Horus comprendió que este era el fin de su país. También se dio cuenta de que si la desesperanza de su pueblo era así enorme, mucho peor resultaría con los rebeldes. Entonces, decidió aprovechar esta situación y dar un golpe definitivo à las tropas de su tío. Brevemente, explicó esto a sus comandantes, que se entusiasmaron mucho con la idea. Prometió a cuantos soldados irían a tiempo con sus familias. El asfixiante silencio de la bruma enloquecía à las tropas y, debido al olor insoportable y a este enrojecido fenómeno, casi perdieron la razón. Como consecuencia, se produjo un violento encuentro con el enemigo, algo que pareció casi un sueño, pues la imprecisa bruma aun impedía una clara visión
Entonces, la furia celestial se hizo conocer en su omnipresencia; suaves terremotos pusieron fin à la batalla. Nadie puede ganar porque todos perecieron. Muchos fueron tirados al suelo con sus cuerpos templando por causa de las siniestras oscilaciones. Esto se prolongó con igual intensidad, mientras la bruma impenetrable parecía esclarecerse.
En el palacio, Geb asumió el mando nuevamente. El monarca anterior no tenía otra alternativa, pues su hijo estaba muerto y Horus aun no hiciera su juramento. Apoyándose en las leyes reales, decidió iniciar inmediatamente el éxodo general. Deberían abandonar todo, sin ninguna esperanza de recuperarlo. Primero envió la orden al puerto para poder comenzar con las acciones y medidas planeadas e evitar, cuanto posible, el pánico. Los soldados reales estaban todos allí para facilitar la partida del pueblo que estaba a punto de huir.
En el puerto real había millares de "Mandjits", cuja característica principal era que no podían hundirse. Estaban rigorosamente protegidos y a bordo había equipos completos de sobrevivencia, como por ejemplo, vasijas de agua, tortas de cebada, cereales, etc. Se practicaba la evacuación hacia tiempo y esta funcionara sin contratiempos. En un breve lapso, centenas de millares de personas embarcaron. Por su vez, comenzó la evacuación de la familia real e dos supremos sacerdotes. Todos se dirigieron a los botes que ya fueron designados con antecedencia. Para estas personas, medidas que se tomaron hacia años, ahora estaban rindiendo sus frutos. El supremo sacerdote, con calma, impartió sus ordenes, las cuales fueron acatadas al pié de la letra. Un gran contingente de seguidores pusieron los tesoros a salvo; nadie tenía la menor idea del alcance da catástrofe, aunque todos imaginaban lo peor.
A ciento y sesenta quilómetros, los antiguos volcanes que tenían más de mil años de antigüedad se reactivaron. Con un enorme poder lanzaron rocas, tierra y polvo al aire, y la bruma volvió a tornarse espesa. Una lluvia de piedras menores e pedazos de toda índole cayeron sobre la capital y el puerto; como consecuencia de eso muchas personas fueron heridas o murieron. En el medio del pánico que sobrevino, perdieron el autocontrol e comenzaron una verdadera corrida para o porto. Todos lanzaron lo que llevaban consigo, para poder escapar más rápido. Cualquier indicio de pensamiento humano fue substituido por un puro instinto animal de sobrevivencia. Los soldados fueron atropellados por esta correría de personas. A turba saltó a los navíos de papiro que recubiertos con resina y alquitrán para impermeabilizarlos y hacerlos indestructibles. El terror causado por los horribles e inimaginables acontecimientos hizo quelas personas olvidasen toda noción de seguridad. En lugar de subir a bordo en un número no mayor a diez por navío, luchaban por subir en los primeros Mandjits a su alcance. Centenas de navíos se hundieron junto con sus pasajeros ni bien zarparon, o incluso antes de hacerlo. Millares de desafortunados murieron en el puerto, el cual ya no substituiría por mucho tiempo más.
De lejos se podía oír los volcanes otra vez, que lanzaban lava al aire. El resto de la aterrorizada población que permaneció en tierra, pereció en una corriente de fuego. Centenas de millares de litros de un infernal fuego líquido, encontraron su camino en los pueblos y en las ciudades, destruyendo y cubriendo todo a su pasaje.
