HORIZONTES DE REDES NOOSFERICAS

Nada de lo aquí escrito nos pertenece.Si hubiese alguna pertenencia,sería el lazo noetico con el cual se han atado tantas bellas flores de conocimiento que son ofrecidas a la humanidad como un ramillete de noologias...... TOD@ TEXTO/ILUSTRACION ES USAD@ CON FINES DE DIFUNDIR VISIONES SOBRE NUESTRO UNIVERSO Y SUS PENSADORES. SI ALGUIEN SE SIENTE AFECTAD@ POR ELLO, CON SUMA DILIGENCIA RETIRAMOS DE ESTE PORTAL SU APORTE SOBRE EL PARTICULAR EN RAZON DE SU SOLICITUD PERSONAL EN LA EXPLICITUD ESCRITA Y DIRECCIONADA DE SU AFECTACIÓN

miércoles, 30 de junio de 2010

y contando......

Observatorio Europeo Austral difundió hoy imágenes de la acuarela cósmica

Foto: Fotografía disponible hoy, miércoles 30 de junio de 2010, de la "acuarela cósmica" que rodea a la estrella R Coronae Australis, creada a partir de imágenes tomadas con el Wide Field Imager (WFI) del Observatorio Europeo Austral (ESO) en Chile. La imagen tomada por el Observatorio La Silla "revela sorprendentes nuevos detalles de esta espectacular área del cielo", recalcó la entidad. EFE

Lucas 21, 9 que en el último tiempo oiríamos de sediciones (conspiraciones)

El derrame de petróleo considerada la mayor catástrofe natural, y también la que ha tenido menos cobertura mediática, que extraño, que contradictorio.

Hoy vemos como poco a poco las cosas comienzan a salir a la luz respecto a este tema.

Es bueno que sepamos que este hecho es parte del ya tan conocido Juego de Cartas illuminati de 1995 de Steve Jackson que describe muchos de los pasos a seguir del nuevo orden mundial a través de un juego de cartas, es así como desde el 95 el ataque a las torres gemelas y al pentágono estaban ya bien señalados y sin ir más lejos la pandemia del H1N1 también es parte de este juego. Hoy el derrame de petróleo es una de las tantas cartas jugadas en este juego del nuevo orden mundial.

MAREA NEGRA | En 4,8 kilómetros de extensión

Detectan más bolas de alquitrán de la marea negra en las playas de Florida

Manchas de alquitrán en las playas de Pensacola. | Reuters

Manchas de alquitrán en las playas de Pensacola. | Reuters

Más bolas de chapapote y 'espuma' de la marea negra causada por el vertido en el golfo de México han sido detectadas en zonas de las playas de Pensacola, en la costa noroeste de Florida, informaron hoy las autoridades.

Los pegotes de alquitrán y fango han manchado unos 4,8 kilómetros de extensión entre Pensacola Beach Pier y un puesto de la guardia forestal en Fort Pickens, según el Departamento de Protección Medioambiental (DEP) de Florida.

Varios equipos de limpieza se encuentran en esa zona, mientras continúan apareciendo bolas de alquitrán a lo largo de la costa noroeste de Florida.

Las autoridades preven que más restos de crudo lleguen al litoral noroeste del estado en los próximos días.

El diario digital 'PensacolaNewsJournal' informó de que las autoridades localizaron un delfín cubierto de crudo y varado en una playa de esa zona.

Otros avisos advirtieron de la presencia de vertido de petróleo en el interior del paso de Pensacola, donde trabajan dos embarcaciones en las tareas de limpieza.

Los informes alertaron de la presencia de vertido hacia el oeste de la costa, en Panama City.

Los pasos de Perdido, Pensacola y Destin permanecerá cerrados durante los momentos de marea alta para reducir la cantidad de crudo que pueda entrar en canales y ríos interiores.

La marea negra se debe a un escape de crudo de un pozo submarino en el Golfo operado por BP, que se originó tras la explosión y hundimiento de la plataforma Deepwater Horizon el 20 de abril pasado.

Primeras manchas en Florida

Días pasados se detectaron pegotes de chapapote, crudo degradado de color rojo, y 'espuma' a lo largo de la bahía de Pensacola, en la costa noroeste de Florida, cuyas playas de arenas blancas son un gran atractivo para el turismo.

Además, el jueves pasado se detectaron estelas de capas de crudo y bolas de alquitrán flotando cerca de la costa del condado de Santa Rosa y en un tramo de playas en los alrededores de Destin, en el litoral noroeste.

El pasado 4 de junio se empezaron a encontrar fragmentos de chapapote en las playas del parque nacional Gulf Islands Seashore, en la bahía de Pensacola, y las barreras sintéticas flotantes colocadas no pudieron evitar completamente la entrada de fragmentos de alquitrán en dicha bahía.

Los seis condados del Panhandle, como se conoce el noroeste de la península Florida, (Escambia, Santa Rosa, Okaloosa, Walton, Bay y Gulf) han solicitado al gobernador de Florida, Charlie Crist, que presione a BP para que les otorgue 14 millones de dólares para estimular el crecimiento de empleo en el sector turístico.

 

. La cuestión es clara: el drenaje masivo de petróleo del fondo del Golfo México podría consumar  uno de los mayores desastres ecológicos de la historia de la humanidad. Lo peor es que es sólo un anticipo de lo que será la era del petróleo degradado, una época caracterizada por la creciente dependencia de fuentes de energía problemáticas y difíciles de conseguir. La partida se desarrolla en terreno peligroso, y lo que está en juego es el destino del planeta. Es posible que nunca se llegue a dar con la causa precisa de la explosión que destruyó la torre petrolífera de Deepwater Horizon el 20 de abril y mató a 11 de sus 126 trabajadores. Se ha hablado de fallos en una conexión submarina y en un aparato específicamente diseñado para prevenir explosiones. La falta de controles gubernamentales sobre los mecanismos de seguridad también tuvo su parte en el desastre, producido, seguramente, por una combinación de equipo defectuoso y errores humanos. En todo caso, aunque no se determine cuál fue el exacto disparador de la explosión, la razón de fondo está clara: la existencia de una empresa a la que el gobierno autorizó a explotar reservas de petróleo y gas natural en entornos remotos y bajo condiciones de operación altamente riesgosas.

