoptero, una cañonera y un submarino.

Pintura rupestre de hace 2000 años, encontrada en Rusia y China, que muestra lo que parece ser un astronauta y una figura extraña con dos antenas en la cabeza, además se observa un ovni que lanza una nube de humo.

 
 

Este extraño ser pertenece a una pintura rupestre de más de 6000 años de antiguedad. Fue encontrada en la región de Tassili, en el desierto de Sahara.

Para un observador de hoy en día, la figura de cerámica de 3000 años y 25cm de altura, encontrada en un enclave entre Bolivia y Ecuador, tiene un parecido asombroso con un hombre vestido con traje espacial.
 

El plato Lalldoff, una pieza de 4000 años del Nepal, muestra lo que algunos creen que son ovnis con forma de disco. Los extraterrestres, en el borde del plato, se parecen a los "grises" descritos en diversos casos de abducción.

 

 


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