En medio de este terrible curso de los acontecimientos, Neftis e Isis procuraban el cuerpo de Osiris. Neftis condujo su hermana a través de la bruma da invisibilidad. De los soldados que los acompañaban sólo quedaron tres. Dado que la "vidente" tenía grandes dificultades para concentrarse en el lugar exacto donde se encontraba o cuerpo envuelto no cuero del toro, a busca se hacía mucho más difícil. El pánico omnipresente y los millares de cadáveres complicaban su tarea. A lo que parece, eran los únicos que aun permanecían vivos en este inmenso cementerio, donde las aves, otros animales y las personas murieron. ¿Valía la pena continuar procurando, si de cualquier modo morirían?
Eso era exactamente lo que se preguntaba Set. Luego después de los primeros temblores, la parte principal de sus brigadas partió; los que rieron incrédulos ante el profetizado final de su mundo, se apresuraban a escapar de su desobediencia a las leyes de Dios, aunque para muchos ya era muy tarde. Set se dio cuenta de que esta rebelión contra las leyes celestiales había, incluso, acelerado el proceso inevitable. Quedó solo, estupefacto y sin comprender lo que fuera de su honra y su reino perdidos.
Horus dio a los hombres restantes la libertad de partir en orden e decidió quedar atrás y buscar a su tío para matarlo, en venganza por su padre. Ahora había dos hombres en el bosque, cuyas cabezas estaban abarrotadas con los trágicos acontecimientos, sabiendo ambos que uno debería matar al otro o no sobrevivir.
Una vez más, la furia celestial se desató. El tumulto en el puerto ahora estaba en su punto máximo. Centenas de millares se empujaban en la densa neblina para poder abordar alguna nave. No había soldado que pudiese cumplir con su deber con esa masa de gente que se atropellaba a camino de la muerte. Las primeras filas simplemente fueron echadas al agua. En ese momento, los rebeldes que aun restaban llegaron al puerto. Con una deshumana violencia abrieron pasaje para os botes. Todo lo que se interponía en su camino era lanzado al agua o asesinado, luego después de lo cual, los soldados formaron remolinos frente a los navíos. Pero por causa de su miedo, cometieron los mismos engaños que aquellos que los precedieron, pues sobrecargaron los botes con mucha gente. En cuestión de segundos se hundieron y los ahogados se unían à las pilas de cuerpos flotantes. Otros se dirigieron al puerto real donde se llevaba a cabo el éxodo con toda calma, pero con gran rapidez. Los rebeldes provocaron un gran derramamiento de sangre y colocaron de vuelta al mar los navíos robados. Felizmente, el supremo sacerdote y su familia, junto con otras naves que también transportaban sacerdotes, ya habían partido. Debido a la densa neblina, no les era posible ver u oír nada al respecto de este criminal episodio en el último día de su reinado.
Jeroglíficos que describen la pelea entre Horus y Seth.