Los peligros de la nueva fiebre del petróleo

Los Estados Unidos ingresaron en la era de los hidrocarburos con una de las principales reservas de petróleo y gas natural. La explotación de estos valiosos y versátiles recursos ha contribuido durante mucho tiempo a la riqueza y al poder del país, así como a la rentabilidad de gigantes de la energía como British Petroleum (BP) y Exxon. Este proceso, empero, condujo al agotamiento de la mayoría de reservas siutadas en tierra firme y sólo dejó algunas disponibles en áreas marítimas de difícil acceso en Alaska y el Ártico. Para mantener el suministro de energía, así como los ininterrumpidos beneficios de las grandes empresas del ramo, todos los gobiernos sin excepción han impulsado la explotación de fuentes energéticas remotas, con abierto desdén por los peligros humanos y ambientales que encierran estas operaciones. La búsqueda afanosa de gas y petróleo ha entrañado siempre un cierto grado de riesgo. Después de todo, la mayoría de las reservas energéticas se encuentran bajo tierra entre sucesivas capas de rocas. Cuando las perforadoras llegan hasta ellas, las probabilidades de erupciones explosivas son altas. Es lo que se conoce como efecto "géiser". En los intrépidos inicios de la industria del petróleo, este fenómeno -bien conocido gracias a películas como Pozos de ambición (There Will Be Blood, según el título original en inglés)- era causa frecuente de  importantes accidentes humanos y ambientales. Con los años, las compañías petroleras consiguieron prevenir los daños causados a los trabajadores o al entorno de los pozos. Ahora, sin embargo, la compulsión por disponer de las remotas reservas de Alaska, el Ártico y las profundidades marinas se está reeditando una peculiar y peligrosa versión de los intrépidos inicios de la industria. Las empresas se encuentran con riesgos inesperados, y su tecnología -diseñada para escenarios más benignos- resulta a menudo incapaz de ofrecer una respuesta adecuada a los nuevos desafíos. En consecuencia, cuando el desastre se produce, el daño ambiental es exponencialmente mayor que cualquiera que haya podido registrarse en los anales de la  industria a lo largo del siglo XIX o a inicios del XX.La operación Deepwater Horizon es un ejemplo de ello. BP, la empresa que gestionaba la torre petrolífera y tenía a su cargo la supervisión de la perforación, lleva años inmersa en una frenética búsqueda de petróleo en zonas profundas del Golfo de México. El pozo en cuestión, conocido como Mississippi Canyon 252, tenía una profundidad de 1,5 kilómetros y estaba situado a unos 80 kilómetros al sur de la costa de Luisiana. El perforador, por su parte, se extendía unos 4 kilómetros más bajo tierra. A semejante profundidad, cualquier operación en el fondo del océano debe realizarse a través de robots manejados por control remoto por técnicos situados en el pozo. El margen de error admisible en estas circunstancias es mínimo, sobre todo en cuestiones de perforación y corte de capas rocosas. Aparentemente, la operación Deepwater Horizon se caracterizó por una gran laxitud en materia de supervisión, de manera que cuando surgieron algunos problemas previsibles, fue imposible enviar técnicos que pudieran evaluar la situación y ofrecer una solución.

Acometer perforaciones el Alaska y en el Ártico entraña peligros aún mayores, dadas las condiciones climáticas y ambientales extremas con las que es menester lidiar. Cualquier pozo marítimo siutado en los mares de Beaufort o de Chukchi está expuesto a eventuales choques con trozos de hielo, a temperaturas extremas y a poderosas tormentas. Por otra parte, siempre será más difícil, en semejantes parajes, lidiar con derrames de petróleo como los de BP, da igual que sean marítimos o terrestres. Es más, un flujo incontrolado de petróleo en esas condiciones representará, a no dudarlo, una amenaza letal para cualquier especie viva. Las grandes empresas de energía aseguran estar blindadas contra tales peligros. Sin embargo, tanto el desastre del Golfo como la propia historia han puesto en ridículo dicha pretensión. En 2006, por ejemplo, un oleoducto en mal estado de BP propició el derrame de más de un millón de litros de crudo en unas lomas del norte de Alaska frecuentadas por manadas migratorias de caribús (como el derrame tuvo lugar en invierno, los caribús aún no estaban allí, lo que hizo posible alejar el petróleo de los bancos de nieve; de haberse producido en verano, los riesgos para la manada hubieran sido considerables).

Cuando hay petróleo de por medio, todo está permitido

A pesar de los peligros evidentes y de la ausencia de mecanismos adecuados de seguridad,  diferentes administraciones, incluida la de Barack Obama, han apoyado la política de las grandes empresas y han favorecido la explotación de reservas de gas y petróleo en aguas profundas del Golfo de México, así como de otras áeras ambientalmente sensibles.

El gobierno ya asumió esta posición frente al tema con la Política de Energía Nacional (PEN), adoptada por el presidente George W. Bush en mayo de 2001. Liderados por el ex Director Ejecutivo de Halliburton, el vice presidente Dick Cheney, los diseñadores de esta política advirtieron que los Estados Unidos consideraron que la creciente dependencia de la importación de energía comportaba un auténtico peligro para la seguridad nacional. A resultas de ello, apostaron por un mayor aprovechamiento de las fuentes de energía locales, especialmente petróleo y gas natural. "Es un objetivo primordial de la Política de Energía Nacional diversificar las fuentes de aprovisionamiento" rezaba la declaración de principios de la PEN. "Y esto supone priorizar las fuentes locales de petróleo, gas y carbón".

No obstante, como la propia PEN dejaba claro, los Estados Unidos estaban perdiendo sus reservas  de gas natural o de petróleo convencionales y de fácil acceso, tanto terrestres como marítimas. "Es probable -se decía en el documento- que la producción de petróleo en los Estados Unidos decaiga en las próximas dos década; [de manera que] la demanda local excederá las propias capacidades productivas". La única solución, se afirmaba, era aumentar la explotación de reservas de energías no convencionales, como el petróleo o el gas situados en el fondo martímo del Golfo de México, más allá de los bancos de arena continentales, en Alaska, en el Ártico e incluso recurrir a formaciones geológicas complejas como el petróleo o el gas bituminosos.

"La producción de gas y petróleo en áreas geológicamente estimulantes -continuaba el documento- es vital para todos los estadounidenses y para la seguridad energética nacional, siempre que resulte compatible con la protección del medioambiente" (esta última mención era un explícito añadido de la Casa Blanca dirigido a contrarrestar las acusaciones -desafortunadamente ciertas- en torno a la escasa sensibilidad gubernamental por las  consecuencias ecológicas de su política energética).