Entretanto eso, los comandantes se aproximaban unos a los otros sin que se diesen cuenta. A neblina los hacía invisibles e inaudibles entre sí. Set miró a su alrededor cuando una rajada de viento rajó la neblina; entonces vio a Horus, que estaba meditando a unos veinte metros de distancia. Lleno de odio y sufrimiento, con el deseo de matar al hijo de su hermano, dio un paso al frente. Otra vez la Tierra temblaba e se expandía una temeraria sinfonía, cuya fantasmagórica imagen era pesada y siniestra. La lava volvía a correr, continuando su destructivo trabajo. Los árboles se quebraban como se sólo fuesen pequeños ramos y luego ardían en llamas. El fuego rugiente mataba todo lo que encontraba en su pasaje, tanto vegetal como animal. Nada podía escapar a eso. Un desagradable aroma acompañaba todo ese panorama. Set, que en ese momento se encontraba sólo a tres pasos de su sobrino, cayó preso de miedo; un pánico irracional se apoderó de él y ataco sin pensar. Su grito se perdió en el ruido ensordecedor del bosque envuelto en llamas, cuando su espada rozó el hombro de Horus; con otro golpe alcanzó el rostro de su sobrino. Horus colocó sus manos en el rostro y luego estas comenzaron a sangrar. Set estaba seguro de su victoria y escapó, tratando de huir de la corriente de lava que se aproximaba. Aunque Horus aun estuviese vivo, con seguridad moriría en esa corriente de fuego fantasmagórico. Unas enormes nubes ardientes provenían de la lava, la cual serpenteaba emitiendo monstruosos silbidos. Cada vez se aproximaba mas al hijo de Osiris que, solo y muy herido, quedara a merced de los cielos. Había perdido su ojo derecho y el otro estaba lleno de sangre, tenía una rodilla destruida y un hombro quebrado, pero aun estaba vivo, a despecho de no conseguir ver ni moverse. Sabía que el infierno se abatía sobre él y tenía la esperanza de que Isis y el resto de su familia pudiesen escapar a tempo. O arroyo hirviendo llegó a los árboles próximos y los destruyó en apenas unos segundos. Un profundo suspiro escapó de sus pulmones y sintió el intenso calor que en breve lo quemaría hasta convertirlo en cenizas. Entonces se produjo el milagro. Horus yacía sobre un afloramiento de granito; dado que la lava no podría pasar por allí y sólo podría rodearlo, quedaría a salvo por algún tempo.
En la costa, por fin, Neftis tuvo éxito. Divisó una pequeña bahía con una enorme higuera. Allí, en un ramo que se encontraba sobre el agua estaría colgado el cuero que guardaba el cuerpo de Osiris. Comprobó que esto era verdad. Isis suspiró con alivio, pues al final, su demora en abandonar esta tierra tuviera su recompensa. Las dos hermanas, con cuidado, tomaron el cuero y los soldados lo colocaron en uno de los pequeños Mandjits que había por allí abandonados. Al cabo de un corto intercambio de ideas, la reina ordenó a su hermana que se uniese a su familia junto con los soldados. Isis fue sola en busca de su hijo, que era el heredero legal del reino que ahora se perdiera y llegó al palacio real donde Geb y Nut se disponían a partir. Estuvieron aguardando las noticias de su hijo y neto, desesperadamente. Confrontados con a resuelta decisión de Isis de procurar a su hijo, Geb dio sus últimas órdenes. Sin más demora, Nut y los restantes jefes debían irse, siendo su lugar de destino, allí donde terminaba el parque y comenzaba el canal. Dos fuertes galeras que eran suficientemente resistentes para navegar por los mares más agitados los aguardaban. Un nuevo país necesitaría una nueva madre, señora de un nuevo cielo, la cual, en ausencia de Osiris e Horus, debía enseñar a los sobrevivientes como vivir en su segunda patria. Su nombre seria Ath-Ka-Ptah, cuyo significado literal era "Segunda Alma de Dios", lo cual luego seria cambiado fonéticamente por los griegos por Ae-Guy-Ptos (o Egipto, en castellano).
Nut, a quien no le gustara el tener que dejar a su amado, fue arrastrada por los incontrolables elementos. Una enorme explosión en el centro de la capital sacudió a los sobrevivientes, empujándolos para el caos. Geb, que había decido acompañar a su hija, se apoderó de varios caballos para poder conducirlo lo más rápido posible. Así que vio todo ese daño y caos, dudaba de que Horus aun estuviese con vida. Pero Isis no quería oír hablar de abandonar a busca. Con confianza resolvió continuar, aunque no era una tarea fácil en medio de la neblina. De repente e de un nada, comenzó a aclarar y por la primera vez hubo luz en ese día. La actividad volcánica en la distancia, habiendo lanzado millares de toneladas de lava, se detuvo y un silencio sobrenatural los rodeó. ¡Esto tendría que ayudarlos a encontrar a Horus! Pero ¿dónde buscarlo? Isis extendió sus brazos para el cielo y oró: "Oh, Ptah-Hotep, rey de los cielos, abre tus exclusas y detiene el fuego; ¡salva al hijo de tu hijo! Ordena que este día del gran cataclismo no se convierta en el día del gran luto. Oh, Ptah-Hotep, rey de la tierra, ordena que el gran arroyo abra todas sus reservas!"