La primera recomendación de la PEN consistía en el desarrollo de un Refugio para la Vida Silvestre en el Ártico, una propuesta con amplio eco en los medios que se granjeó la inmediata desconfianza de los grupos ambientalistas. Sobre todo cuando se la veía acompañada por la apelación a una mayor exploración y explotación en las profundidades del Golfo y en los mares de Beufort y Cukchi, en el norte de Alaska. Aunque la perforación en el Refugio Nacional para la Vida Silvestre del Ártico fue finalmente bloqueada, la explotación en otras áreas se abrió camino con escasa oposición. En realidad, el Servicio de Gestión de Minerales (SGM), una agencia gubernamental probadamente corrupta, lleva años facilitando la concesión de licencias de exploración y perforación en el Golfo de México e ignorando de manera sistemática las regulaciones ambientales. Esta práctica, frecuente durante la era Bush, se mantuvo incólume con la llegada de Barack Obama a la presidencia. Obama, de hecho, autorizó con su firma el crecimiento masivo de las perforaciones marítimas, y apenas tres semanas antes del desastre de Deepwater Horizon, el 30 de marzo, anunció la realización de tareas de perforación, por primera vez, en vastas áreas del Atlántico, la zona oriental del Golfo de México y las aguas de Alaska.

Además de acelarar las exploraciones en el Golfo de México, pasando por alto las advertencias de científicos y funcionarios gubernamentales, el SGM también aprobó perforaciones en los mares de Beaufort y Chukchi. Todo ello a pesar de la fuerte oposición de grupos ecologistas y de los propios pueblos nativos, que temían que las operaciones pusieran en riesgo la supervivencia de ballenas y otras especies fundamentales para mantener su modo de vida. En octubre, por ejemplo, el SGM otorgó a Shell Oil una autorización provisional para llevar a cabo perforaciones en dos bloques del mar de Beaufort. Los opositores al plan han señalado que cualquier derrame de petróleo generado por dichas actividades entrañaría severos riesgos para especies ya amenazadas. Como de constumbre, sin embargo, las advertencias han sido ignoradas (el 30 de abril, 10 días después de la explosión del Golfo, el presidente Obama otorgó al Plan un sorpresivo visto bueno, cuando aún algunas tareas de perforación aún estaban pendientes de revisión).

El salón de la vergüenza de BP

Las grandes compañías energéticas tienen sus propias razones para sumarse a la explotación de opciones remotas de energía. Para evitar la caída de sus acciones, cada año se ven obligadas reemplazar el petróleo extraído con el de nuevas reservas. La mayoría de los yacimientos tradicionales, sin embargo, está agotada y algunos de los más prometedores en Oriente Medio, en América Latina o en la ex Unión Soviética se encuentran bajo control de empresas estatales como la saudí Aramco, Pemex, en México, o PDVSA, en Venezuela. Este panorama deja a las empresas privadas con áreas cada vez más restringidas en las que reponer sus provisiones. Ello explica que lleven tiempo inmersas en una búsqueda enloquecida de petróleo en el África sub-sahariana, donde muchos países todavía permiten una cierta participación privada. Lo cierto, sin embargo, es que incluso en estos casos deben afrontar la feroz competencia de empresas chinas así como de otras compañías de propiedad estatal. Las únicas áreas en las que aún pueden operar con las manor prácticamente libres son el Ártico, el Golfo de México, el Atlántico Norte y el Mar del Norte. No es casual que sea aquí donde están concentrando sus esfuerzos, con escasa o nula preocupación por los peligros que ello pueda suponer para la humanidad o para el planeta. El ejemplo de BP es bastante elocuente. Originariamente conocida como Anglo-Persian Oil Company (más tarde, Anglo-Iranian Oil Company, y finalmente, British Petroleum), BP comenzó sus operaciones en el sudoeste de Irán, donde gozó durante un tiempo del monopolio en la producción de crudo. En 1951, sus propiedades fueron nacionalizadas por el gobierno democrático de Mohammed Mossadeq. La empresa regresó a Irán en 1953, tras el golpe apoyado por los Estados Unidos que puso al Shah en el poder, y fue expulsada nuevamente en 1979 tras la revolución islámica. La compañía todavía conserva un pie en la inestable aunque rica en petróleo Nigeria, una ex colonia británica, y en Azerbaijan. Sin embargo, desde su absorción de Amoco (en su momento, Standard Oil Company of Indiana) BP ha concentrado sus energías en la explotación de las reservas de Alaska y en algunos yacimientos de petróleo degradado en el Golfo de México y en las costas africanas.

No por casualidad, el informe anual de BP de 2009 lleva por título "Operar en las fronteras de la Energía". Allí, de hecho, se señala con orgullo que "BP opera en las fronteras de la energía. Desde las profundidades marítimas a los entornos más complejos, desde remotas islas tropicales a la próxima generación de biocombustibles, una renovada BP trae consigo mayor eficiencia, un impulso sostenido y crecimiento empresarial. En el marco de esta declaración de principios, el Gofo de México ocupa un papel central. "BP es un operador líder en el Golfo de México", señala el informe. "Somos el principal productor y proveedor en la zona, además de contar con el mayor área de exploración" […] Nuevos descubrimientos, emprendimientos exitosos, operaciones de alta eficacia y un amplio abanico de nuevos proyectos nos sitúan en inmejorable posición en el Golfo de México, tanto a corto como a largo plazo".

Está claro que los altos ejecutivos de BP pensaban que un rápido incremento de la producción en el Golfo resultaría fundamental para la salud financiera de la empresa a largo plazo (de hecho, unos pocos días después de la explosión en Deepwater Horizon, la compañía anunciaba que había conseguido unos 6.100 millones de dólares de beneficios sólo en el primer trimestre de 2010). Queda por determinar hasta qué punto la concepción empresarial defendida por BP contribuyó al accidente de Deepwater Horizon. En todo caso, existen inidicios de que la compañía estaba inmersa en una frenética operación de consolidación del pozo de Mississippi Canyon 252, un paso previo al  eventual traslado de la plataforma alquilada a Transocean a unos 500.000 dólares diarios a algún otro sitio de perforación rentable. Si bien es probable que BP sea el principal villano en este caso, otras grandes empresas energéticas están implicadas en actuaciones similares, con cobertura del gobierno y de algunos de sus funcionarios. Estas empresas y sus aliados gubernamentales aseguran que, con las debidas precauciones, es seguro operar en estas condiciones. El incidente de Deepwater Horizon, sin embargo, revela que mientras más remota es el área de exploración, mayores son las posibilidades de que el asunto acabe en desastre. Se nos dirá que la explosión en Deepwater Horizon fue un accidente desafortunado, una desgraciada combinación de gestión inadecuada y equipo defectuoso. Que bastaría un control más estricto para disipar los riesgos de la perforación en aguas profundas. Pero el alegato no es de recibo. La falta de diligencia y los defectos técnicos pueden haber desempeñado un papel crucial en la catástrofe del Golfo. Sin embargo, la fuente última del desastre es la necesidad compulsiva de las grandes empresas  de compensar el declive de las reservas convencionales de petróleo a través de la exploración en zonas altamente riesgosas. Mientras esta compulsión se mantenga, los desastres continuarán. Tenedlo por seguro.

Michael T. Klare es profesor de estudios de Paz y Seguridad Mundial en el Hampshire College. Su último libro es Rising Powers, Shrinking Planet: The New Geopolitics of Energy (Metropolitan Books).

Traducción para www.sinpermiso.info: Gerardo Pisarello

Tomado de:
http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=3345

¿Por qué Bristish Petroleum sí y Wall Street, no?
Marshall Auerback · · · · ·
 
06/06/10
 

Un mes y arreo después de la explosión de la plataforma extractora costera  Deep Horizon de BP –y dos meses después de que el propio presidente Obama abriera anchas fajas de la plataforma continental a la extracción costera—, el gobierno federal ha abierto una investigación criminal sobre la fuga masiva de petróleo en el Gofo de México, según declaró el pasado martes Fiscal General, Eric Holder.

Muy bien. Pero no puede dejar de plantearse la cuestión de porqué, unos tres años después de comenzar la mayor crisis financiera desde la Gran Depresión, Justicia no ha abierto NINGUNA investigación criminal contra Wall Street. El contraste es llamativo. Tal vez haya investigaciones en curso en el momento de escribir estas líneas, pero parecería cuando menos curioso que el Departamento de Justicia mantuviera en la discreción su fuego contra Wall Street (una importante fuente de donaciones electorales para los Demócratas), cuando procede agresivamente contra la gran industria petrolera (que, mira por dónde, ha sido uno de los mayores contribuyentes al Viejo Gran Partido [republicano] en las últimas contiendas electorales).  

Los EEUU tienen dos graves problemas que podrían resultar críticos el próximo año. Los bienes raíces comerciales son un desastre (otra burbuja pinchada), y los bancos andan muy lejos de reconocer sus pérdidas en este sector. Los bancos se sirvieron de su poder político, y de las bendiciones de Ben Bernanke, a fin de lograr que el Congreso presionara al Comité de Criterios de Contabilidad Financiera (FASB, por sus siglas en inglés) para que trucara las reglas de contabilidad con objeto de que se evitara el reconocimiento de las pérdidas. El mismo Departamento de Justicia se abstuvo de actuar tras hacerse público el Examiner's Report sobre la quiebra de Lehman's, que proporcionaba pruebas contundentes de que mientras uno de los mayores bancos nacionales se hallaba al borde de la quiebra, sus ejecutivos  enmascaraban la esa realidad con trucos contables, hinchando sus ingresos trimestrales. Vale la pena preguntarse de nuevo, como acaban de hacer Eliot Spitzer y Josh Rosner en su blog en New Deal 2.0: ¿dónde estaban el Tesoro, la SEC [comisión controladora delmercado de valores, por sus siglas en inglés] y la Reserva Federal? (La pasividad de la Reserva Federal resulta particularmente alarmante, dado el poder regulatorio que recibirá con la nueva ley de reforma financiera.)

Imagínense el revuelo que se organizaría hoy en los EEUU (incluso en estados petrofílicos como Luisiana), si BP se viera implicada en un caso de interferencia legislativa para desleír las políticas energéticas públicas. Bueno, eso ocurrió… bajo la administración de Bush, quien reclutó al ejecutivo de Enron Ken Lay precisamente para este propósito. Ahora estamos pagando las consecuencias de esta perversa decisión del poder ejecutivo, y yo sospecho que unos pocos años pagaremos las consecuencias del fracaso de nuestras "reformas" de la regulación financiera, que no hacen nada para cambiar las estructuras y prevenir la repetición de la crisis en curso.

El otro problema grave lo constituyen los títulos hipotecarios subprime (en donde las pérdidas oscilan entre los 50 y los 85 centavos por dólar). Esas pérdidas no están reconocidas. Peor aún: la Reserva Federal las esconde y Fannie Mae y Freddie Mac son su vertedero, mientras los políticos y el Tesoro declaran haber "resuelto" la peor crisis financiera en 80 años sin prácticamente costes para el contribuyente. Muchos cuentos se han contado al respecto, sin duda agresivamente patrocinados desde el Tesoro de Geithner: "Inside Man", de Joshua Green, así como "Obama is from Mars, Wall Street is from Venus", de John Heilemann, son dos ejemplos del género que me vienen ahora a la mente.

Como mi amigo Bill Black ha observado repetidamente,  nuestro gobierno y nuestros reguladores siguen lidiando con el fraude contable con ánimo de tapar unas pérdidas que son, efecto, producto del fraude contable. Las péridas siguen ahí. En realidad, como bien sostiene Black, no han hecho sino crecer.

Los incentivos fundamentalmente perversos causantes de crisis cada vez más recurrentes y de cada vez mayor intensidad siguen ahí, prácticamente dejados intactos por las leyes de "reforma": las remuneraciones de ejecutivos y profesionales, la mala contabilidad, el "fraude de control", los agujeros negros de la regulación y el nombramiento de reguladores que con un largo pedigrí de errores y que no creen en la regulación. Muchos de esos reguladores han sido confirmados en sus cargos por la administración de Obama, incluido el regulador en jefe, Ben Bernanke.

Por terroríficos que sean las fugas de petróleo causadas por BP, la magnitud del fracaso regulatorio que llevó a ellas palidece en comparación con lo que ha ocurrido en Wall Street en los últimos 30 años. Las mismas gentes que dirigieron el proceso que nos llevó a la catástrofe siguen todavía en el poder. No ha habido una sola acusación penal.

Tal vez las imputaciones penales acaben por llegar. Entretanto, Obama tiene una oportunidad para aplacar la indignación pública de un modo más productivo que lo hecho hasta ahora en materia de reformas financieras y de sanidad. Hay una alternativa a nuestra adicción al petróleo, ciertamente; pero mientras los halcones del déficit sigan impidiendo el apoyo a iniciativas públicamente financiadas, necesarias para romper a andar por otra vía energética, no pondremos por obra esa alternativa.