Seis mil años después, esta oración está cincelada en todas las tumbas del valle de los reyes de Luxor, y también en Dendera. Y en los anales del libro The Four Times [Las cuatro veces] se lee: "La oración de Isis fue respondida y una lluvia rojiza se pulverizó sobre la tierra, como si la sangre de los muertos se esparramase sobre la tierra rasgada". Al cabo de algunas horas, la lava se enfrió y para Isis y Geb era difícil subir por ella. A reina, desesperada pela tristeza, no sabía que camino escoger en esta desolado paisaje. Como su padre, estaba completamente mojada y exhausta, y luego que podía moverse por entre las rocas endurecidas. Entonces, Isis vio el cuerpo que estaba procurando…¡y parecía moverse! Lágrimas de alegría brotaron de sus ojos. Horus pensó que estaba alucinado, pues no podía ser que su madre estuviese tan cerca. Pero una mano lo tocó y una voz amorosa le dijo: "Ya no tengas medo mi hijo, Dios me mostró el camino para llegar a ti y salvarte".El intervalo entre dos salidas heliacas consecutivas de la estrella Sepedet (Sothis o Sirio, de magnitud estelar -1'46, de tipo espectral AO, perteneciente a la constelación del Canis maior) constituía en Egipto el ciclo sotíaco. El hecho de la desaparición de la citada estrella por el horizonte, coincidiendo con la salida del Sol, que ocurría solo cada 1455 años.
La salida de Sirio por un mismo sitio iba aparejado con el comienzo de la crecida del río Nilo. Esta singularidad, verificable cada 19 de julio del Calendario Juliano, en la latitud de Menfis, marcaba el principio del año, año que constaba de 365'25636 días solares, lo que lo aproximaba mucho al año trópico solar (365'24220 días).
Tan importante acontecimiento sería, sin duda, notificado al país, pues significaba pautas de comportamiento social, y sobre todo, económicas. Del mismo nos han llegado algunas referencias.
I. Los registros del templo de Illahun (Papiros de Kahun) recordaron aquel hecho, si bien en un claro desfase con relación al calendario civil. De acuerdo con uno de los papiros, bajo Sesostris II, de la Dinastía XII, en su año séptimo apareció Sothis el 16 de Farmuthi, en vez del primero de Thot ("la salida de Sothis ocurrirá el día 16 del cuarto mes de la estación de peret"). Esta referencia nos daría la fecha +/- del año 1.872 a.C. Podría fijarse, por lo tanto, el inicio de la Dinastía XII hacia el 2.000 a.C.
II. Un calendario de fiestas religiosas del templo de Elefantina, de época de Thusmosis III, de la Dinastía XVIII, también consignó la salida de 1, mencionada estrella, el día 28 del mes Epiphi en lugar del primero de Tha ("el tercer mes de la estación de shemw, el día 28, el día de la salida d Sothis "). Al no especificarse año alguno, tal observación hubo de haber ocurrido entre el 1.490 y el 1.446 a.C. del reinado de tal faraón.
III. También en el reverso del famoso Papiro Ebers se halla incluido un calendario con el registro de la elevación heliaca de Sothis, asimismo con un evidente desfase, pues se señala que en el año noveno de Amenofis II la salida del astro tuvo lugar el día 9 del mes Epiphi ("en el tercer mes de la estación de shemw").
De acuerdo con los cálculos modernos esta fecha si ha fijado en el año 1.540 a.C. (otros apuntan entre el 1.550 y el 1.547 a.C. el comienzo de la Dinastía XVIII podría fijarse, pues, en torno a tal fecha, s bien hoy se prefiere situarla entre el 1.567 y el 1.552 a.C.