Además de mis trabajos sobre economía financiera, también he dedicado buena parte de mi investigación a las técnicas limpias y a los infinitos programas científicos sobre energías alternativas. No hay una solución mágica, pero hay técnicas ya existentes que podrían reducir nuestra adicción al petróleo. Sin embargo, la mayoría de ellas precisan de un empujón público masivo, de una escala parecida a la del Proyecto Manhattan en los años 40. El esfuerzo concentrado en el Programa Manhattan logró producir una bomba seguramente con décadas de antelación a lo que habría sido el caso sin esa inversión pública: partiendo literalmente de la pura teoría, se llegó al resultado pretendido en unos pocos años. El gobierno desvió el 11% de la potencia eléctrica nacional a la producción de unos cuantos puñados de uranio y plutonio para las primeras bombas. Las instalaciones al efecto, fueron las mayores jamás construidas por la humanidad. Lo hizo el estado, y funcionó.

El Proyecto Manhattan se desarrolló en secreto, desde luego, censurable. Pero significó un precedente histórico extraordinario. Si pudiéramos empeñarnos del mismo modo en las energías alternativas, imaginen las posibilidades. Un buen número de expertos sostienen que, sólo extendiendo la actual tecnología, en 20 años la energía solar podría costar menos de 5 centavos por vatio instalado, que es la energía más barata que puede haber. Con financiación pública, podríamos acortar mucho este trecho temporal (y, de pasada, crear puestos de trabajo). Muchos dirán que no podemos almacenar la energía solar. Absurdo. Se puede, convirtiéndola en hidrógeno, que sí puede almacenarse. Las unidades son pequeñas, Funciona perfectamente bien en los automóviles. Islandia usa hidrógeno. Los suecos tienen una nueva autopista con surtidores de hidrógeno que funciona. Lo único que necesitamos cambiar es la infraestructura de todas las estaciones de gasolina. El sector privado no lo hará. Los Estados pueden hacerlo.

En materia energética, la consigna imperante en estos últimos años parece haber sido "perforar, perforar y perforar". Los palinitas [de Sarah Palin, la exgobernadora de Alaska y ex candidata a la vicepresidencia de los EEUU, acuñadora de la consigna; T.], curiosamente, se han quedado en silencio en este punto cuando les ha estallado la terrible calamidad ecológica que nos aguarda gracias "perforar, perforar y perforar".

En materia financiera, hemos permitido que una crisis llegue a tener efectos devastadores. Uno esperaría que no ocurra lo mismo en materia energética, y que las investigaciones penales conduzcan a algo más substantivo que al horadado queso suizo del "cambio en el que puedas creer", que a eso se ha reducido la respuesta de Obama a nuestras crisis en materia de  asistencia sanitaria y en materia financiera.   

Marshall Auerback es un reconocido analista económico norteamericano. Investigador veterano del prestigioso Roosevelt Institute, colabora regularmente con New Economic Perspectives y con NewDeal2.0.

Traducción para www.sinpermiso.info: Casiopea Altisench

¿Por qué Bristish Petroleum sí y Wall Street, no?
Marshall Auerback · · · · ·
 
06/06/10
 

Un mes y arreo después de la explosión de la plataforma extractora costera  Deep Horizon de BP –y dos meses después de que el propio presidente Obama abriera anchas fajas de la plataforma continental a la extracción costera—, el gobierno federal ha abierto una investigación criminal sobre la fuga masiva de petróleo en el Gofo de México, según declaró el pasado martes Fiscal General, Eric Holder.

Muy bien. Pero no puede dejar de plantearse la cuestión de porqué, unos tres años después de comenzar la mayor crisis financiera desde la Gran Depresión, Justicia no ha abierto NINGUNA investigación criminal contra Wall Street. El contraste es llamativo. Tal vez haya investigaciones en curso en el momento de escribir estas líneas, pero parecería cuando menos curioso que el Departamento de Justicia mantuviera en la discreción su fuego contra Wall Street (una importante fuente de donaciones electorales para los Demócratas), cuando procede agresivamente contra la gran industria petrolera (que, mira por dónde, ha sido uno de los mayores contribuyentes al Viejo Gran Partido [republicano] en las últimas contiendas electorales).  

Los EEUU tienen dos graves problemas que podrían resultar críticos el próximo año. Los bienes raíces comerciales son un desastre (otra burbuja pinchada), y los bancos andan muy lejos de reconocer sus pérdidas en este sector. Los bancos se sirvieron de su poder político, y de las bendiciones de Ben Bernanke, a fin de lograr que el Congreso presionara al Comité de Criterios de Contabilidad Financiera (FASB, por sus siglas en inglés) para que trucara las reglas de contabilidad con objeto de que se evitara el reconocimiento de las pérdidas. El mismo Departamento de Justicia se abstuvo de actuar tras hacerse público el Examiner's Report sobre la quiebra de Lehman's, que proporcionaba pruebas contundentes de que mientras uno de los mayores bancos nacionales se hallaba al borde de la quiebra, sus ejecutivos  enmascaraban la esa realidad con trucos contables, hinchando sus ingresos trimestrales. Vale la pena preguntarse de nuevo, como acaban de hacer Eliot Spitzer y Josh Rosner en su blog en New Deal 2.0: ¿dónde estaban el Tesoro, la SEC [comisión controladora delmercado de valores, por sus siglas en inglés] y la Reserva Federal? (La pasividad de la Reserva Federal resulta particularmente alarmante, dado el poder regulatorio que recibirá con la nueva ley de reforma financiera.)

Imagínense el revuelo que se organizaría hoy en los EEUU (incluso en estados petrofílicos como Luisiana), si BP se viera implicada en un caso de interferencia legislativa para desleír las políticas energéticas públicas. Bueno, eso ocurrió… bajo la administración de Bush, quien reclutó al ejecutivo de Enron Ken Lay precisamente para este propósito. Ahora estamos pagando las consecuencias de esta perversa decisión del poder ejecutivo, y yo sospecho que unos pocos años pagaremos las consecuencias del fracaso de nuestras "reformas" de la regulación financiera, que no hacen nada para cambiar las estructuras y prevenir la repetición de la crisis en curso.

El otro problema grave lo constituyen los títulos hipotecarios subprime (en donde las pérdidas oscilan entre los 50 y los 85 centavos por dólar). Esas pérdidas no están reconocidas. Peor aún: la Reserva Federal las esconde y Fannie Mae y Freddie Mac son su vertedero, mientras los políticos y el Tesoro declaran haber "resuelto" la peor crisis financiera en 80 años sin prácticamente costes para el contribuyente. Muchos cuentos se han contado al respecto, sin duda agresivamente patrocinados desde el Tesoro de Geithner: "Inside Man", de Joshua Green, así como "Obama is from Mars, Wall Street is from Venus", de John Heilemann, son dos ejemplos del género que me vienen ahora a la mente.

Como mi amigo Bill Black ha observado repetidamente,  nuestro gobierno y nuestros reguladores siguen lidiando con el fraude contable con ánimo de tapar unas pérdidas que son, efecto, producto del fraude contable. Las péridas siguen ahí. En realidad, como bien sostiene Black, no han hecho sino crecer.

Los incentivos fundamentalmente perversos causantes de crisis cada vez más recurrentes y de cada vez mayor intensidad siguen ahí, prácticamente dejados intactos por las leyes de "reforma": las remuneraciones de ejecutivos y profesionales, la mala contabilidad, el "fraude de control", los agujeros negros de la regulación y el nombramiento de reguladores que con un largo pedigrí de errores y que no creen en la regulación. Muchos de esos reguladores han sido confirmados en sus cargos por la administración de Obama, incluido el regulador en jefe, Ben Bernanke.

Por terroríficos que sean las fugas de petróleo causadas por BP, la magnitud del fracaso regulatorio que llevó a ellas palidece en comparación con lo que ha ocurrido en Wall Street en los últimos 30 años. Las mismas gentes que dirigieron el proceso que nos llevó a la catástrofe siguen todavía en el poder. No ha habido una sola acusación penal.

Tal vez las imputaciones penales acaben por llegar. Entretanto, Obama tiene una oportunidad para aplacar la indignación pública de un modo más productivo que lo hecho hasta ahora en materia de reformas financieras y de sanidad. Hay una alternativa a nuestra adicción al petróleo, ciertamente; pero mientras los halcones del déficit sigan impidiendo el apoyo a iniciativas públicamente financiadas, necesarias para romper a andar por otra vía energética, no pondremos por obra esa alternativa.

Además de mis trabajos sobre economía financiera, también he dedicado buena parte de mi investigación a las técnicas limpias y a los infinitos programas científicos sobre energías alternativas. No hay una solución mágica, pero hay técnicas ya existentes que podrían reducir nuestra adicción al petróleo. Sin embargo, la mayoría de ellas precisan de un empujón público masivo, de una escala parecida a la del Proyecto Manhattan en los años 40. El esfuerzo concentrado en el Programa Manhattan logró producir una bomba seguramente con décadas de antelación a lo que habría sido el caso sin esa inversión pública: partiendo literalmente de la pura teoría, se llegó al resultado pretendido en unos pocos años. El gobierno desvió el 11% de la potencia eléctrica nacional a la producción de unos cuantos puñados de uranio y plutonio para las primeras bombas. Las instalaciones al efecto, fueron las mayores jamás construidas por la humanidad. Lo hizo el estado, y funcionó.

El Proyecto Manhattan se desarrolló en secreto, desde luego, censurable. Pero significó un precedente histórico extraordinario. Si pudiéramos empeñarnos del mismo modo en las energías alternativas, imaginen las posibilidades. Un buen número de expertos sostienen que, sólo extendiendo la actual tecnología, en 20 años la energía solar podría costar menos de 5 centavos por vatio instalado, que es la energía más barata que puede haber. Con financiación pública, podríamos acortar mucho este trecho temporal (y, de pasada, crear puestos de trabajo). Muchos dirán que no podemos almacenar la energía solar. Absurdo. Se puede, convirtiéndola en hidrógeno, que sí puede almacenarse. Las unidades son pequeñas, Funciona perfectamente bien en los automóviles. Islandia usa hidrógeno. Los suecos tienen una nueva autopista con surtidores de hidrógeno que funciona. Lo único que necesitamos cambiar es la infraestructura de todas las estaciones de gasolina. El sector privado no lo hará. Los Estados pueden hacerlo.

En materia energética, la consigna imperante en estos últimos años parece haber sido "perforar, perforar y perforar". Los palinitas [de Sarah Palin, la exgobernadora de Alaska y ex candidata a la vicepresidencia de los EEUU, acuñadora de la consigna; T.], curiosamente, se han quedado en silencio en este punto cuando les ha estallado la terrible calamidad ecológica que nos aguarda gracias "perforar, perforar y perforar".

En materia financiera, hemos permitido que una crisis llegue a tener efectos devastadores. Uno esperaría que no ocurra lo mismo en materia energética, y que las investigaciones penales conduzcan a algo más substantivo que al horadado queso suizo del "cambio en el que puedas creer", que a eso se ha reducido la respuesta de Obama a nuestras crisis en materia de  asistencia sanitaria y en materia financiera.   

Marshall Auerback es un reconocido analista económico norteamericano. Investigador veterano del prestigioso Roosevelt Institute, colabora regularmente con New Economic Perspectives y con NewDeal2.0.

Traducción para www.sinpermiso.info: Casiopea Altisench


¿Por qué Bristish Petroleum sí y Wall Street, no?
Marshall Auerback · · · · ·
 
06/06/10
 

Un mes y arreo después de la explosión de la plataforma extractora costera  Deep Horizon de BP –y dos meses después de que el propio presidente Obama abriera anchas fajas de la plataforma continental a la extracción costera—, el gobierno federal ha abierto una investigación criminal sobre la fuga masiva de petróleo en el Gofo de México, según declaró el pasado martes Fiscal General, Eric Holder.

Muy bien. Pero no puede dejar de plantearse la cuestión de porqué, unos tres años después de comenzar la mayor crisis financiera desde la Gran Depresión, Justicia no ha abierto NINGUNA investigación criminal contra Wall Street. El contraste es llamativo. Tal vez haya investigaciones en curso en el momento de escribir estas líneas, pero parecería cuando menos curioso que el Departamento de Justicia mantuviera en la discreción su fuego contra Wall Street (una importante fuente de donaciones electorales para los Demócratas), cuando procede agresivamente contra la gran industria petrolera (que, mira por dónde, ha sido uno de los mayores contribuyentes al Viejo Gran Partido [republicano] en las últimas contiendas electorales).  