Se ignora por qué los astrónomos egipcios, que conocían el retraso cuatrienal de la elevación sotíaca de Sothis/Sirio y el desfase que significaba calcular la observación en Menfis, Heliópolis o Elefantina, no quisieron corregir su calendario civil y adaptarlo al astronómico, mucho más correcto. De cualquier manera, R. A. Parker, en 1.950, en su magistral obra The Calendars of Ancient Egypt adelantó que en Egipto existieron funcionando a un tiempo tres calendarios: uno civil, un segundo, de tipo lunar natural, y otro tercero, de carácter lunar paralelo, pero de connotación religiosa.
De acuerdo con el escritor romano Censorino se sabe que en el año 131 de nuestra Era se produjo la coincidencia del amanecer helíaco de Sirio con el primer día del calendario oficial egipcio. Un sencillo cálculo permite saber que otra coincidencia hubo de tener lugar 1.461 años antes, esto es en el 1.322-1.321 a.C. (principios de la Dinastía XIX); otra a comienzos de Reino Antiguo (2.783 a.C.), y finalmente otra en el 4.244 a.C.
La primera consecuencia fue que el año egipcio comenzara ese día, pero además, de las observaciones de la estrella llegaron a un nuevo descubrimiento: cada cuatro años la salida de Sirio se retrasaba un día, lo que implicaba que el año era de 365,25 días.1
Reforma de Canopus
Del Megalítico se conservan grabados en piedra de las figuras de ciertas constelaciones: la Osa Mayor, la Osa Menor y las Pléyades. En ellos cada estrella está representada por un alvéolo circular excavado en la piedra.
Del final del Neolítico han llegado hasta nosotros menhires y avenidas dolménicas, es decir, alineamientos de piedras; la mayor parte de ellos orientados hacia el sol naciente (Este), aunque no de manera exacta sino siempre con una desviación de algunos grados hacia la derecha. Este hecho hace suponer que suponían fija la Estrella Polar e ignoraban la precesión de los equinoccios.
Con el tiempo, se observó que el esquema visible de las estrellas realiza un giro completo en poco más de 365 días. Esto lleva a pensar que el Sol describe un ciclo completo contra el fondo de las estrellas en ese intervalo de tiempo. Además este ciclo de 365 días del Sol concuerda con el de las estaciones, y ya antes del 2500 a.C. los egipcios usaban un calendario basado en ese ciclo, por lo que cabe suponer que utilizaban la observación astronómica de manera sistemática desde el cuarto milenio.
El simbolismo de Can Mayor y su estrella más brillante Sirio se remonta por lo menos al tercer milenio antes de nuestra era. Durante esta época, Sirio, que también era conocida bajo el nombre de Sothis, era la estrella de referencia del calendario sotíaco egipcio. Su orto helíaco (es decir, la primera y breve aparición antes de la aurora, después de un período de varios meses sin ser visto) tenía lugar a mediados de julio y coincidía con la crecida anual del Nilo: la inundación del valle fluvial era indispensable para mantener la fertilidad de la tierra y era, por tanto, la base de la vida y del bienestar de Egipto.
En la extensa historia de Egipto, Sirio recibió muchas interpretaciones diferentes, incluyendo entre ellas la identificación con la diosa lsis, hermana y consorte del gran dios Osiris, divinidad relacionada con Orión. En cierto momento, cuando el culto de lsis se amplió hasta fundirse con el dedicado a la diosa vaca Hator, Sirio se convirtió en la estrella de lsis-Hator, descrita como estrella con cuernos de vaca. Sin embargo, el simbolismo del perro es el más antiguo. Sirio se identificó con Anubis, el dios con cabeza de chacal, que hacía de guía de los muertos, como embalsamar y era el señor de los ritos funerarios; Hermes en Grecia. Anubis inventó el arte de embalsamar y era el señor de los ritos funerarios; también pesaba las almas muertas en la Balanza de la Justicia para decidir su destino en la vida después de la muerte.