Los EEUU tienen dos graves problemas que podrían resultar críticos el próximo año. Los bienes raíces comerciales son un desastre (otra burbuja pinchada), y los bancos andan muy lejos de reconocer sus pérdidas en este sector. Los bancos se sirvieron de su poder político, y de las bendiciones de Ben Bernanke, a fin de lograr que el Congreso presionara al Comité de Criterios de Contabilidad Financiera (FASB, por sus siglas en inglés) para que trucara las reglas de contabilidad con objeto de que se evitara el reconocimiento de las pérdidas. El mismo Departamento de Justicia se abstuvo de actuar tras hacerse público el Examiner's Report sobre la quiebra de Lehman's, que proporcionaba pruebas contundentes de que mientras uno de los mayores bancos nacionales se hallaba al borde de la quiebra, sus ejecutivos  enmascaraban la esa realidad con trucos contables, hinchando sus ingresos trimestrales. Vale la pena preguntarse de nuevo, como acaban de hacer Eliot Spitzer y Josh Rosner en su blog en New Deal 2.0: ¿dónde estaban el Tesoro, la SEC [comisión controladora delmercado de valores, por sus siglas en inglés] y la Reserva Federal? (La pasividad de la Reserva Federal resulta particularmente alarmante, dado el poder regulatorio que recibirá con la nueva ley de reforma financiera.)

Imagínense el revuelo que se organizaría hoy en los EEUU (incluso en estados petrofílicos como Luisiana), si BP se viera implicada en un caso de interferencia legislativa para desleír las políticas energéticas públicas. Bueno, eso ocurrió… bajo la administración de Bush, quien reclutó al ejecutivo de Enron Ken Lay precisamente para este propósito. Ahora estamos pagando las consecuencias de esta perversa decisión del poder ejecutivo, y yo sospecho que unos pocos años pagaremos las consecuencias del fracaso de nuestras "reformas" de la regulación financiera, que no hacen nada para cambiar las estructuras y prevenir la repetición de la crisis en curso.

El otro problema grave lo constituyen los títulos hipotecarios subprime (en donde las pérdidas oscilan entre los 50 y los 85 centavos por dólar). Esas pérdidas no están reconocidas. Peor aún: la Reserva Federal las esconde y Fannie Mae y Freddie Mac son su vertedero, mientras los políticos y el Tesoro declaran haber "resuelto" la peor crisis financiera en 80 años sin prácticamente costes para el contribuyente. Muchos cuentos se han contado al respecto, sin duda agresivamente patrocinados desde el Tesoro de Geithner: "Inside Man", de Joshua Green, así como "Obama is from Mars, Wall Street is from Venus", de John Heilemann, son dos ejemplos del género que me vienen ahora a la mente.

Como mi amigo Bill Black ha observado repetidamente,  nuestro gobierno y nuestros reguladores siguen lidiando con el fraude contable con ánimo de tapar unas pérdidas que son, efecto, producto del fraude contable. Las péridas siguen ahí. En realidad, como bien sostiene Black, no han hecho sino crecer.

Los incentivos fundamentalmente perversos causantes de crisis cada vez más recurrentes y de cada vez mayor intensidad siguen ahí, prácticamente dejados intactos por las leyes de "reforma": las remuneraciones de ejecutivos y profesionales, la mala contabilidad, el "fraude de control", los agujeros negros de la regulación y el nombramiento de reguladores que con un largo pedigrí de errores y que no creen en la regulación. Muchos de esos reguladores han sido confirmados en sus cargos por la administración de Obama, incluido el regulador en jefe, Ben Bernanke.

Por terroríficos que sean las fugas de petróleo causadas por BP, la magnitud del fracaso regulatorio que llevó a ellas palidece en comparación con lo que ha ocurrido en Wall Street en los últimos 30 años. Las mismas gentes que dirigieron el proceso que nos llevó a la catástrofe siguen todavía en el poder. No ha habido una sola acusación penal.

Tal vez las imputaciones penales acaben por llegar. Entretanto, Obama tiene una oportunidad para aplacar la indignación pública de un modo más productivo que lo hecho hasta ahora en materia de reformas financieras y de sanidad. Hay una alternativa a nuestra adicción al petróleo, ciertamente; pero mientras los halcones del déficit sigan impidiendo el apoyo a iniciativas públicamente financiadas, necesarias para romper a andar por otra vía energética, no pondremos por obra esa alternativa.

Además de mis trabajos sobre economía financiera, también he dedicado buena parte de mi investigación a las técnicas limpias y a los infinitos programas científicos sobre energías alternativas. No hay una solución mágica, pero hay técnicas ya existentes que podrían reducir nuestra adicción al petróleo. Sin embargo, la mayoría de ellas precisan de un empujón público masivo, de una escala parecida a la del Proyecto Manhattan en los años 40. El esfuerzo concentrado en el Programa Manhattan logró producir una bomba seguramente con décadas de antelación a lo que habría sido el caso sin esa inversión pública: partiendo literalmente de la pura teoría, se llegó al resultado pretendido en unos pocos años. El gobierno desvió el 11% de la potencia eléctrica nacional a la producción de unos cuantos puñados de uranio y plutonio para las primeras bombas. Las instalaciones al efecto, fueron las mayores jamás construidas por la humanidad. Lo hizo el estado, y funcionó.

El Proyecto Manhattan se desarrolló en secreto, desde luego, censurable. Pero significó un precedente histórico extraordinario. Si pudiéramos empeñarnos del mismo modo en las energías alternativas, imaginen las posibilidades. Un buen número de expertos sostienen que, sólo extendiendo la actual tecnología, en 20 años la energía solar podría costar menos de 5 centavos por vatio instalado, que es la energía más barata que puede haber. Con financiación pública, podríamos acortar mucho este trecho temporal (y, de pasada, crear puestos de trabajo). Muchos dirán que no podemos almacenar la energía solar. Absurdo. Se puede, convirtiéndola en hidrógeno, que sí puede almacenarse. Las unidades son pequeñas, Funciona perfectamente bien en los automóviles. Islandia usa hidrógeno. Los suecos tienen una nueva autopista con surtidores de hidrógeno que funciona. Lo único que necesitamos cambiar es la infraestructura de todas las estaciones de gasolina. El sector privado no lo hará. Los Estados pueden hacerlo.

En materia energética, la consigna imperante en estos últimos años parece haber sido "perforar, perforar y perforar". Los palinitas [de Sarah Palin, la exgobernadora de Alaska y ex candidata a la vicepresidencia de los EEUU, acuñadora de la consigna; T.], curiosamente, se han quedado en silencio en este punto cuando les ha estallado la terrible calamidad ecológica que nos aguarda gracias "perforar, perforar y perforar".

En materia financiera, hemos permitido que una crisis llegue a tener efectos devastadores. Uno esperaría que no ocurra lo mismo en materia energética, y que las investigaciones penales conduzcan a algo más substantivo que al horadado queso suizo del "cambio en el que puedas creer", que a eso se ha reducido la respuesta de Obama a nuestras crisis en materia de  asistencia sanitaria y en materia financiera.   