Además, la tradición egipcia asoció a Sirio con los «días de la canícula», una identificación que parece ser el origen del nombre de Estrella del Can que recibió Sirio. Los «días de la canícula» se referían en su origen al período de 10 días al principio de cada año sotíaco, que coincidía con los días calurosos del verano.
Los autores clásicos a menudo equiparaban el poder de Sirio con el del Sol y algunas veces representaron a la estrella con una corona de rayos. El nombre Sirio tiene su origen en la palabra griega serios, que significa «ardiente», y se decía que esta estrella era capaz de provocar una fiebre mortal, como, por ejemplo, la rabia en los perros.
Los griegos adoptaron las tradiciones más antiguas referentes a Sirio, pero incorporaron la estrella al entramado de su propia mitología. Tanto el Can Mayor como el Can Menor pertenecían al cazador Orión; también en la mitología estelar de Mesopotamia encontramos la imagen del perro tendido a los pies de un hombre gigante, como si quisiera saltar encima de la liebre Lepus, situada a los pies de Orión.
Varios autores, entre ellos el poeta romano Ovidio (43 a. C – 17 d. C) vieron en otro de estos perros a Maira, la fiel perra de Icario (representada por el Boyero): el nombre de Maira significa «resplandor». Sin embargo, la constelación moderna de Perros de Caza también es un candidato plausible para este papel.
En efecto el año egipcio tenía 12 meses de 30 días más 5 días llamados epagómenos. La diferencia, pues, era de ¼ de día respecto al año solar. No utilizaban, pues, años bisiestos: 120 años después se adelantaba un mes, de tal forma que 1456 años después el año civil y el astronómico volvían a coincidir de nuevo.
A este intervalo de tiempo se le llama período sotíaco, por la estrella Sothis, nuestra estrella Sirio, (el Sepedet de los egipcios), que sirvió a los egipcios para determinar el principio de su año. El Nilo empezaba su crecida más o menos en el momento en que la estrella Sothis, tras haber sido mucho tiempo invisible bajo el horizonte, podía verse de nuevo poco antes de salir el Sol.
LOS MESES EGIPCIOS
El Nilo marcaba las estaciones según sus inundaciones, así que los meses se agrupaban en 3 estaciones.: fechas ajustadas al año Sótico que comienza el 21 de Julio . Los egipcios sabían bien que la duración real del año trópico es aproximadamente de 365.25 días, de manera que eran conscientes de que su calendario iba retrasándose. Cada 1461 años egipcios su calendario se retrasaba un año, y completaba un ciclo que ellos conocían con el nombre de período sótico.".
Estos días se añadieron a los 360 días del calendario egipcio. Según la mitología estos cinco días extras fueron creados para que los cinco hijos de Gen y Nut: Osiris, Isis, Sed, Neftis y Horus pudieran nacer. Y estos dias se consideraban tabú para relizar actividades importantes.
El objetivo de esta reforma era encontrar la manera para que la fecha 1 Thot, coincidiera con el día del amanecer heliaco de Sirio, y que el planeta Venus, asociado a Isis, la diosa cuyo día se celebraba al principio del año civil, mantuviera su posición.
De acuerdo con sus investigaciones, concluyeron que un año duraba 365 días y 6 horas adicionales. La solución al desfase fue simple: cada cuatro años se añadiría un día más, después de los epagómenos, y ese cuarto año tendría 366 días. El día adicional fue consagrado a los Evergetas.
Pero recelos entre los sacerdotes de las diferentes regiones hicieron fracasar la reforma.
Decreto de Canopo en la denominada "Piedra de Rosetta".Museo Británico
Nombre de los meses
El calendario civil egipcio tenía tres estaciones de cuatro meses de treinta días, más cinco días epagómenos. Sólo a partir del Imperio Nuevo tendrán su propio nombre los meses del calendario civil. El nombre de los meses sufrió variaciones a lo largo del tiempo, así como la fecha exacta del inicio del año. La denominación que recibe cada uno de los doce meses se corresponde a la época del Imperio Nuevo.