Marshall Auerback es un reconocido analista económico norteamericano. Investigador veterano del prestigioso Roosevelt Institute, colabora regularmente con New Economic Perspectives y con NewDeal2.0.

Traducción para www.sinpermiso.info: Casiopea Altisench

Diseñan mapa de la gravedad de la Tierra

Mapa de la gravedad de la Tierra

Así se ve el imaginario mapa del tirón de la gravedad.

Un satélite europeo ha captado una de las vistas más extraordinarias que se hayan conseguido de la Tierra y del efecto que la gravedad ejerce sobre ella.

El novedoso mapa muestra la influencia, sutil pero generalizada, de esa fuerza en todo el planeta y nos dice dónde está el "arriba" y el "abajo".

Está diseñado a partir de precisas mediciones llevadas a cabo por el satélite Goce, que vuela tan bajo que corre el peligro de caerse del cielo.

Los científicos dicen que la información recabada por el aparato tendrá numerosas aplicaciones.

Los beneficios más claros serán para los estudios del clima, porque el geoide puede ayudar a los investigadores a entender mejor cómo la gran masa de agua oceánica traslada el calor por el mundo.

El nuevo mapa fue presentado en Noruega, en un simposio sobre la observación de la Tierra (OT) dedicado a la información conseguida por Goce y otras misiones de la Agencia Espacial Europea.

Europa desarrolla un amplio programa de OT que contempla el lanzamiento de unas 20 misiones, con un costo de casi US$10.000 millones, proyectadas para antes de fin de la década.

Esfera imaginaria

Lanzado en 2009, el satélite recorre de polo a polo a una altitud de casi 255 kilómetros, la órbita más baja de cualquier aparato científico similar en operaciones.

Variaciones

La aceleración "estándar" de la gravedad es de 9,8 metros por segundo al cuadrado. Pero en realidad varía de un mínimo de 9,78 en el ecuador a un máximo de 9,83 en los polos.

El Goce transporta tres pares de bloques de platino, construidos con altísima precisión, dentro de su gradiómetro, instrumento capaz de detectar aceleraciones tan pequeñas como una parte en diez billones de la gravedad experimentada en la Tierra.

Esto le ha permitido diseñar un mapa de las casi imperceptibles diferencias en la atracción ejercida por la masa del planeta en distintos puntos, desde las grandes cadenas de montañas a las más profundas fosas oceánicas.

Dos meses de observaciones han ido a parar a lo que los científicos llaman el geoide.

"Me parece que todos entienden lo que es un nivel en los trabajos de construcción. Un geoide no es más que un nivel que se extiende a toda la Tierra", explica el profesor Reiner Rummel, director del consorcio científico Goce.

Si se coloca una esfera en esta superficie hipotética, ésta no rodará aunque parezca que hay "inclinaciones". Éstas pueden ser apreciadas en los colores, que marcan cómo el nivel diverge de la representación generalizada (y elipsoidal) de la Tierra.

En el Atlántico Norte, alrededor de Islandia, el nivel se asienta a unos ochenta metros sobre la superficie del elipsoide. En el Océano Índico, se establece a unos 100 metros por debajo de él.

MAPA DE LOS DIFERENTES EFECTOS DE LA GRAVEDAD

  • 1. La Tierra es una esfera ligeramente achatada. Es de forma elipsoidal.
  • 2. Goce detecta minúsculas variaciones en la atracción de la gravedad sobre la Tierra.
  • 3. La información recabada se utiliza para construir una superficie idealizada o geoide.
  • 4. El mapa muestra la gravedad de igual "potencial"; una esfera no rodaría en sus "inclinaciones".
  • 5. Ésta es la forma que tendrían los océanos sin los vientos ni las corrientes.
  • 6. Así, al comparar el nivel del mar y la información del geoide se revela el comportamiento del océano.
  • 7. Los cambios en la gravedad pueden poner de manifiesto movimientos del magma bajo los volcanes.
  • 8. Un geoide preciso puede proveer un sistema de altura de valor universal para todo el mundo.
  • 9. La información sobre la gravedad también puede mostrar cuánta masa pierden las capas de hielo.

Interés

El geoide resulta de gran interés para los oceanógrafos, debido a que constituye la forma que tendrían los mares del mundo si no hubiese mareas, ni vientos, ni corrientes.

Si los investigadores le restan al mapa el comportamiento observable de los océanos, se puede apreciar la escala de otras influencias.

Ésta es una información clave para los diseñadores de modelos climáticos, quienes tratan de representar la forma en la que las masas oceánicas consiguen transferir la energía por todo el planeta.

Pero un geoide tiene muchos otros usos también. Al contar con los distintos niveles de toda la Tierra es posible establecer un sistema universal para comparar alturas en cualquier lugar del planeta.

En la construcción, por ejemplo, les puede decir a los ingenieros en qué sentido un líquido fluirá naturalmente dentro de una tubería.

Los geofísicos utilizarán la información de Goce para investigar lo que está ocurriendo en las profundidades de la Tierra, especialmente en aquellos lugares que son más afectados por terremotos y erupciones volcánicas.

"El satélite está proporcionando nuevos datos respecto a los Himalayas, África central, los Andes y la Antártica", explica el doctor Rune Floberghagen, el director de la misión Goce.

La baja altura de operaciones del satélite había limitado las expectativas de su misión a un año o dos. Si embargo, la Agencia Espacial Europea piensa que quizás pueda prolongar su vida útil hasta 2014.

CARACTERÍSTICAS DEL SATÉLITE GOCE

  • El Goce, de 1.100 kilos, está construido con materiales rígidos y lleva aletas solares fijas. La información sobre gravedad debe estar exenta del "ruido" del aparato.
  • El marco, de cinco por un metro, incorpora aletas para estabilizar el satélite mientras vuela a través del aire residual en la termósfera.
  • Los acelerómetros del Goce miden aceleraciones tan pequeñas como una parte en 10.000.000.000.000 de la gravedad experimentada en la Tierra.
  • El motor, de fabricación británica, expulsa iones de xenón a velocidades que exceden los 40.000 metros por segundo; acelera y desacelera para mantener al Goce a una altura estable.

Dibujo-copia-2.jpg

"Reproduzca esta información, hágala circular por los medios a su alcance: a mano, a máquina, a mimeógrafo, oralmente. Mande copias a sus amigos: nueve de cada diez las estarán esperando. Millones quieren ser informados. El terror se basa en la incomunicación. Rompa el aislamiento. Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad. Derrote el terror. Haga circular esta información".


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