Nº | Nombre estacional | Nombre egipcio | Nombre copto | Nombre griego | Nombre árabe | Fecha actual |
---|---|---|---|---|---|---|
I | Primero de Ajet | Dyehuty | Thot | Thot | Tut | 29 Agosto - 27 Septiembre |
II | Segundo de Ajet | Pa-en-Ipat | Paope | Paofi | Babah | 28 Septiembre - 27 Octubre |
III | Tercero de Ajet | Hut-Hor | Hator | Athyr | Hatur | 28 Octubre - 27 Noviembre |
IV | Cuarto de Ajet | Ka-Hor-Ka | Koiahk | Shiak | Kiyahk | 28 Noviembre - 26 Diciembre |
V | Primero de Peret | Ta-Aabet | Tobe | Tybi | Tubah | 27 Diciembre - 25 Enero |
VI | Segundo de Peret | Pa-en-Mejer | Meshir | Meshir | Amshir | 26 Enero - 24 Febrero |
VII | Tercero de Peret | Pa-en-Amon-Hetep | Paremhotep | Famenat | Baramhat | 25 Febrero - 26 Marzo |
VIII | Cuarto de Peret | Pa-en-Renenutet | Parmoude | Farmuti | Baramudah | 27 Marzo - 25 Abril |
IX | Primero de Shemu | Pa-en-Jonsu | Pashons | Pajon | Bashans | 26 Abril - 25 Mayo |
X | Segundo de Shemu | Pa-en-Enet | Paone | Payni | Ba'unah | 26 Mayo - 24 Junio |
XI | Tercero de Shemu | Apep | Epep | Epifi | Abib | 25 Junio - 24 Julio |
XII | Cuarto de Shemu | Mesut-Ra | Mesore | Mesore | Misra | 25 Julio - 23 Agosto |
- Más cinco días Heru-Renpet (epagómenos), del día 24 al 28 de Agosto.
Cuando nace el hijo, las aguas del útero cósmico son invertidas. Al derramarse la fuente de agua, nace una quinta energía, a la cual los mayas le llamaron Kukulkán (energía que desciende). Kukulkán es la divinidad espiritual que tiene los mismos poderes que el grial de agua, es decir, su poder se refleja a través del espejo del agua., por lo que es el mago que representa la autoridad sacerdotal que lleva la corona de su santidad el papa, ejerciendo su poderío en los mundos medios, donde gobierna el mundo espiritual como el físico. Kukulkán es una autoridad omnipresente al igual que el rostro del sol dorado Espíritu santo.
Es la era de adoración al león, como muestra de adoración a este ser, tenemos al león con cabeza de hombre, es decir, la Esfinge de Gizeh. La cara de esta construcción mira en sentido al amanecer de la constelación de Leo, pero en la actualidad Leo no amanece ante la Esfinge, debido a que nos encontramos en otra era. Los datos que defienden los científicos, consistentes en las erosiones producidas sobre la roca de esta construcción, indican que fueron producidas en una época en el que el clima de Egipto no era desértico, datando estos que la construcción de este monumento se debió producir hace unos 12.500 años, época en la que además, coincide el amanecer de Leo con la mirada de la Esfinge.
También parece ser la época de construcción de las Pirámides de Gizeh, pues las tres estrellas que forman el cinturón de Orión coincide con los vértices de las pirámides hace unos 12.500 años, al igual que la esfinge.
Este nuevo culto, desplazó al culto anterior, de modo que el matriarcado fue desapareciendo en beneficio del patriarcado, hombres y mujeres ya sabían que los dos eran partícipes en la creación de la vida, por lo que la adoración a la mujer ya no tenía relevancia, aunque ello no evitó que llegara hasta la actualidad, transformándose bajo distintos cultos, aunque como hemos dicho, sin ser ya un culto principal.
En esta era también se adora al caballo, pues se identifica con una de las constelaciones menores de la Era de Leo, y coincide con algunas teorías que mencionan que durante esta época el hombre lo domesticó. Así mismo, también se relaciona con la civilización de la Atlántida, cuyo símbolo también está representado por el caballo.
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